Melanie Jenkins: la llave del infierno

Capitulo 6: El muchacho y la bruja

 

¿Todo estaría bien ahora que Melanie Jenkins está libre de su cautiverio? Me encantaría decir que sí, pero entonces no habría una historia que contar.

Desde que fue liberada de su cautiverio, Melanie comenzó una nueva vida. Creyó que saliendo de aquel sótano ya podría considerarse una criatura en libertad, pero estaba lejos de sentirse así. Siempre era vigilada por algún miembro de su familia, jamás estaba sola y eso comenzó a agobiarla.

"No confían en mí" se repetía en su mente sin cesar tratando de ignorar que estaban ahí, pero le era imposible. A veces cuando salían de caza aprovechaba la distracción de su familia y se escapaba de su vista, aunque solo fuesen por unos minutos. Que sin duda eran los mejores de su vida, podía correr por el bosque sin preocupaciones, aunque siempre alerta.

Cerca del bosque donde vivían, había una aldea humana, nada impresionante pero que a Melanie Jenkins le llamaba mucho la atención.
Solía subirse a las copas de los árboles y espiarlos. Algunos humanos portaban armas, generalmente los utilizaban para cazar animales, también había panaderos, carpinteros y leñadores.

En este último grupo, un joven de cabellos negros sobresalía de entre todos. No aparentaba tener más de veinte años, pero lo que más llamaba la atención era su rostro. Siempre estaba con un semblante serio, molesto y algunas veces hasta triste. Era por así decirlo, la oveja negra de la aldea, siempre le daban los trabajos más forzosos, lo insultaban y se reían a costa de él.

Cuando era pequeño una anciana trató de matarlo creyendo que él era "aquél ser que traería la desgracia al mundo". Ante esta predicción sus padres, que eran muy creyentes en la brujería, lo abandonaron a su suerte esperando que la naturaleza se encargará del niño. Esa era la causa de las constates burlas, no solo porque era huérfano sino por la razón que ninguna familia quería adoptarlo por lo que conllevaba cargar con aquella profecía. "Nadie te quiere" "Eres una desgracia", esas y muchas otras cosas más había tenido que escuchar a lo largo de toda su vida.

Todos esos años de insultos lo habían hecho más fuerte, solo esperaba el momento adecuado para vengarse de aquellos que alguna vez le dieron la espalda.

—¡Ten cuidado tonto!— se quejó uno de los leñadores cuando el pelinegro pasó cerca suyo con el hacha en alto. Desde su sitio Melanie observó que el chico miraba a su alrededor cómo si estuviera buscando algo o más bien verificando que nadie esté cerca y presenciara lo que pronto ocurriría en aquel lugar. Arrojó el hacha al suelo y en un movimiento rápido que el otro hombre no pudo percibir a tiempo, tomo una cuerda y lo amarró con fuerza contra uno de los árboles, inmovilizándolo— ¿¡Qué haces!?

—¿Recuerdas cuando me dejaste colgando de aquél árbol como carnada para los lobos?— el pelinegro comenzó afilar su hacha contra una roca, bajo la mirada aterrada del hombre. Cuando era adolescente más de un habitante de la aldea intentó matarlo por creer en esa absurda superstición, pero cómo tantas veces el chico había sobrevivido. Sabía que no se trataba de suerte. Alguien lo protegía desde las sombras, creía saber quién era aunque constantemente esa persona se lo negará.

—¡Piedad! ¡Solo hacía lo que ellos me ordenaban!— trató de justificarse inútilmente, pero aún si le dijera quienes fueron los que deseaban verlo muerto en aquel entonces, el chico de igual forma le haría pagar. No solo por ser cómplice sino por puro placer— ¡Tengo hijos!

—Le darás un buen ejemplo, no deben meterse con alguien más fuerte

Dicho esto, con un ágil movimiento termino cortando la cabeza del tipo, de un solo golpe. Este acto sorprendió tanto a la carapalida que no pudo evitar soltar un grito horrorizada pero lo peor fue que el asesino la escuchó. Por un momento sus ojos conectaron. Lo único que el humano llegó a ver fue un destello rojo desaparecer entre las penumbras del bosque.

El muchacho intrigado por aquellos extraños ojos carmesí tomó con fuerza su hacha y decidido se adentró más en el bosque. Nunca ningún humano se atrevía a andar por esa zona y más cuando todavía era de noche, era considerado peligrosa. Algunos decidían que estaba repleta de magia negra y quiénes entraban enloquecían. El no creía en esas cosas, pero algo en esos ojos lo hicieron dudar. En vez de tener miedo como cualquiera otro mortal, le dio curiosidad. Había escapado muchas veces de la muerte ¿Por qué esta vez sería diferente?

Desde su escondite, Melanie observaba al muchacho, aunque sabía que era peligroso acercarse tanto aquél sujeto, se mantuvo cerca sin ser detectada. No podía negar que el chico era lindo, y tenía un cuerpo bien trabajado, pero no entendía porque no se alejaba de ahí sabiendo que podría matarla.

Ella era más veloz eso estaba claro, pero no conocía las intenciones del hombre ¿y si era un cazador? Volvió a mirarlo, no lucia como tal, sólo era un hombre común. "Uno que le gusta matar".

La imagen que acababa de presenciar minutos antes volvió a ser reproducida en su mente ocasionando que su estómago se revuelva. Recordó la mirada su satisfacción cuando decapito a su compañero, esa sonrisa sádica y perversa le daba un aire peligroso.

No, definitivamente no era alguien normal, era un monstruo.

 



 

(...)




 




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