Mientras, Misha y Cassadra discutían sobre contarle o no toda la verdad a Melanie, esta última aprovechó la distracción de ambos y tomó el libro que la castaña había dejado en su habitación, y se escapó. Comprendía el peligro de salir sola al bosque sabiendo que posiblemente otras criaturas puedan hacerle daño. Pero sólo a uno le temía realmente. Dimitrius, aquel humano despiadado a quién debía darle lo que pedía para así poder salvar a su familia.
Se adentró en el bosque, aún con el miedo latente de ser descubierta. Tomó un sendero diferente para así desviar la atención por si salían a buscarla. En su recorrido término llegando de casualidad a una choza recientemente construida. De aquella cabaña improvisada salió un niño de unos once años más o menos, que la miraba fascinado. Al parecer estaba sólo, pero no parecía asustado por su presencia.
—Tú no eres un humano, eres muy bella para ser mortal
No pudo evitar reír por las ocurrencias del pequeño. Enseguida descubrió que no era un humano, su peculiar olor a perro le advirtió que se trataba de un lobo. Quiso irse rápidamente para evitar problemas, pero al ver que sólo se trataba de un inocente niño decidió quedarse un poco más ¿Qué podría ir mal?
—Gracias supongo, nadie me había dicho tal cosa antes
—Pues los demás están muy ciegos, y dime ¿tienes novio?— preguntó sin una pisca de nerviosismo, sonriendo de lado con coquetería. Era todo un galán para hacer solo un niño. Melanie sonrió apenas mientras bajaba la vista al suelo avergonzada. No conocía nada del mundo y eso la hacía sentir mal. Jamás experimentó el amor, ni el cariño y ahora que estaba por fin en libertad se sentía abrumada por todo.
—Nunca conocí a nadie, mi familia me mantenía encerrada
—Tu familia es un asco
—Sí creo que tienes razón
Sonrió de lado. Aquel niño sabía cómo hacerla sentir mejor, por un momento olvido la locura que estaba por hacer, pero pronto volvió a la realidad. Si, era cierto que su familia la sobreprotegía demasiado y le ocultaba muchas cosas, pero aún así los quería, por eso mismo debía protegerlos cómo ellos siempre hicieron con ella.
—Me gustó hablar contigo, pero me tengo que ir— el niño bajó la mirada desanimado, era la primera amiga y la única que hacía desde que llegó ahí, no quería que se fuera tan pronto. Melanie al ver esto se conmovió y acepto volver a verse para conversar.
—Está bien sólo una última pregunta ¿Cuántos años tienes?
Se removió incomoda era complicado el tema de su edad, pues ella nunca había sido mordida cómo los demás vampiros, pero extrañamente no quería mentirle al niño por lo que optó decirle toda la verdad.
—Tengo once años, nací siendo así, no me mordieron
—Así que tú eres a la que todos buscan— mordió su labio con nerviosismo aquél detalle todavía la inquietaba, más porque todos hasta éste extraño niño parecían saber más de ella que si misma— lo siento no quise incomodarte, si te hace sentir mejor yo también tengo once años
—¿Y eso que tiene que ver?
—Quién te dice que no seamos almas gemelas en el futuro— bromea haciéndola reír, era imposible que ambos estén predestinados a estar juntos pues aquellas conexiones solo se daban entre seres de una misma especie, pero ninguno podría negar que se estaba formando una linda amistad entre la vampiro y el lobo. Una conexión que tenía mucha importancia en el futuro, aunque ellos no lo sabían en ese momento.
—Tengo que irme, debo hacer algo importante...
—No sé lo que sea, pero no te ves muy segura, ¿quieres que te acompañe algún lado? ¡No le tengo miedo a nada! solo a mama cuando está enojada
La verdad un poco de compañía no le vendría mal, pero era muy peligroso lo que estaba por hacer. No podía arriesgar a un niño, jamás se perdonaría si algo le pasaba por su imprudencia. Además, no quería causar más problemas a su familia, si los lobos se enterasen de esto de seguro correrían muchas cabezas y sabía que eso no era conveniente. No entendía mucho, pero presentía que la ayuda de los lobos sería muy importante para lo que se avecinaba, así que hacerlos enojar no es era opción viable.
—Es muy peligroso solo eres un niño
—Igual que tú
El niño era listo. Aunque era más fuerte que un humano promedio seguía siendo débil, pues los lobos no desarrollaban sus habilidades hasta la pubertad. Pero aún así no estaba dispuesto a dejarla ir sola, el bosque a estas altas horas de la noche era muy peligroso y más con las brujas oscuras rondando el lugar. Todos creían que se habían ido, pero él sabía que no era así, había escuchado al alfa de su manada hablar sobre ellas "las oscuras no dejarán estás tierras si la llave del infierno está en peligro". Lo que realmente no entendía es que se proponían con ella ¿protegerla o usarla para su beneficio?
—Puedes contarme lo que sea, no le diré a nadie
—Lo siento, es algo personal...
—Ey tranquila no te sientas mal, yo también tengo secretos— sonrió comprensivo y le extendió la mano a modo de saludo, gestó que ella tardó un poco en responder. Algo tímida, aceptó el apretón de mano, dejando un poco consternado al muchacho. Se suponía que ella era una criatura peligrosa, creada con maldad y para la maldad, pero frente a él tenía a alguien completamente diferente, amable, tímida y de buen corazón, pero aun así no debía confiarse mucho "hasta el diablo fue un ángel alguna vez" era lo que su abuelo siempre le decía— soy Ryan, por cierto