Rumania 1843, 3:15 am
Era una noche perfecta para salir de cacería por el frondoso y tenebroso bosque de Hoia-Baciu.
Muchos dicen que esta embrujado, algunos creen que existe un portal que te lleva a otro lugar o que habitan seres de una dimensión distante que chupan las almas de las personas que se aventuran tan valientemente en él. Quiénes entran jamás salen, y los que sí lograron hacerlo nunca volvieron a ser lo que eran.
Hoia-Baciu era el escenario perfecto para que Magnus Jenkins acompañe a su hija a adentrarse al mundo sobrenatural y que conozca así todos los placeres que conllevaba ser como era, un vampiro libre, correr por los senderos del bosque, escuchar la melodía de la naturaleza de la noche cómo el cántico de la bella y majestuosa Luscinia.
Las cosas no podían ir mejor que hasta ahora. La niña estaba aprendiendo a controlar su sed de sangre mucho mejor que un vampiro promedio y eso era algo verdaderamente extraordinario viniendo de una neófita como ella, si así se le podía llamar.
Estaban solos, el resto del clan se había ido a cazar lo más alejado de ellos para darles un poco de privacidad, para que así padre e hija pudieran pasar un lindo momento en familia.
Les fue difícil a la familia Jenkins encontrar a vampiros que quisieran unirse a su clan, conociendo el peligro que conllevaba el tener al resto de los clanes vampiros en su contra por engendrar a un demonio, cómo la mayoría llamaban a la pequeña Melanie
—Mely pequeña ¿Dónde te has escondido?— grita su padre mientras la buscaba con la mirada. Ambos se divertían jugando a las escondidas o corriendo por el bosque. Ese era su pasatiempo preferido, siempre solían hacerlo, pero esta vez comenzó a preocuparse al no recibir respuesta de su hija— ¡Melanie!
—¡Te tengo!— grita de pronto la niña saltando de la copa de un árbol a los hombros de su padre, quién la toma enseguida en el aire. Tenía dos años, aunque con la inteligencia y apariencia de una niña de siete. Según las brujas a las que han consultado, se debe a que en ella convergen tanto el ADN vampiro como el humano, pues vivió nueve meses dentro de la panza de su madre y nació estando viva.
Cómo todo vampiro no tiene pulso y se alimenta de sangre, pero lo que la diferencia del resto es que ella a comparación de los demás miembros de su especie tiene la habilidad de envejecer. Su caso es extraño ante los ojos de todos los que conocer su historia. Pero lo más curioso era que ella si tenía alma, podía reflejarse en el agua de los arroyos y manantiales, aunque se percibía traslúcidamente como si esta con el paso del tiempo se fuera desvaneciendo así como tambien su esencia humana de la cual nunca pudo disfrutar.
—¿Te he asustado verdad papi?
—¡Oh si cariño me has dado un susto de muerte! — dramatiza colocando una mano en su frente logrando así que su hija soltara una sonora carcajada. Le encantaba pasar estos momentos con su padre y olvidarse que era perseguida por todos, aunque ella no lo supiera en esos momentos— ¿No sientes mi corazón latir rápidamente?
—Pero papi nosotros no podemos escuchar al corazón—se ríe bajito, pero luego su rostro se torna serio y se baja de los brazos de su padre para sentarse en una roca. Magnus se arrodilló frente a ella, le acaricia su cabeza para consolarla al notar que algo agobiaba a su niña—¿Por qué nací diferente? ¿Por qué no puedo ir al pueblo y jugar con los otros niños?
—Cariño, sabes que si juegas con los demás podrías lastimarlos, tu eres mucho más fuerte que ellos. Además, tienes a tus primos aquí— le dice con una sonrisa para alegrarla un poco, aunque eso no le agrado mucho a la niña, sus primos, aunque eran los menores del clan seguían siendo adolescentes hormonales y pesimistas, más preocupados por sus propias vidas que por el resto de las cosas que los rodean.
—Pero ellos nunca juegan conmigo y no me dejan estar con ellos dicen que soy una niña todavía ¡solo son cien años mayores que yo!— protesta enfadada mientras cruza sus brazos haciendo un puchero adorable. Era imposible no encariñarse con ella, era la luz que iluminaba los días más oscuros para su familia y odiaban tener que obligarla a vivir una vida fugitiva cuando todo lo que deseaban para ella era que sea libre. Pero Melayla se sentía bien, ahí en Hoai-Baciu junto a sus padres, ese era su verdadero hogar donde quería estar por el resto de su vida.
—Ya pronto crecerás, serás más fuerte que todos y nadie nunca más te tratará diferente
Tuvo razón en decir aquellas palabras, ya que pronto dejaría ser una niña para convertirse en una mujer fuerte, independiente y hermosa. Lástima que el mundo no la viese de ese modo y la tratara como un demonio que debía ser destruido, cuando en realidad ella era todo lo contrario a uno.
—¡Así será! ¡Seré más fuertes que mis primos y les pateare el trasero!
—Ya verás que si hija
(...)
La fuerza de la niña crecía cada día más, así como también su control. Esto llego a oídos de otros clanes que al saber sobre el caso de la "niña vampiro" quisieron tenerla para sus propios beneficios. De querer cazarla para sacrificarla en la hoguera, ahora la perseguían como si se tratará de un trofeo o más bien de un arma. Una muy poderosa arma como también letal y peligrosa si no sabían usarla correctamente.