Mei, puede ver la muerte

Mei, puede ver la muerte.

Autor: Diego Leandro Couselo

 

 

1 -Narrativa Argentina. Cuento  -  Género: terror – Misterio – Suspenso – Terror psicológico – Paranormal. 

Próximamente novela. -

Todos los Derechos de Autor. Reservados.  -

Idea tomada del anime – The Another-

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Acto uno. Mei. La chica sumisa. -

 

Mei es muy introvertida. Lo ha sido desde muy pequeña. A ella le gustan las excentricidades. Se pude denotar con solo ver su aspecto. Oscuro, su uniforme, su bolso, su rostro, a pesar de ello, una vez, mencionó algo muy particular sobre la soledad, y se conjuga con el verbo pertenecer, ella no pertenecía a ningún sitio, y sus diálogos, solo eran actividades como  jugar con las muñecas a pesar de su edad adolecente.  Son sus únicas amigas. Ella asiste a la lúgubre escuela de EEUU, una secundaria del Barrio de Versalles, frente a la plaza principal, con un jardín de arboles enorme. De la cual también participo como miembro de una elite de marginados. Ella, la principal. En ese malaventurado recinto, se han establecido pautas coactivas severas, y castigos insoportables, por la terrible manera en que los chicos deciden portarse, a niveles altos de violencia. Pero aún así, siguen las cosas como son. Los Profesores, alumnos, alumnas. Todos llevan un rencor en sus mentes. Incluso se ha manifestado en las noticias que no solo es aquí, sino que en todo el barrio se configura ello.

Mei, la chica extravagante, es tímida, e inocente. Por desgracia, siempre la molestan amedrentando su mente y corazón. Sus compañeros, y  compañeras la toman como un ser extraño. Un juguete, en el cual descargar su ira. Ese rencor desgraciado. Le dejan cartas insultantes por debajo de su pupitre, y hasta llegan al extremo de gritarle con su deficiencia o discapacidad de la vista. No puede ver de uno de sus ojos, desde hace unos años. Así ello, siempre se mantiene calmada, a pesar de padecer aquel síndrome del bulling, no permite que su interior de mancille de temor, pero su pasado es un desquicio. Su deficiencia, es un vinculo; contrato con la muerte.

Fue de la siguiente manera. Tiempo atrás, un problema psiquiátrico de la hermana, que no supo contenerse al probar con una soga con actividad muy especial para quienes sufren de esquizofrenia. Dicen que hay voces, Mei, también me lo ha mencionado. Su hermana, mayor, se la había colocado en su fino cuello aquella cuerda, y Mei lo había visto, pero no podía participar. Ella, lo sabía muy bien. No te involucres, fue la consigna.  Y, el no intervenir, o no poder, fue más fuerte. Cuando su hermana mayor, se mantuvo colgada desde la viga al espacio de aire y el suelo, el suicidó delante de ella fue inminente.  Ahorcándose. La pequeña entendía  a que estaba apostando su hermana, y no quiso intervenir hasta que la lengua de ella, se salió de la boca, y el grito de Mei, fue lo última palabra sonora en ese entonces en todo el cuarto. La niña tuvo entonces un desmayo cayendo al suelo y golpeándose la cabeza y el ojo derecho con un marco de madera como si algo la empujase. La linfa coagulada, comenzó agolparse como un lago siniestro, en cuanto el chirrido de la soga tambaleaba como péndulo, con un cuerpo. Despertó en un hospital, mucho después.

Sus padres no pudieron contenerse de la situación trágica. Y la niña, veía como uno por uno se iban de éste mundo. Mei, era la chica singular. Perdió su ojo, y la oscuridad jamás pudo ser cubierta en su lado derecho. 

Yo la conocí a ella, por ser del otro grado. Incluso me ha llegado a interesar, aunque muchos me han expresado que me alejara, pues, dicen como toda leyenda urbana, barrial, o escolar,  que Mei Inosanto puede ver la muerte, o es la muerte. Y todo lo que está alrededor de ella, tiene un trágico final.  Aunque no está comprobado, pues nunca sucedió, nada.

Al transferirme de grado, pude verla más seguido. El interés, se desató en mí cuando unos chicos la molestaron como siempre, y me coloqué entre su indefensa figura y unos malhechores. Fue en uno de los pasillos, cerca de los casilleros de pertenencias de los alumnos. .

  • ¡Déjenla en paz! –
  • ¡¡Tú!! ¡¡Que te metes, para defender a la inútil!! – Y un golpe en el rostro me valió un moretón, y una caída al suelo frívolo.  –
  • ¡Vámonos…!... Dejen a este tonto héroe…¡Ja!..¡Ja!..
  • ‘Ja!..¡Ja! – Seguían riéndose los otros. -

Entre las burlas en el pasillo de la escuela, las figuras siniestras de aquellos se alejaban, en cuanto mi sombra en el suelo se desdibujaba. Estaba allí, pasando mi antebrazo sobre mis labios. Parte de él sangraba. Mi camisa se había manchado con una tonalidad roja. Ella, firme frente a los casilleros en donde se guardan útiles, confrontaba el alrededor. Hasta producía miedo por ello, y  se acercó. Fue la primera vez que nos vimos cara a cara. O por lo menos que ella supo de mi existencia. Se colocó de cuclillas a donde estaba, y pasó su dedo en mi labio.

  • ¡Gracias! –
  • ¡No te preocupes! No te volverán a molestar. Son unos tontos.

Ella no expresó nada. Siquiera, debía saber mi nombre, y tampoco tuve interés en decirlo. La situación ya era bastante calamitosa. -

  • Ya es parte de mí – Expreso. –
  • ¿Eh? – Hice un gesto frunciendo el ceño. Mei, se retiró con sus manos tomadas detrás de su espalda, como meditabunda. -




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