Médium. Espada de hueso (libro 1)

Cubagua

Capítulo 30: Cubagua

 

Mateo se ha presentado en mi departamento minutos después que llegue, para burlarse en mi cara que Asier estaba con ellos y no conmigo. También para plantearme un trato, que yo me entregue a sus deseos lo que significa morir para estar a su lado a cambio dejaran ir a Asier. Le dije que podía irse al carajo con sus manipulaciones. Lo que no le ha sorprendido ya que siempre he dicho que no ante todo lo que me ha propuesto.

Termino de vestirme, he optado por un pantalón deportivo en negro y una franela blanca. Lo más cómoda posible. Tomo un suéter, y salgo. Ya me deben estar esperando, la familia Amaíz enviaría a alguien a buscarme. Ya le he avisado a mi madre que estaré fuera de la isla las próximas horas, por si ocurre cualquier cosa le avise a mi amigo Lorenzo, lo hago por si algo ocurre con mi hermana mi madre no tenga que estar sola. Ya han sido dos veces en que mi hermana nos ha hecho pasar por un momento bochornoso, primero en la policía y luego en el hospital, espero que esos eventos no se repitan pero mejor estar preparado.

Cierro el departamento, y voy a tocarle la puerta a Lorenzo. El sale a la primera.

—¿Ya te vas? —pregunta enfurruñado porque no he permitido que me acompañe.

—Sí, y quita esa cara que lo mejor es que te quedes aquí —insisto. Le entrego las llaves—, no sé qué vaya a ocurrir pero no te quiero en medio. Te casas en un par de días.

—Solo por eso te perdono por excluirme —expresa tomando mis llaves.

—Gracias —le doy un abrazo de oso—. Si mi madre logra llamar por lo de Alida por favor no me la dejes sola.

—Vete tranquila. Cualquier cosa yo me hago cargo. Si tu hermana no lo denuncia o se separa de él, esto continuara. Ni tú ni tu madre pueden tomar acciones legales contra él —dice.

—Lo sé, y eso es lo que más me enfurece. El no poder hacer nada.

—Todo irá bien —deja un beso en mi frente—. Cuídate, por si lo has olvidado eres la madrina de mi boda.

—Todo irá bien —le devuelvo sus propias palabras, y corro hasta el ascensor que mantiene sus puertas abiertas porque ya alguien se ha subido. Lo alcanzo a escasos segundos de que las puertas se cierren.

Otto me espera a las afueras del edificio en la moto de Asier. Sonríe al verme, y me entrega el casco.

—Pensé que te irías con los demás —digo mientras me coloco el suéter, me acomodo el cabello en una coleta para que sea más cómodo ponerme el casco.

—Mi primo me matara si se entera que te he dejado ir con la sola compañía de Román, así que estaré contigo en todo momento —se coloca el casco, y se sube a la moto. El motor ruge, y es el momento de yo también subirme. Me sostengo de su cintura en el instante en que la moto sale disparada hacia la carretera. El viento golpea mi rostro haciéndome permanecer con los ojos entrecerrados, mientras tomamos la avenida. Nos detenemos en los semáforos y luego la moto se impulsa hacia delante como caballo desbocado, pero en un momento nos detenemos y es como si todo se hubiera paralizado Cada vehículo que se encontraba circulando se ha detenido sin importarle el cambio de las luces en el semáforo.

Lo que no quería que ocurriera, está sucediendo ante mis ojos. El mundo espiritual ha quedado expuesto en un segundo. Hay fantasmas por todas partes y la conmoción de todas las personas como si hubieran invadido la isla unos extraterrestres. El miedo y el horror se desplazada en el aire, algunos gritos de desespero y desconcierto llegan a mis oídos.

—Otto avanza —susurro en su oído.

—No puedo —dice horrorizado ante lo que está presenciando.

—Si puedes. Tienes que llevarme a Cubagua para que esto se acabe antes de que se extiende por todo el país y hasta el resto del mundo.

Se toma unos minutos para reaccionar y no ponemos en movimiento, él va con miedo de llevarse a alguien por delante por lo que susurro en su oído: Todo los que deambulan por la calle ya están muertos, es imposible que los mates.

Mueve a cabeza de un lado a otro, quizás hasta este sonriendo. Acelera. Todo el trayecto hasta el Yaque el panorama fue el mismo: los fantasmas expuestos ante los ojos de los vivos y el transito paralizado. Como si se hubiera convocado un paro general en toda la isla. No quiero imaginar como de debe estar cada rincón poblado de vivos y muertos bajo el horror y el miedo. Seguramente muchos tomaran esto como si fuera el fin del mundo. Otto manipula la moto con cuidado por la avenida san juan bautista Arismendi con cuidado entre los auto, lo que nos hace que nos retrasemos un poco.

Al entrar a la localidad del Yaque nos encontramos con un alboroto en la calle. Personas clamando a Dios ante lo que creen esta por suceder. Otras, gritan que hay que prepararse para porque el apocalipsis ha llegado. Si mi hermana está presenciando algo parecido debe estar volviéndose loca. Intentando comprender porque hay tantos muertos ante su mirada, cuando en su religión los fantasmas no existen.




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