Cada vez que tenía esos sueños iba recordando su vida, así como el odio que sentía hacia Dios y sus ángeles. Pero a quien odiaba mas era aquel ángel caído que la había engañado, Lucifer. Deseaba tanto hacerle ver cuanto lo odiaba por lo que decidió traicionarlo.
—Albert... No podemos estar juntos
—Dolores sé que tú no eres como ellas, en tu corazón hay bondad
—¿Y porque siento tanto odio acumulado?— lo amaba de eso no cabía a duda, pero su odio hacia Lucifer y Dios era muy superior. Había pasado tantos años sola, intentado de diversas maneras hacerles ver cuánto daño le habían hecho pero cada vez que lo intentaba algo siempre le salía mal— tu eres un fiel creyente del creador, si te enteraras de lo que estuve a punto de hacer no me perdonarías nunca
—La persona que fuiste en el pasado no me importa, ahora frente a mi veo a una mujer fuerte que lucha contra sus propios demonios
Ella soltó lágrimas, y lo abrazo fuertemente él era el único que la entendía y jamás le dio la espalda cuando las cosas se complicaron, sabía que al final lo suyo no iba a perdurar.
—Fui yo quien guió al soldado romano Poncio Pilato en la muerte del hijo de Dios, Jesús ¿aun así me quieres cerca?
—Sí, pues ese era el destino de Cristo, debía morir para bajar a los infiernos y salvar las almas de los humanos— salvar todas las almas excepto la suya, que vagaba sin rumbo por la tierra sin obtener el descanso eterno. Ese había sido su cruel castigo por ir contra los designios divinos del señor— Dolores...
—No, sé que como tu pareja te debo respeto, pero bien sabes que jamás podrás domarme, déjame ir...
—Solo por esta vez, ten presente que te volveré a ver de nuevo
Así termino la historia de amor de Albert Blair y Dolores Jenkins, una pareja londinense que se fugó al Nuevo Mundo para vivir su vida en paz y tranquilidad, pero aquella paz se vio frustrada por los recuerdos del pasado, que hicieron que Dolores comenzara a actuar como quien era en realidad.
La mujer que vaga en las sombras de la noche, la reina de la oscuridad, Lilith.
(...)
Ansiosa por llevar sus viles planes contra el imperio de Lucifer, se acercó a un joven hombre. La maldad y la avaricia vibraban fuerte en el, deseaba poder derrotar al emperador musulmán que tenía a su pueblo y al mismo bajo sus órdenes, para luego conquistar el mundo y tenerlo a sus pies. Lo sedujo, le contó que existía un ser capaz de dotarlo de todo lo que el tanto anhelaba. Solo debía ofrecerle un pequeño donativo, vender su alma. Así fue como Vlad Tepes hizo el pacto con el diablo, vendió su alma y el señor de la oscuridad le otorgo el comando su ejercito infernal. Eso era justo lo que Lilith planeaba, utilizo al ejército en contra de Lucifer, pues ella al ser la madre de los Lilim tenía pleno control de aquellos. Quería acabar con Lucifer y dominar el infierno, luego iría tras el reino de Dios.
Ante aquel suceso Dios ordeno a las criaturas unir fuerzas para detener a Lilith. Entre ellos se encontraba Albert Blair. Dios se dio cuenta de que era el único que podía despertar el amor en Lilith, pero no lo dejarla ir desarmado al campo de batalla. Le otorgo el poder de convertirse en el animal más rápido, con la capacidad de curar sus heridas a una velocidad inimaginable y con la fuerza de mil caballos. Fue así como Albert Blair se convirtió en el primer hombre lobo en pisar la tierra, en el protector de todos los humanos y de la naturaleza misma. Fiel servidor del creador.
—¡Dolores por favor reacciona tú no eres esto!
—Esa mujer ya no existe ahora mi nombre es Lilith
—Sé que estas molesta por que él te dio la espalda, pero matarlo no te hará feliz ¡Dios aún confía en ti y está dispuesto a perdonarte!
—¡Soy la reina de la oscuridad!
Con cada paso que daba ella retrocedía, algo en su interior le impedía hacerle daño. No iba a negarlo, lo amaba, pero su odio hacia Dios era más superior. Había deseado esto por miles de años, no podía echarse para atrás.
—Por favor recuerda lo que pasamos juntos
—Lo recuerdo, pero no puedo ir contra mi destino
—Una vez me hiciste prometer que pasara lo que pasara debía hacer lo correcto... Lo siento
Dio otro paso más al mismo tiempo que ella retrocedió. De pronto en aquel lugar el suelo bajo sus pies comenzó a temblar. Gruesas cadenas comenzaron a rodearla aprisionándola. Después de tanto tiempo de ser un alma en pena vagando por la tierra sin descanso eterno su padre la condeno.
—¡Me engañaste!
—Te prometo que protegeré a esta tierra, así como tú lo hubieras hecho, te amo Dolores
—¡Maldito infeliz! ¡Me vengare! Volveré y está tierra será mía
Así fue como Lilith, después de mucho tiempo de agonía fue condenada a quemarse en las llamas del infierno. O eso fue lo que todos creyeron.
—¡Soy la puerta del destino, la barrera que separa el infierno y la tierra cuando la llave despierte volveré y reclamare este mundo como mío!