Meliflua

CAPÍTULO 06

Capítulo 06 
Lencería negra 

Emily me había pedido que nos encontráramos en el salón M7 y, tras muchas escaleras, finalmente lo había encontrado. La puerta estaba abierta y visualicé a la pelinegra hablando con una chica. 
Ingresé y al instante su vista se fijó en mí. 
—No sabía si llegarías por tu cuenta— rió. 
¿Auch? 
—Siéntate. Comenzaremos en unos minutos. 
—¿Con qué?— caminé tras ella. 
—La reunión para la organización del aniversario— contestó sin mirarme. 
—¿Eh? ¿No íbamos a hablar de los... 
Su cabeza se giró en mi dirección como si hubiese sido poseída. 
—No— me dedicó una mirada de advertencia—. Es para que nos ayudes con el aniversario. Así puedo comprobar que solo eres otra víctima y tú te puedes integrar con los estudiantes. 
Fruncí el ceño y la vi alejarse en silencio. Su comentario me había molestado bastante, continuaba acusándome.  
Me senté en la silla con el entorno más vacío, que de igual forma podría ser cualquier porque éramos solo cuatro personas. Al cabo de unos minutos el gentío comenzó a llegar mientras yo leía y analizaba algunos libros de romance. 
—Primero que nada, buenas tardes— una chica castaña llamó nuestra atención—. Soy Nancy, estudiante de artes. Junto a Emily somos como las "líderes" de la organización— hizo comillas con sus dedos.  
La estudiante de periodismo sonrió al ser nombrada. 
—El aniversario en sí ya está planeado— contó Emily—. Será una fiesta tipo graduación anglosajona. Baile, con parejas, tal vez reyes... 
Fue silenciada por la puerta siendo abierta. Liam ingresó al salón, se disculpó y se sentó en el único lugar libre que, como el destino era tan conveniente, era a mi lado, pero él ignoró mi mirada. Comenzaba a sentir que Liam me odiaba, luego de la insignificante discusión que habíamos tenido no me lo volví a cruzar en el apartamento, y no sabía si era por mera casualidad o si me estaba evitando. 
—Es muy simple, pero será muy elegante y entregaremos trofeos para profesores, alumnos destacados y así— continuó—. Lo que necesitamos es una idea para recolectar dinero. 
—Lavaro de autos— ofreció una chica. 
Lavado. 
Emily la miró como si fuera la persona más tonta del mundo. 
—Aquí solo podemos usar bicicletas, nadie va a lavar autos. 
—¡Lavaro de bicicletas!— chilló la chica, como si hubiera descubierto la algo emocionante. 
Lavado. 
En cuanto se desató una discusión contemplé a Liam, con la intención de saber qué hacía en esta reunión. 
—¿Qué?— preguntó con molestia. 
Me había notado. 
—¿Qué hacés acá?— pregunté sin más, con cautela. 
—¿Lo mismo que tú?— cuestionó de forma sarcástica antes de regresar la mirada al frente. 
Tenía sus auriculares puestos, la vista fija en algún punto de la pizarra, las piernas estiradas y los brazos cruzados. 
—¿Y qué hago yo?— repliqué. 
Finalmente me miró. 
—Conseguir dinero, ¿no? 
No, yo estaba en la mira. 
Pero sí había leído sobre estas actividades. Los alumnos participaban en colaboración con la institución y recibían un sueldo monetario, que se basa más bien en dos opciones: 1, quitar la cantidad de dinero de la cuota mensual. O 2, ganar ese dinero para consumos, únicamente dentro del centro. 
¿Para qué necesitaba dinero en el internado de su madrastra? 
De igual forma no le contesté. 
Me miró, lo miré y tras un absoluto silencio de mi parte regresó su vista al frente. 
—Una feria— volvió su atención a las organizadoras. 
Todos en la sala se silenciaron tras oírlo hablar. 
—¡Eso es lo que necesitábamos!— Emily la escribió en la pizarra. 
—También deberíamos hacer un baile— todos centramos nuestra vista en Nancy—. Me refiero a que podríamos cobrar la entrada y para mejor hacerlo de disfraces. Así será más entretenido. Además la tienda de disfraces cerrará si sigue sin recibir ingresos— lo escribió en la pizarra—. También puede ser al aire libre. En el acantilado de Punta Ballena sería perfecto. 
—Solo tenemos que conseguir el permiso de Celal— advirtió Emily hacia Nancy. 
¿Celal? 
—No nos van a permitir alquilar el lugar— bufó una chica junto a Liam. 
—Todos tienen un precio. Tampoco es que sean tan malos— Nancy comentó alargando la a en "tan". 
Liam suspiró, prendió la pantalla de su celular y comenzó a textear, como siempre, esa vez sí logré husmear, el castaño había enviado un simple “‘listo”. Y luego, en completo silencio tomó su mochila y caminó hacia la puerta.  
Emily siguió a mi compañero con la mirada y luego se dirigió a todos: —Supongo que terminamos. 
A gran velocidad imité al castaño y corrí hacia la salida, ¿lo iba a seguir? Probablemente. Quería hablar con él. 
Al instante de ver mis intenciones de huir la pelinegra me interceptó. 
—Probablemente te llame de noche, ¿bien? 
Asentí y disparé hacia la salida. 
Visualicé la mochila negra de Liam y corrí hacia él -que siquiera me notó-, pero mi celular comenzó a sonar. 
"Steve Pepper" 
Papá. 
Me detuve instantáneamente y suspiré. 
—Hija— saludó. 
—Padre. 
—¿Estás trabajando en el libro? 
—Por supuesto. 
—No me mandaste el archivo. 
—En un rato te lo mando. 
—Bien. Adiós. 
No me dejó siquiera despedirme cuando ya había colgado.  
Me detuve unos segundos contemplando el suelo y finalmente continué caminando. Esta vez avancé con el objetivo de devolver el libro y traer otros, ahora sí necesitaba trabajar en serio. Necesitaba dejar de distraerme con estupideces como Liam y los Badiaga. 
—¡Pepper! 
La voz de Nick llegó a mí. 
¿Ley de atracción? 
Volteé y ahí venía trotando hacia mí, sonriendo y elevando su brazo para que lo visualizara, pero de una forma u otra Nick siempre resaltaba. 
—¿Cómo estás? Hace un tiempo no nos vemos. 
Sonrió aún más estando a frente a mí. Le devolví la sonrisa. 
Corrección: él no me vio. 
—Estuve un poco complicada con adaptarme a las clases y eso. 
Mentira. Había notado que me sabía todo lo que a penas estaban dando en estas clases, pero últimamente cuando veía a algún chico con cabello rubio mi mayor miedo era que me vieran y creyeran que los estaba investigando o algo. 
—Claro, debe ser bastante difícil— apoyó su mano en mi hombro, con comprensión—. Si necesitas ayuda háblame, no olvides que soy tu guía— rió. 
—Gracias. 
Miró su reloj dorado. 
—Me tengo que ir a clase, pero prometo que nos veremos luego. 
Continuó trotando. 
Sé que no debería ser así porque estaba segura de que estaba metido en cosas extrañas, pero hablar con Nick no era tan desagradable. 
El centro estaba lleno, siempre solía estarlo cuando terminaban las clases. Algunos iban a almorzar y otros iban a comprar materiales, pero yo simplemente iba a la biblioteca y compraba mi comida en la tienda. 
Durante mi camino iba revisando mis redes sociales. #Dedondevinoelamor ya no estaba siendo uno de los hashtags más utilizados a nivel mundial, pero los mensajes sobre el libro continuaban llegando a cada minuto. 

"Querida Mía: 
Te escribe uno de tus más grandes admiradores. No creo que mi nombre sea necesario, porque quizás ni siquiera leas esto. Pero se pierde más por no intentar que por no lograr, ¿no? 
Solo quería contarte que desde pequeño tengo impulsos de hacer arte, pero siempre los reprimí por temor a las reacciones ajenas. Leí tus libros y juro completamente que me inspiraste a cumplir todo eso que tanto anhelaba y anhelo. 
La verdad es que eres muy creativa y me ayudaste mucho. Mereces todo lo del mundo y tu arte también. 
Con cariño, un tonto y fiel admirador" 

El mail desconocido plantó una sonrisa tierna en mi rostro. Es que, ¿a quién no podría gustarle recibir esa clase de apoyo? ¿A quién no podría gustarle inspirar de tal forma a alguien? 
Sonreí al pensar en lo irónico que era inspirar a alguien con libros escritos a base del temor. 
Continué revisando mi mail en espera de la respuesta de aquel chico; le había contestado con agradecimientos y esperaba con ansias saber de qué se trataba su trabajo. No contestó y yo simplemente me dediqué a buscar los libros que necesitaba, anotarlos en mi lista de la biblioteca y regresar al apartamento. El camino como siempre era largo, lento y tranquilizador. 
Ingresé y todo estaba igual de sereno que cuando me marché esa mañana, pero en mis órganos no, porque necesitaba urgentemente comer algo. Cerré rápido la puerta y caminé hacia la cocina, pero una persona completamente desconocida me detuvo. 
Una chica castaña con un bronceado perfecto me miró fijamente y yo hice lo mismo con ella. Tenía una musculosa blanca y ropa interior de encaje negra debajo. Nada más que eso. 
—¡Lo siento!— exclamó mirándome con los ojos muy abiertos—. No sabía que había alguien más. Lo lamento mucho. 
—No hay problema— dudé. 
¿Liam también estaba en el apartamento? 
—Soy Tiffany. 
Me extendió su mano y la tomé. 
—Mía Pepper— le sonreí muy levemente. 
—Un gusto. 
Me dedicó una muy perfecta sonrisa, y me soltó la mano. 
Traté de seguir mi recorrido con normalidad, como si ella no estuviera allí, y tomé un yogurt de la heladera. La pelinegra tomó una pera y caminó tranquilamente hacia la habitación de mi compañero, como si yo tampoco estuviera allí. 
—Estúpido, no me dijiste que tenías compañera— reprochó la chica en cuanto abrió la puerta. 
Apoyé mis codos en la encimera y llevé una cucharada de yogurt a mi boca, tomando como punto fijo la puerta cerrada de Liam. 
Un mensaje de mi celular resonó en la sala, se trataba de un número privado.  

"Su investigación va por buen camino" 

Suspiré, tapé el tarro de mi yogurt y salí nuevamente del apartamento, para tomar aire antes de volver a temblar. 

 



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En el texto hay: misterio, internado, romance

Editado: 01.06.2022

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