Media luna, Iguales y diferentes

Obsesión

Pov Alessandro.

 Esa mujer me vuelve loco, todo de ella me enloquece, estoy obsesionado con su cuerpo, su boca, su piel de porcelana, sus piernas delgadas y torneadas, aún recuerdo la primera vez que la hice mía, arrebatándole su virtud, no estaba de todo en mis cabales por los malditos celos al ver como los hombres de la manada la observaban, pero pude disfrutar cada rincón de su cuerpo y de eso no me arrepiento, tuve que hacer mucho esfuerzo por controlarme y esperar que ella estuviera preparada, que tuviera la edad prudente para estar juntos.

Ahora no sé qué hacer con esa mujer, ha estado de mal humor desde que llegamos de Italia y que mi hermana Alexmar se quedara es algo que también le afecta, ya que eran inseparables, hizo un gran berrinche después de sacarla de ese maldito club donde un asqueroso humano poso sus manos en ella, no me malentiendan no tengo nada en contra de ellos, pero que tocaran a mi mujer me volvía un demente, pude controlarme a tiempo al ver la satisfacción en los ojos de mi Media Luna, a pesar de que Oziel (mi lobo) estaba enfurecido pude controlarlo y hacerlo ver que era una mala broma de Kassandra.

¡Ilusa, creía que caería en su trampa!

Quiere que la marque y la presente a todos como mi Luna a como dé lugar, pero la verdad lo he postergado porque todavía no quiero hacerme cargo de la manada como el nuevo Alfa, lo he hablado con mis padres, aunque sé que mi madre necesita descanso y vivir a plenitud con mi padre aun siento que no estoy preparado, además quiero esperar a que Martin pueda estar con su Mate (aun es una cachorra), es algo que me prometí a mí mismo, cuando él logre marcarla, también lo hare, somos gemelos, me gusta compartir todo con él a pesar de ser un diablillo, (como dicen mis padres) puedo lograr ser considerado y más si es con él.

-¡Maldita sea!—escucho que exclama una voz demasiado conocida para mí.

-¿Y ahora que pasa por esa cabecita?—susurro al escuchar fuertes pasos acercarse a la biblioteca donde estoy estudiando algunos documentos relacionados con la manada, aunque dije que no me haría cargo aun, debo ayudar a mi madre en lo que pueda.

-No puede ser, ¡Maldita sea!—me levanto desganado y voy hacia la puerta encontrándola caminando de un lado a otro, me cruzo de brazos al verla enojada, se ve realmente hermosa aun con sus berrinches.

-¿Qué ocurre?—murmuro y ella se sobresalta llevándose una mano al pecho.

-Me has dado un susto—dice con sus ojos llorosos, frunzo el ceño, me acerco a ella y la abrazo fuerte a mi pecho.

-¿Qué pasa mi Media Luna? No me gusta verte triste—acaricio su espalda y ella se aferra a mi cuerpo.

-Me siento sola, me siento inútil, no quiero estar aquí sin hacer nada—habla entre sollozos—me siento vacía Ale, siento que todo lo que tengo no me pertenece, no lo merezco, ni siquiera tú, aunque mi loba me diga que estoy equivocada—ya sé por dónde va, niego levemente y suspiro.

-Mi Media Luna, mírame—tomo sus mejillas entre mis manos y seco sus lágrimas—soy tuyo, te pertenezco mi amor, no lo olvides.

-Entonces, ¿Por qué no me marcas? ¿Por qué no me pides que me case contigo? ¿Por qué no me presentas como tu Luna?—llora más fuerte y cierro los ojos porque Oziel quiere tomar el control.

*Maldito, márcala, yo quiero hacerlo* respiro profundo, luchando con estos dos.

*Márcala hermano* me sorprendo al escuchar a Martin en el enlace.

*¿Qué?*

*Ves, él está de acuerdo conmigo* gruñe mi lobo.

*Ella no dejara de sentirse triste si no la marcas, sabes que si lo haces ella sabrá que la amas de verdad, también podrás saber cuándo ella finja cualquier rabieta* eso me hace sonreír con malicia, pues sabré cada uno de sus sentimientos y no podrá jugar más conmigo.

*Bien, lo hare, pero quería esperar que tú lo hicieras con tu Mate hermano* digo un tanto dudoso, espero Martin no se sienta mal por ello.

*No te preocupes por mi hermano, estoy ansioso porque mi Media Luna crezca y sea ella quien me lo pida, tengo mucha paciencia lo sabes* eso me alegra y enorgullece de mi hermano.

-¡¡¡Alessandro!!!—me sobresalto por el grito de Kassandra.

-¿Por qué gritas?—pregunto algo enojado.

-No te hagas el imbécil, estoy hablando contigo y tú en que sabe en qué maldita tienes en la cabeza.




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