Médium. Beso a la muerte (libro 2)

Capítulo 7: Desaparecido

Capítulo 7: 
Desaparecido 
 

 

Abro la puerta y me recibe un silencio inquietante. Me asomo e inspecciono el corto pasillo que da directo a la sala. El televisor se encuentra apagado, las ventanas cerradas… y no hay señales de Otto por ningún lado. Bueno esa es mi percepción. ¿Dormido? No lo creo. La búsqueda de respuestas nos tomó casi toda la mañana, son alrededor de las once. Otto nunca duerme hasta tan tarde del día, tampoco hay muchos lugares a los que ir en el pueblo. Yo apostaría que él esperaría hasta que regresáramos. Además, se siente una energía sospechosa.

—¿Qué ocurre? ¿Un fantasma ha secuestrado a mi primo? —susurra Asier a mi espalda con un picor de diversión. Amo su manera de enfrentar mi realidad, mi convivencia con los muertos y todos los problemas que puedan ocasionar. Es el mejor. —O quizás, ¿lo tienen de rehén?

Niego con una sonrisa en los labios.

—Espero que no.

Doy un paso al interior, haciendo el menor silencio posible. Lo escucho venir detrás. Imitando mi andar. La sala, despejada. Avanzo hacia la cocina. Ni señales que alguien hubiera estado aquí… las últimas horas, o días, esto es muy extraño. Nada ha sido cambiado de lugar, a simple vista todo está igual a como lo deje esta mañana, pero siento que algo no encaja. ¿Qué será? ¿Qué será?

—¿Por qué tenemos que ser tan silenciosos? —pregunta mi ocurrente novio. Doy vuelta para quedar casi que entre sus brazos. Tengo que mirar hacia arriba un poco para tener perfecto contacto visual. Él me sobrepasa por unos buenos centímetros. Me encanta el color índigo de sus ojos. —No es como si fuéramos a agarrar desprevenido a un muerto.

Me carcajeo contra su pecho. No se puede entrar a un ambiente perturbador con comentarios como este. Estoy segura de que él puede sentir el ambiente denso, y no viene de nosotros, pero se lo toma con diversión. Alzo la mirada, lo encuentro inspeccionando el área de la cocina.

—Deja de hacerte el chistoso —le doy una palmada en el pecho. —Algo raro le ocurre a la casa. Además, Otto no está.

—Seguro salió a dar una vuelta por ahí.

—También pudo haber sido seducido por alguna muerta y justo ahora podría estar colgándose en su habitación —replico.

Él frunce el entrecejo, contrariado.

—¿Crees que él caería tan fácil? —me dejo caer un poco contra su pecho, de nuevo. No pienso que Otto tenga la mente tan débil… aunque hay apariciones que hacen cosas que yo jamás imagen que serían capaces de hacer. —En tal caso, tendría que ser una muerta muy, muy bonita.

—¿Vas a seguir?

—Solo digo que, a lo mejor, necesita que alguien le dé cariño.

—Puede ser. Y estoy segura de que prefiere unos brazos calentitos para que lo mimen.

Su boca se tuerce en una media sonrisa cargada de picardía.

—¿Realmente, pueden secuestrarlo?

—Es poco probable, pero no imposible. Y recuerda que la belleza de los muertos en ocasiones solo es tentadora.

Junta su frente con la mía, me mira con prometedoras promesas en la mirada, y luego besa la punta de mi nariz, y susurra.

—Lo buscaré en su habitación.

—Sí, ve —susurro de regreso.

Vuelvo mi atención al área de la cocina. Tengo la sensación de que estoy pasando algo por alto… Puedo sentir que alguna entidad está cerca, pero pareciera que no terminará de decidir mostrarse por completo. Me sobresalto ante un inesperado grito.

¡No puede ser!, asustaron a Asier.

Voy hasta el corredor de las habitaciones, me asomo en la que tiene la puerta abierta que resulta ser la de Otto. La cama está desarreglada, lo que no me sorprende en lo absoluto, puesto que él no es que sea un hombre relativamente ordenado. La ventana abierta, y el viento entran con fuerza elevando la cortina. A pesar de que casi es medio día, nada de luz se filtra desde el exterior. La habitación se encuentra a oscura es su totalidad. Inquietante.

Busco el interruptor de la luz, nada la bombilla no enciende. Quizás se quemó… No. Es más probable que me haya llegado una visita del más allá, una dramática y quizás, problemática. Sigo hacia el baño, Asier se sostiene del lavamanos y tiene una respiración pausada. Si rostro perdió todo el color.

—Se puede saber, ¿qué tipo de fantasma cumple tus sugerencias al pie de la letra?

—Uno con el sentido del humor muy retorcido —musito.

Del tubo de la cortina de la ducha hay una muy corta soga alrededor del cuello de un hombre, que de espalda se parece a Otto, pero innegablemente es un fantasma, simulando un ahorcado.

¿Qué está pasando? Los fantasmas no tiene sentido del humor, si hacen algo es por una finalidad. Transmitir algo, bueno o malo, a la final tienen una razón. Y, esta casa estaba libre de cualquier inquietante entidad que pudiera darnos un espectáculo como este. Ahora mi nivel de preocupación se ha intensificado. Intentan burlarse de mí.

—Salgamos a buscar a Otto.

Lo tomo del brazo para salir. La bombilla de la habitación titila cuando hace un instante no encendía. ¡Encantador! Tiro de la manija de la puerta, y no sede. Se ha trabado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.