City Death, Aldea Humana
Seutonio llegó a la aldea ni bien el sol se ocultó en el horizonte. Sentía un intenso olor a sangre, curioso se acerco a la muchedumbre que con desesperación trataba de bajar de la cúpula de la iglesia el cuerpo inerte de una joven mujer rubia. No se extraño ante este hecho. El hombre humano era un ser extremadamente patriarcal y machista, ante cualquier situación de "rebeldía" por parte de la mujer se sentía en obligación de "castigar" para demostrar su supremacía.
—¡Alto ahí intruso!
El alguacil, armado, se acercó peligrosamente hacia el con la intención de arrestarlo por homicidio. Era ilógico que pensara que había sido el responsable pues por el olor que desprendía el cadáver indicaba que llevaba horas muerta, lo cual daba a entender que quién haya perpetuado el crimen lo hizo durante el día. Pero ¿cómo le explicas a un humano que no puedes salir al sol, sin revelar tu esencia sobrehumana?. Por suerte alguien mas llego a su rescate y lo salvo de la horca.
Ante las palabras de Cassandra Miller, que insistía en que conocía a aquél hombre y aseguraba que era alguien de buenas intenciones, lo liberaron. La presencia del vampiro no le agradó mucho a la bruja, ahora entendía lo que Dimitrius había visto en el bosque.
—No llegas en un buen momento Seutonio
—¿Amor pasional?
—Algo así, ¿eras tú al que vieron hace unas noches atrás?, ojos rojos brillantes en las penumbras del bosque ¿te suena de algo?— el negó confundido, tal vez alguno de los Jenkins se acercó demasiado a la aldea humana. Observó como la bruja preparaba té tranquilamente, como si tener un vampiro en medio de la sala de tu casa fuera lo más común del mundo, aunque viniendo de una bruja todo podía ser posible.
—Melanie Jenkins está aquí ¿sabes algo acerca de ella?
Las tazas se les resbalaron de las manos cayendo precipitadamente al suelo y manchando todo el tapete. Claro que sabía sobre la niña, todas las brujas conocían la leyenda de "llave". Aquella que podía traer al ejército infernal al mundo terrenal.
—No debe estar aquí, he estado sintiendo la presencia de brujas oscuras— comentó mientras recogía los trastos rotos. Si se enterarán que la vampiro estaba en City Death cosas peligrosas podían pasar. Melanie era lo que necesitan las Oscuras para poder traer a Satanás a la tierra.
—Sé que hay una profecía, cuéntame acerca de ella
—Solo las brujas blancas la conocen si la comparto contigo, las Oscuras podrían leer tu mente
—¿Pueden hacer eso?
—Las más poderosas, temo que sí
—Entonces debes ayudarnos, tu familia es la protectora de la puerta ¿no?
Ella no podía hacer nada, al no ser la primogénita no contaba con tanto poder, no como su hermana mayor quién desapareció hace años. Lo que más temía era que se hubiera unido a las oscuras, si fuese así el secreto de la profecía ya pudo haber sido revelado. Debían estar preparados para cualquier cosa.
—Está bien, te ayudaré, pero la profecía solo la sabré yo y nadie más, no hasta que se cumpla el plazo acordado al menos
El vampiro le tomó la palabra, aún cuando todavía tenía miles de incógnitas por resolver. Pero no podía hacer nada más. Aunque le molestará, el destino de su especie estaba en manos de aquella bruja.
(...)
—¿Quién era ese tipo?
No le sorprendió que entrará a su casa sin avisar, siempre lo hacía. Dimitrius la miró con seriedad intentando intimidarla aún sabiendo que no lo conseguiría. Aunque pareciera ser inofensiva, era mucho más peligrosa de lo que aparentaba y de algún modo él lo presentía, pero nunca comento nada acerca de eso. No le convenía estar enfrentado con la única persona que lo protegía.
—Solo un viajero que se sorprendió al ver un cuerpo colgado del campanario ¿otra vez estuviste siendo imprudente Dim?
Sonrió con suficiencia como si matar a una persona fuera lo más común entre los hombres.
En parte era cierto, los humanos se matan entre sí para sentirse más poderosos y mejor consigo mismo, pero sin darse cuenta que aquél acto de crueldad solo alimenta el poder de la oscuridad misma invadiendo sus almas y resquebrajándolas hasta no dejar rastros de lo que alguna vez fueron. Pero en esté muchacho era diferente, pareciera como si la oscuridad lo envolviese y lo protegiera de sí misma, manteniendo su alma intacta.
—Vi su rostro, no le sorprendió en absoluto de hecho hasta parecía satisfecho...
Cassandra lo miró de reojo, aunque su tono era burlón y sarcástico seguía manteniendo la misma seriedad que antes. Ya no quería que la mujer lo engañara, esos ojos rojos que vio en el bosque aquél día solo le recordaba que algo muy importante se ocultaba en aquél lugar. En su interior una voz le decía que más allá de los límites del pueblo le esperaba la aventura de su vida, y si era así estaba dispuesto a ir por ella. Pero antes necesitaba quitarse todas las dudas.
—Cómo si el simple hecho de oler su sangre le causará placer
—Dices cosas muy raras, volveré al mercado— antes de poder abrir la puerta e irse, la acorralo contra está presionando con fuerza su cuello. Su intención no era hacerle daño, pero si ella seguía ignorando sus preguntas no dudaría en reprimirla de alguna manera.