Medianoche En El Infierno

BARILOCHE SANGRIENTO

—¡¡Whojooo!! — Celebraba su amiga, sacando la mitad del torso por la ventana del micro.
—No hagas eso, te podría pasar un accidente — La regañó Fabiana, y volvió nuevamente su atención al celular.
—El único accidente que puede ocurrir aquí, es que un motoquero me agarre por los pechos y me lleve con él.
—¿Qué mierda estás diciendo? ¿Acaso te tomaste algo antes de subir?
—No, solo estoy tratando de captar tu atención.
—¿Para qué?
—Para hacer esto — le arrebató el celular de las manos. —Has estado desde que subimos con este aparato, y seguro que también estuviste toda la noche.
—¡Dame el celular!
—No. Ahora se quedará en mi mochila todo el tiempo.
—¿Y si alguien me llama?
—¿Quién te llamaría? ¿Tu mamá? ¿Tu novio?
—Ya te dije que no tengo novio.
—Mmm, podrías tenerlo... En Bariloche hay bastantes extranjeros, o tal vez puedas acercarte al coordinador ¿Eh?

Fabiana se sonrió, no porque su amiga tuviera razón, simplemente porque no aguantaba la vergüenza, y se ruborizaba rápidamente por los nervios...
—¡Cállate! — Le dió un manotazo.
—Verás como nos vamos a divertir mucho cuando lleguemos. — Dijo después de reír un poco —¡Está será la mejor semana de todas!

El viaje duró tres días. Tres días dentro de un micro escolar, junto a 34 de sus compañeros.
La expresión de Fabiana cuando llegaron al hotel fue de una alegría enorme. Al fin podría dormir en una cama cómoda, y con mantas cálidas.
Al entrar en su habitación asignada, ella suspiró dejándose caer en la cama

—Esto es vida.
—¿Qué demonios es esto? — Dijo su amiga un poco decepcionada por la habitación que les había tocado.
—Es una habitación con dos camas de una plaza, y una pequeña ventana con vista hacia la montaña. No puedes exigir más, después de todo es un hotel de tres estrellas...
—Lo sé, pero está polvoriento.
—Entonces barrelo...
—Muy graciosa Fabiana — Y rió de manera falsa.

Día 1

—A ver... ¿Cómo que no vas? — Protestó su amiga —Fabiana no me podes dejar sola...

—Basta Giselle. No me siento muy bien como para ir a esa previa. Anda vos, y después te veo en el boliche...

Giselle puso una expresión de molestia.
—Eso suena más a excusa que otra cosa, pero bueno. Si preferís quedarte encerrada como un ermitaño dentro de esta habitación, adelante. — Y cerrando fuertemente la puerta se marchó hacia la fiesta.

Un par de horas más tarde Fabiana salió de la habitación con un vestido negro y corto hasta la mitad del muslo, era un vestido ajustado, y encima de él llevaba puesto un chal de color blanco. Sin embargo no se dirigió a la fiesta, sino que rondó por los pasillos, y se acercó a un balcón que tenía una hermosa vista hacia las montañas.

—Te ves muy bien ¿Vas a la previa?

Fabiana se sobresaltó un poco.
—Tomás me asustaste — suspiró aliviada —¿Qué haces? Pensé que estabas en la fiesta.
—Nha, esas cosas no me atraen mucho... ¿Y vos?
—Yo iba a ir al boliche con Giselle, pero...
—Dejame adivinar — y apoyando su espalda en la pared dijo —no estás segura de querer ir ¿Verdad?
—Si. Encima creo que Giselle está enojada conmigo.
—¿Por?
—Me llamó ermitaño. — Comentó con un tono infantil.
Él rió.

—Por qué será. — Dijo con sarcasmo y sacó un cigarrillo de su bolsillo.
—Creí que habías dejado de fumar.
—¿Quién te dijo eso?
—Stacy.

Tomás suspiró pesadamente.
—Le mentí. Traté de dejar el cigarrillo cuando empezamos a salir, pero no pude.
—¿Le mentiste a Stacy?
—Se preocupa mucho por mi salud y mis vicios. Pude dejar el alcohol, pero me cuesta dejar el cigarrillo. Hemos tenido varias discusiones por eso, así que preferí fumar a escondidas, y decirle que dejé de hacerlo para siempre.
—Tarde o temprano la verdad siempre sale a la luz.
—Pues espero que la verdad no salga de tu boca. — Le dijo con un tono medio serio, dando a entender que era una advertencia.
—Tranquilo, no le diré nada.
—Eso espero... — y sacó una petaca de vodka.
—¿Cuántas cosas tienes en el bolsillo?
—No muchas. Solo lo esencial. ¿Querés? — Preguntó ofreciéndole la petaca.
—No gracias.
—Ok, más para mí — Dió un gran sorbo, y luego tiro la botella por el balcón.
—¡¿Estás loco?! Mirá si le pegas a alguien.
—¿A quién podría ser? No hay nadie.
—Sí, pero...

El ruido de unos caños llamó la atención de ambos. Se miraron y comenzaron a caminar.
A medida que se acercaban el sonido se intensificaba.
—El sonido viene de aquella puerta.— Susurró Fabiana.
Tomás hizo que ella se pusiera detrás de él, y abrió la puerta, dejando caer unos cuantos artículos de limpieza al piso.
—Oh, dios ¡Los del hotel nos van a matar después de este desastre!
—¡Hay que limpiar esto! ¡Rápido!

Día 2

Todavía estaba en la cama, cuando el teléfono sonó.
—¿Diga? — Contestó Fabiana somnolienta.
—Hola, Fabi — era Stacy —¿Cómo estás? ¿Qué cuentas de Bariloche?
—Esta todo bien. Bariloche es un lugar hermoso, después te mando algunas fotos.
—Sí, eso sería genial. Y... ¿Sabes algo de Tomás?
—Él está bien, no te preocupes. Dice que te extraña mucho.
—Awww, es tan lindo. Me da tanta ternura.
—¿Y vos como estás? ¿Cómo andan las cosas por la ciudad?
—Yo estoy bien. La economía sigue siendo inestable, y las noticias son todo lo mismo: suicidio, violación, robo, homicidio, accidente, etcétera, etcétera.
—Ya veo, no me pierdo de nada.
—No. Bueno Fabi me tengo que ir.
—Esta bien, hablamos después. Chau...
—Chau, pásala lindo.

La llamada terminó, y se levantó de la cama para irse a bañar.
Un rato después salió de la habitación vestida con unos jeans acampanados, y un buzo de lana de color crema...
Bajaba las escaleras para reunirse con sus compañeros de clase y desayunar, pero una voz la detuvo a medio camino.
—¡Fabiana!
—Elías — dijo mientras se volteaba.
—¿Viste a Giselle? — preguntó preocupado.
—No ¿Por?
Él guardó silencio.
—¿Pasó algo? — preguntó ella.
—Es que no la ví desde ayer a la madrugada. Creí que estaba con vos.
—¿Qué? Yo pensé que estaba con vos.
—Sí, pero... Mierda...
—¿Qué pasó anoche exactamente?
—Nada. Tuvimos una discusión, y salió del boliche muy enojada...
—No sé dónde podría estar, preguntemosle a Tomás a ver si la vió.




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