Melanie Jenkins: la llave del infierno

Capitulo 12: Encuentro peligroso

 

Dimitrius recorría las afuera de la aldea buscando a los responsables de la desaparición de Cassandra, pero ningún pueblerino tenía conocimiento de aquél hecho.
Era como si alguien les hubiera borrado la memoria, lo cual sólo significaba una cosa, Adriana tenía algo que ver en todo esto. Confiaba en que no le haría daño a su propia hermana, solo esperaba no equivocarse esta vez.

—¿Porque te preocupas tanto por ella?, creí que la odiabas por ocultarte la verdad

No se sorprendió al encontrar a la mayor de las Miller sentada en la rama de un árbol. Siempre desde pequeña, la bruja había sido muy traviesa, pero ahora algo extraño la rodeaba. No lo quería admitir, pero lo intimidaba mucho. Esa mujer había cambiado tanto, no era más aquella chica bella de cabellos dorados cual sol que deseaba escapar de aquél pueblo estancado y conocer el mundo. Aún así, quería creer que no le haría daño a Cassandra. Sí, es cierto que estaba molesto con la menor por ocultarle cosas, pero la seguía queriendo como la hermana que nunca tuvo y se preocupaba mucho por ella.

—¿Dónde está Cassie?

Interrogó cruzándose de brazos sin dejar de mirar a la belleza que tenia delante de el, era muy sexy eso no lo podía negar, pero esta vez se obligó a sí mismo a no caer de nuevo en los trucos baratos de aquella seductora mujer. Debía tener la mente fría y concentrarse en encontrar a su amiga.

—Ella está muy bien con sus nuevos aliados, protegiendo a la llave

La miró esperando a que le diera más información al respecto, no era algo de su incumbencia aunque sabía que el chico podría serle útil en un futuro. Había presenciado cómo asesino brutalmente a los que se habían burlado de él. Si era fuerte siendo humano mucho más fuerte lo sería como sobrenatural. Dimitrius era sin duda un arma letal que estaba dispuesta a utilizar para su propio beneficio.

—Ya dime que es lo que quieres mujer

—Acércate a la que llaman Melanie, gánate su confianza, has que se ponga en contra de sus aliados y de Cassandra

—¿Eso es todo? ¿No me dieras la razón?

—Ya te mostre lo que te puedo ofrecer si cooperas conmigo, tu decide

—¿Donde la encuentro?

Ella tan solo sonrió y desapareciendo de su vista. Suspiró dudoso de seguir o no sus deseos, pero al final término adentrándose al bosque en busca de la chica de la cual solo conocía su nombre, y a quien solo había visto sus ojos. Tenía un presentimiento de que la encontraría rápido pues sentía muy dentro de sí que ese era su destino y no estaba del todo errado.

 

 

 

(...)

 


 

Recorría el bosque dejándose alumbrar solamente por la luz de la luna. No quería llamar la atención y asustar a las criaturas de la noche, pues sabía muy bien que estas se alejarían de toda posible presencia humana. Ya sabía algunas cosas sobre ellos, que eran veloces, con ojos brillantes y al parecer lucían como humanos, pero aun no sabía exactamente que especie era , ni cuántos son. No tenía miedo de encontrarse con alguno, de hecho, eso era lo que deseaba.

Estuvo caminando por dos horas seguidas hasta que sintió voces a lo lejos que se acercaban a dónde estaba con mucha rapidez hasta poder escucharlas claramente.

—¡Melanie por aquí, hay un ciervo!— escuchó una voz femenina hablar. Se acercó y pudo ver claramente a dos mujeres, una rubia y la otra pelirroja rodear a un inofensivo ciervo.

"Tráeme a la mujer de ojos carmesí... Aquella a la que llaman Melanie". Esas fueron las descripciones que Adriana le dio sobre la mujer que debía encontrar, no había resultado nada difícil hallarla al fin y al cabo.

—Bien hermana aquí voy

Ni bien la muchacha mencionó eso sacó a relucir sus colmillos, sus ojos se tornaron de un intenso color carmesí. Dimitrius se quedó perplejo, eran los mismos ojos que él había visto hace tiempo, cuando sintió que alguien lo vigilaba. Más aún se sorprendió cuando la joven saltó sobre el animal y comenzó a drenarle la sangre alimentándose del pobre e indefenso mamífero.

—Vampiros...

Susurró lo más bajo posible pero aun así la otra vampiro lo escuchó y comenzó acercarse a su escondite a paso lento pero seguro, con todos sus sentidos alertas. No le temía a la muerte, pero Adriana había sido clara con su pedido. No debía dejar que nadie más que no sea Melanie supiera acerca de él.

—¿Crystal? ¿Ocurre algo?

—No es nada, creí oler a un humano, pero tal vez me equivoqué— explicó restándole importancia, supuso que era todo un truco de su mente pues llevaba ya varios días sin probar sangre humana. Dimitrius suspiró ansioso, quería tener lo que ellos tenían, fuerza y poder para no dejarse pisotear por nadie nunca más. ¿Adriana podría darle aquello?

—Vamos antes de que papá se preocupe por nosotras

—Si, ya fue suficiente caza por hoy ¿una carrera?— Crystal sonrió con malicia y sin esperar a su hermana echó a correr. Melanie quejó por lo tramposa que era, cuándo estaba por irse un olor exquisito llegó a sus fosas nasales.




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