Rebeca se lamentaba mentalmente por dejarse llevar la noche del viernes. Cerro sus ojos con frustración escondida bajo la sabana que cubría su desnudo cuerpo. Negándose a lidiar con las consecuencias de sus actos. Aunque la mañana no era eterna y el chico a su lado no dormiría por siempre.
Mirando en retrospectiva, ese día su cuerpo le decía que debía salir a divertirse, aunque su corazón continuaba herido.
Un mes atrás, su novio desde hace tres años, se podría decir que su relación más larga. La había terminado, eso por dejarlo en buenos términos. La realidad era que la había engañado con su prima. Su prima. Siempre supo desde niña que Sabrina envidiaba cada cosa que ella tenía, sus juguetes, la ropa, debió sospechar de ella cuando sus prendas favoritas comenzaron a desaparecer de su armario. Pero nunca pensó que ella pasaría de robarle la ropa a robarle a su novio. Eso rompía todo código de lealtad familiar. Claro que el estúpido de Aaron Carter su ex y compañero de trabajo no se quedaba atrás, el gustosamente había caído en la trampa de la pelirroja.
Con el corazón roto y un odio infinito hacia el género masculino, planeo una salida de chicas, que no era por despecho sino porque una de sus mejores amigas Daniela Duran se había comprometido. Y esa noche seria su despedida de soltera junto a sus amigas, incluyendo a la tercera mosquetera, Mariane Wilson.
Sin duda Rebeca habría caído en depresión de no ser por ese par, que había conocido en su época universitaria y de ser desconocidas, se convirtieron en sus hermanas.
Con entusiasmo, al salir de su lugar de trabajo corrió a casa dispuesta a ponerse guapa. No era alta como modelo de revista, ni rubia para el estándar en la ciudad de Nueva York. Era todo lo contrario, una piel morena y sus ojos ligeramente rasgados, su belleza era exótica porque en Manhattan no había muchas chicas filipinas como lo era ella. Pero a pesar de su altura promedio, su cuerpo era digno de admirar. Su piel bronceada, piernas marcadas por sus dos horas diarias en el gimnasio y una cintura acentuada por sus caderas. Más de uno había caído en sus encantos, pero ninguno era lo suficientemente valiente como para mantener una relación estable con ella.
O quizás ella buscaba al indicado en chicos que definitivamente no estaban listos para ese compromiso, de la forma que fuese, ella estaba harta de todos ellos. Jamas se volvería enamorar. La habían decepcionado en diversas ocasiones, y con su ruptura reciente había aprendido la lección. Puedes disfrutar de ellos, pero no les entregues el corazón, porque solo lo destrozaran.
Enfundada en un ajustado vestido rojo que le lucia perfecto con su tono de piel, a juego con las plataformas más altas que encontró en color negro con tiras plateadas rodeando sus trabajadas pantorrillas, se sentía hermosa y confiada. Marchando directo a la casa de Daniela para esperar a Mariane. La futura novia, llevaba un vestido blanco corto, con vuelo en la parte inferior. Sacando de mi bolso una tiara de plástico con tul, simulando un velo de novia, lo coloque en su sien. Porque ella era la estrella de la noche.
Llegamos cerca de las once a la discoteca, un cuarto oscuro, que se iluminaba cada tres segundos por luces neón de distintos colores, azul, rojo, amarillo. Intento fijar su mirada en algún hombre atractivo, pero había demasiadas personas como para fijar la vista en alguien. Frustrada indico a sus amigas que, también inspeccionaban la mercancía, bueno el lugar, señalando que se dirigieran a la barra. Porque la noche debía iniciar con una copa de champaña para brindar por Daniela. Después sin duda, pediría una botella de vodka.
—Salud, por la novia más hermosa, Javier es muy afortunado de haberte conquistado Dani.
Grite a través de la música de Calvin Harris, mientras elevaba mi copa en el aire.
Daniela sonrió conmovida por las palabras mientras bebía de su copa.
—Hablando de amor, cuéntanos, Mariane ¿Cómo vas con ese ricachón que intenta conquistarte?
Dije recibiendo la botella de vodka mientras el mesero nos preparaba las bebidas.
—No lo voy a negar, David es guapo, inteligente y divertido, pero el romance no es una prioridad en mi vida, no sé si estoy lista para conocer a alguien de forma seria. El literalmente se quiere casar conmigo, y apenas llevamos un mes conociéndonos.
—Pues viéndolo de esa forma es extraño.
—Concuerdo con Rebeca, Javier y yo estamos juntos desde la universidad, apenas daremos el gran paso y el recién te conoce. Me parece que oculta algo, es demasiado sospechoso. Cuídate por favor, Mariane.
Le expreso Daniela con notoria preocupación.
—Tranquilas chicas, repito, no estoy interesada en algo serio y el solo me gusta como amigo.
Después de esa conversación sobre citas y corazones. Tomé del brazo de ambas y nos conduje a la pista. La música electrónica, sonaba por los altavoces. Las tres movíamos las caderas al ritmo de la música y no recordaba con exactitud cuántos vasos de vodka con refresco habíamos tomado, pero eran más de cuatro. Eso seguro.
Daniela se alejó momentáneamente porque con esos altos tacones sus pies la estaban matando. Y al girarme lo vi. Un hombre que en definitiva era cien por ciento mi tipo ideal. Alto, tez clara, cabello ligeramente rubio y unos preciosos ojos azules, electrizantes.