Melanie Jenkins: la llave del infierno

Capitulo 5: Una libertad a medias

 

City Death, 11 de marzo de 1847, 04:05 am

Otro día más encerrada en aquella habitación, presa de su propia maldición.

Se había acostumbrado a su vida, ya no intentaba hacerse daño o ignorar a su madre. Básicamente se había rendido ante la situación. Ya no le quedaba fuerzas para seguir luchando por salir de ahi. Se sentía libre y a la vez no. Era raro, pero le gustaba. Tal vez ya se había vuelto loca o simplemente tolerante a la situación, la verdad no lo tenía muy claro todavía.

Ese día parecía que iba a ser un día normal como cualquier otro, pero algo peculiar ocurrió. Alguien más entro por la puerta de aquél sótano. Un hombre adulto, aparentaba tener cuarenta años o más, cabellos negros semilargos, un poco más abajo que los hombros, y con unos destellantes ojos carmesí. Un vampiro de eso no cabía duda. Llevaba un sobretodo largo de curo negro que le llegaba hasta los pies y que cubría gran parte de su cuerpo, con gran y ridiculo sombrero de galera que nada combinaba con su estilo gotico.

Hola Melanie por fin nos conocemos

¿Quién eres tú? — preguntó la joven sentándose en su cama atenta a cada uno de sus movimientos. Jamás había visto a ese hombre, aunque a decir verdad no conocía casi a ninguna persona. Su vida social era prácticamente nula.

Un viejo amigo de tu padre, soy Seutonio de seguro has escuchado mucho acerca de mi

No lo conocía y ni siquiera estaba interesada en hacerlo. No le importaba saber nada que tenga que ver con su padre, aquel que la había abandonado como si su sola presencia le causara una enfermedad incurable.

Jamás me hablo de usted

No me esperaba otra cosa— le sonríe para luego tomar asiento frente a ella y así quedar a la misma altura que la chica para poder conversar mejor cara a cara— Melanie tú tienes un gran poder dentro de ti, eres más fuerte que cualquier vampiro y lo has demostrado, naciste siendo un vampiro, nadie creía que eso sería posible y si lo fuera todos pensábamos que serías un peligro.

Creyeron qué perdería el control y mataría a todos, ¿no? eso nunca paso, ¡¡Tal vez se deba porque me encerraron toda mi vida!!

Puede ser, pero ya te has acostumbrado y creo que puedes controlarlo— comprendió sus palabras enseguida. Aun no podía creer lo que estaba escuchando ¿la dejarían salir? ¿Sería libre por fin?

Dices ¿Qué puedo salir?, ¿Qué puedo ver el mundo? ¡Seré libre!

El brillo en sus ojos volvió a aparecer, no quería ilusionarse, pero era imposible no hacerlo cuando llevaba tanto tiempo soñando con este día. Por fin saldría afuera, volveria a ver las estrellas, así como la resplandeciente luna llena, correria por el bosque con el viento sacudiendo su larga melena peliroja pero lo que mas deseaba era que al fin podria decidir sobre su propia vida sin depender de nadie más.

Es una posibilidad, pero solo saldrás una hora— comentó otra voz entrando al lugar. Melanie voltea a ver quien era para encontrarse con la mirada arrepentida de su padre. Aunque le sorprendió que estuviera ahí, ignoro su presencia y siguió hablando con Seutonio, ya nada de lo que venga de su padre le importaba, asi como el la habia tratado como una extraña, ella lo trataria de ahora en mas como tal. Ante tal indiferencia por parte de su hija, Magnus Jenkins entendio que cometio un terrible error, pensó que si se apartaba de ella, si dejaba de lado todo tipo de sentimientos se iba a volver más fuerte y podría sobrellevar más fácil los problemas. Pero se equivocó, lo único que ella necesitaba era que la apoyara y no supo cómo hacerlo.

Al llegar al pórtico de la casa, se detuvo a observar todo el panorama que la espera afuera, cerro sus ojos para disfrutar de todos los olores y sonidos que le llegaba del bosque a sus sentidos. Luego de unos minutos comenzó a correr libremente, entre los arboles y malezas del lugar, seguida siempre por los vampiros mayores.

—Tranquilo Magnus ya se le olvidará de lo que paso, ahora ve y disfruta con tu hija de este mágico momento.

—Lo intentaré, gracias por todo, creí que no me apoyarías ¿qué te hizo cambiar de opinión?

—Pronto lo sabrás, ahora ve con ella

Asintió y se fue tras su hija. La encontró observando hipnotizada el hermoso lago que había cerca de ahí, era tan cristalino que según la leyenda el alma de cada criatura se puede ver reflejar en él. Tal vez aquél refrán sea cierto pues los vampiros no se reflejaban en los espejos, bueno todos menos Melanie. Pero tampoco importaba mucho aquello pues con o sin alma seguiría siendo un vampiro por siempre.

—Es muy bonito y tranquilo ¿no crees?

No comento nada y siguió mirando el paisaje frente a sus ojos ignorando la presencia de su padre lo más que podía. El seguía intentado sacar un tema de conversación, pero nada de lo que dijera parecía hacer reaccionar a su hija.

—Sé que aún no entiendes muchas cosas, a veces ni yo mismo se cómo explicarlas— trató de justificarse, aunque sabía que no iba a servir de nada, aún así, debía intentarlo. Es difícil hablar con alguien que no quiere ayuda, así como también es difícil ofrecer ayuda cuando ya es demasiado tarde para eso.




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