Melanie Jenkins: la llave del infierno

Capitulo 10: La marioneta de la bruja

 

No podía creer que la había perdido de vista.

Desde que salió de su casa con aquel extraño sujeto decidió seguirla y descubrir que era aquello que con tanto esmero le ocultaba. Pero la oscuridad de la noche le dificultó ver ocasionando que pierda la pista de la mujer y por ende quede vagando en medio del bosque.

Nunca creyó que Cassandra sería capaz de entrar a un lugar tan peligroso como ese, aunque en cierta forma después de todo lo que ella le comento no le sorprendía que fuera diferente al resto de los humanos. Siempre sintió que algo mas la rodeaba, y la única forma de descubrirlo era obligándola a revelar todos sus oscuros secretos. Aquí se encontraba perdido entre los tupidos arboles, caminando en plena oscuridad y con la luna como su única guía. 

Siguió recorriendo el lugar por una hora más pero no lograba encontrarla. Finalmente decidió dejar todo y volver a la aldea, pero algo llamo su atención. Una extraña melodía comenzó a sonar a la distancia. Intrigado por saber de qué se trataba se subió a la poca de un árbol. Desde lo alto observó a un grupo mujeres bailar y cantar alrededor de una fogata.

—Malditas brujas— susurró, y justo en ese momento, una de las mujeres volteó a mirarlo fijamente.

Se encontraba a mucha distancia, pero aun así pudo sentir su mirada penetrante clavada en él. Llegó a ver cada detalle de su rostro. Increíble, su vista había mejorado al igual que su oído, ahora escuchaba claramente todos los sonidos del bosque e incluso la campana de la iglesia, aun cuando se encontraba a muchos kilómetros de la aldea. Le fascino sentirse de esa manera, con mucho más fuerza y vitalidad que antes. Aquello era lo que el tanto había buscado.

—Te puedo dar todo lo que deseas y mucho más...—la escuchó decir. La miro mejor, su cara le resultaba muy familiar además aquella voz ya la había escuchado tiempo antes. Hasta que recordó quién era, Adriana Miller. La hermana mayor de Cassandra con quién había tenido algún que otro encuentro sexual cuando era más joven. Siempre presintió que algo extraño rodeaba a esa mujer, tenía a todos los hombres bajo sus pies. Hasta a él mismo había caído en sus redes. Lo usó como quiso, luego lo desechó y desapareció. No le tuvo rencor ni nada por el estilo, pero no podía negar que lo excitaba y ahora entendía por qué. La maldita zorra era una bruja— busca a la mujer de ojos carmesí, tráela ante mí y yo te daré lo que tanto deseas

—Te la traeré de inmediato

La Oscura se dio media vuelta y continuó con su ritual.

Dimitrius sintió un extraño escalofrió, todas aquellas sensaciones desaparecieron de golpe y volvió a ser el humano común que era. Una furia lo invadió de pronto. Ese poder debía ser suyo costará lo que costará, si tenía que matar a todos para conseguirlo lo haría sin dudar, después de todo su alma ya estaba perdida.

Bajo de prisa del árbol y siguió con su búsqueda, la única quien podía saber sobre la mujer de ojos rojos era Cassandra y aunque le doliera la obligaría a revelar su ubicación.

 


 

(...)


 

 

—¡Cassandra!

—Dimitrius...

Susurró anonadada mientras veía al humano acercarse a ella con una clara expresión molesta. No esperaba encontrarlo a tan alta hora de la noche en el bosque. Ante la presencia amenazadora del humano, Misha se puso enfrente de la bruja, su jefe le había pedido estrictamente cuidar de ella hasta que llegará a la aldea humana aunque fue más como un castigo por cómo había tratado a la dama. En todo el camino había buscado la forma de disculparse correctamente sin meter la pata, pero la verdad no era bueno con las palabras, pero sí con las acciones y defenderla de ese hombre sería la disculpa ideal.

—Espere joven Misha, es un amigo— el vampiro asintió y se mantuvo al margen, aunque atento ante cualquier cosa que pudiera pasar, podía oler el odio que desprendía el humano hacia la castaña.

—¿¡Que haces aquí!?, no me digas ¿acaso vienes a formar parte del hermoso aquelarre que tu hermana está llevando a cabo?

Lo miró con el ceño fruncido sin comprender como pudo ver algo así, los aquelarres solo los pueden encontrar las brujas y criaturas sobrenaturales, a menos que su hermana quería que la descubriese, ¿pero por qué? ¿Qué tenía de especial Dimitrius? ¿Su hermana seguía enamorada de él o solo era otra de sus artimañas?

—¿Qué te ofreció?, Dimitrius sé que entre ustedes hubo algo, pero debes alejarte de Adriana por tu bien

Al escuchar aquella advertencia tan absurda suelta una risa sarcástica. En ese momento la única amenaza era ella, ¿Cómo esperaba que confiara en si le seguía ocultando cosas? Se sentía un tonto por no darse cuenta antes de quién era Cassandra en realidad. Ahora que lo pensaba mejor no recordaba haberla conocido de niña. Desde que tenía memoria ella mantenía la misma apariencia ¿Cuántos años tendría en realidad esa mujer?.

Bruja, tu sabías lo que deseaba, ¡pudiste dármelo, pero me lo negaste! Adriana prometió darme todo lo que deseo— ella negó al entender las intenciones de su hermana, trataba de usarlo como tantas veces había hecho en el pasado y final iba a deshacerse de él destruyendo el poco corazón y amor que aún quedaban en Dimitrius, y que ella tan inútilmente trataba de conservar.




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