Medianoche

3. Felicia

CAPÍTULO 3. Felicia

 

Suelto la mano de Jonah como si fuese fuego, me quema, y miro atónita a mis padres, a la tía Catherine y al tío Frankie. Trato de convencerme que he escuchado mal, o que simplemente es una mala broma por parte de ellos.

«Tú matrimonio con Felicia, cariño» suena en mí cabeza la voz de tía Catherine.

Esto debe ser un cazzo di cazzo. ¡Madre Puttana!

Escucho la respiración pesada de Jonah. Es tan irregular igual que la mía, o sea, ¿matrimonio? ¡Cazzo!

—¿Están de broma, no? —inquiero con una sonrisa. Mirando a mis padres y a los de Jonah. Los apunto con mi dedo y suelto entre risas—. Estuvo buena, ¿he? Madre —me dirijo hacia Charlotte Nothendreen—, no es momento para bromas.

—No estamos bromeando, amor.

Mi ceño se frunce. Siento como la sangre en mis venas se calientan, el bullicio de mi sangre tras mis orejas es jodidamente caliente. O sea, que alguien les diga a estas personas que dicen ser mis padres que están muy dementes si piensan que yo contraeré matrimonio con Jonah.

¡No puedo, ni quiero hacerlo! ¡Cazzo di merda!

—¡No puedo casarme con Jonah! —replicó en voz alta, e intento levantarme pero papá envuelve su mano en mi muñeca y me hace sentarme nuevamente.

—Cariño, por favor escucha.

—¿Qué quieres que escuche padre? —me suelto brusca de su agarre—¿Las incoherencias que están diciendo? No gracias —me levantó nuevamente pero esta vez el que me detiene es Jonah.

Entorno mis ojos furiosos en su dirección. Sus ojos de diferentes color están oscurecidos. Jonah no está molesto, esta en un transe emocional y muy impresionado.

—Aguarda Felicia. Tenemos que arreglar este desastre —musita sin dejar de mirarme.

Niego. Solo quiero irme de aquí, y hacer como que mis padres no dijeron eso.

» Por favor, Rotkäppchen.

Escupo una maldición. Cierro mis ojos y medito unos segundos antes de dejarme caer en el estúpido asiento de lujo que tiene este estúpido restaurant.
Lo peor de sentirse con ganas de llorar y gritar, en estos momentos, es la sonrisa que tiene mi madre.

¿Casarme? ¿Yo? ¿Con Jonah? ¡Por Jesús renacido! En mi vida me había planteado la idea de casarme y menos con Jonah.

¡Jonah es mi mejor amigo, mi hermano!

Que alguien le explique a estas personas que no puedo ni quiero casarme con Jonah. Siento náuseas de solo pensar en la idea de Jonah siendo mi esposo, de Jonah dándome un beso en la boca, o sea ¡es como mi hermano! Y de solo pensar en ese hecho me siento sucia e incestuosa.

—Padre —dice Jonah luego de unos segundos. Su voz suena más ronca de lo normal—, ¿Me podrían explicar porque han tomado esa decisión que no les concierne?

Me siento mareada.

—Jonah, es una decisión que tomamos desde que ustedes eran pequeños, pensando en su bienestar y felicidad —dice el tío Frankie. Escucho como Jonah bufa, esta perdiendo el control—. Jonah, sé lo mucho que quieres a Felicia y lo mucho que ella te quiere a ti.

—¿Y qué mejor persona para ser su compañero de vida y travesías, que tú? —esta vez el que hace la pregunta es mi papá.

Siento un enorme dolor de cabeza. Mis padres me están buscando marido como en el siglo XVIII. No quiero contraer matrimonio, no a mí edad, ¡no nunca!

Solo tengo diecinueve benditos años, ¡Dios! ¿Quién en su sano juicio, se casa a los diecinueve en pleno siglo XXI? ¡Nadie! ¡Cazzo! Mis padres están dementes. Tenía entendido que son muy anticuados, de esos que aún beben té por las tardes y leen libros de amor mutuo, se regalan obsequios cada nada, que se regalan flores y salen a bailar, de esos que se dedican canciones de amor, de esos que se recuerdan las razones por las cuales se aman. Pero jamás imagine que llegasen a planear mi futuro como esposa de Jonah Lee.

—Señor Nothendreen —masculla Jonah, le ha dicho señor y no tío. Esta perdiendo la batalla contra sus buenos modales—. Aprecio mucho que haya pensando en mí, como una pareja para su hija, a la cual, ciertamente aprecio mucho y es importante para mí —hace una pausa y me ve de soslayo. Agacho mi mirada—... Pero yo no puedo casarme con Felicia, no la veo como mujer para mí —alzó mi rostro y entorno mis ojos en su dirección. Sus palabras causaron una extraña punzada en mi pecho. Jonah me mira y yo desvío la mirada—... Ella, dios... Ella no es de mi gusto —trago grueso haciendo oídos sordos. No sé si es su estrategia o de verdad siente todo eso por mí—. Yo tengo una novia, a la cual adoro y es mi vida. No la dejaré por Felicia.

—Pero Jon...

—Su hija no me gusta señor —interrumpe Jonah a mi papá. Pego un respingo cuando lo escucho alzar la voz—. El hecho de que seamos amigos desde la infancia, no quiere decir que sienta algo especial por ella, o que la haga bonita a mis ojos. Me niego a casarme con ella.

No aguanto más seguir escuchado tremenda basofia. Me levanto de un tirón de la mesa haciendo derramar el agua y rompiendo algunos platos.




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