Meliflua

CAPÍTULO 09

Capítulo 09 
Vértigo 

Recostada en el sofá de Nick no entendía muy bien porqué había accedido. 
La semana había sido lenta, torturante y agotadora. Me levantaba, iba a clases, miraba el techo, veía una serie rusa y a penas dormía, y esa rutina era exactamente la misma todos los días. Había sido todo tan repetitivo que, cuando Nick me invitó a su "Sunday Party", por mi mente ni se asomó la idea de negarme. 
No entendía muy bien qué ocurría en esa fiesta pero la música estaba baja, las conversaciones parecían murmullos, no habían más de veinte personas, era tranquilo y, lo mejor de todo, me sentía segura. 
Estando sobre aquel sofá negro lo ocupaba todo y a nadie parecía importarle, pero un deje de culpa me recorrió tras notar que había gente sentada en la alfombra. Me enderecé para sentarme y recosté la cabeza en el respaldo, para continuar mirando el techo. 
—¿Quieres? 
Desvié mi vista a un costado y allí estaba el anfitrión, sentado a mi lado y extendiéndome un vaso con líquido naranja. Me enderecé y lo agarré. 
—Gracias. 
—¿Estás pasandola bien? 
Era lo mismo que en mi apartamento pero menos solitario. Asentí. Me llevé el vaso a la boca y, en cuanto tomé un sorbo, cerré los ojos por el fuerte sabor que tenía. Miré a Nick instantáneamente. 
—¿Qué es? 
Rió. 
—Jugo de naranja con vodka. No sabía si bebías o no— sonrió con disculpa—. ¿Y cómo va tu vida amorosa? 
Dejé el vaso sobre la mesa y fruncí el ceño ante su pregunta. 
—¿Eh? 
—El otro día en la fiesta te vieron bastante ocupada con un chico— subió y bajó las cejas sonriendo. 
"Un chico". Él sabía perfectamente su nombre. 
—Ah— fue mi única respuesta. 
—¿Lo conoces hace mucho? 
Negué. La puerta se abrió sonoramente y, como si nombrarlo hubiera sido un llamado, Rayhan ingresó por allí. 
—Discúlpame— murmuró Nick. 
Dejó su vaso junto al mío, se levantó del sofá y caminó hacia el castaño con determinación. Mientras tanto el intruso se dirigía hacia la barra, como si conociera el lugar a la perfección. 
Los observé detenidamente. 
Nick se colocó frente a Rayhan de forma amenazadora aunque se viera infantil debajo del castaño y, como respuesta, Rayhan parecía reírse de él.  
El universitario tomó disimuladamente a Nick de la camiseta y se colocó a un lado de él, tapando su mano. Le murmuró algo al oído durante lo que pareció una eternidad, luego simplemente se enderezó, quitó su mano de Nick, miró hacia el living, me sonrió y continuó su recorrido, con completa tranquilidad. 
Nick se había quedado en la misma posición, con la vista fija en la entrada y en absoluto silencio. Giró para observar a los invitados antes de voltearse y avanzar hacia un pasillo. Al cabo de unos segundos una chica -que reconocí al instante como la de su discusión junto a la heladería- lo siguió trotando. 
Me enderecé nuevamente en el sofá y contemplé a los adolescentes en el piso, ¿entendían algo? El único que parecía verdaderamente haber notado la escena era Liam, quien, tras contemplar por unos segundos el recorrido de su hermanastro, caminó hacia el balcón. 
Regresé mi vista al frente al no tener nada más que husmear. No quería seguir involucrándome en cosas raras. 
Contemplé mi vaso abandonado sobre la mesa y, luego de dudarlo unos segundos, volví a tomar la bebida. Si a la gente le gustaba no podía ser muy diferente conmigo, ¿verdad? Me forcé a familiarizarme con el sabor y, cuando finalmente lo hice, ya se había agotado; el vaso de Nick también. 
Me levanté en silencio, sin llamar mucho la atención, y caminé hacia la barra. Me senté en la banqueta más cercana a la pared que había y apoyé el vaso sobre la encimera. 
Rayhan ya no estaba allí. 
—Mía Pepper. 
Levanté la vista hacia el responsable de la barra. 
—Iver— le sonreí forzadamente. 
—¿Qué quieres tomar?— se inclinó sobre la barra. 
—No sé mucho de bebidas. 
Me alejé un poco, era mucha cercanía. 
—Te sorprenderé entonces— sonrió y se volteó. 
Yo esperé pacientemente. Observé a los adolescentes que comenzaban a bailar, tarareé al ritmo de alguna canción y el vaso lleno ya reposaba frente a mí. Lo levanté y, esta vez sin dudarlo un segundo, lo bebí. Sabía a fresa y el alcohol a penas se notaba. 
—No creo que torturarte con alcohol y sin dormir sea lo mejor. 
Miré al dueño de la voz y Liam estaba allí, con la mirada sobre mi vaso. 
¿Me hablaba a mí? 
—Dos pomelos— pidió hacia el encargado de la barra. 
Iver rebuscaba en una heladera mientras Liam le daba golpecitos a la encimera. Volví a mirarlo curiosa, limitándome a contemplarlo en silencio y él igual a mí. 
—Dos pomelos— el pelinegro llamó nuestra atención. 
Mi compañero de habitación agarró ambas botellas con una mano y se marchó. Yo solo lo observé alejarse y regresé mi vista al vaso sobre la barra, ¿me estaba torturando a mí misma? 
Observé el piso, sentí un leve vértigo y decidí bajar de la banqueta. 
El encargado de la barra estaba concentrado en su celular, así que no me tomé la molestia de despedirme.  
Contemplé el apartamento y decidí atravesar el pasillo por donde Nick había desaparecido, aunque dije que no quería hacerlo. 
En cuanto llegué al punto de partida, lo sentí alargarse cada vez que pestañeaba y parecía que todo giraba entorno a mí. Era muy extenso y la única iluminación que tenía eran las luces prendidas de las habitaciones, que pasaban por debajo de las puertas.  
Contando habían cuatro puertas y no tenía idea de a cuál dirigirme, o si tenía que hacerlo. Rayhan salió de la última, se detuvo allí y me sonrió desde el final del pasillo, como si me hubiera estado esperando. 
—¿Eso es todo?— preguntó la señora García mientras se acomodaba los lentes. 
—No sé, ese día pasó muy rápido. Pero recuerdo que nos besamos— elevé los hombros. 
—¿Y después? 
—No me acuerdo más. 
Sentí que me encogía en el asiento por la presión. 
Al enterarse de que habían asesinado a alguien cercano a mí Ann había logrado su cometido, llevarme al psicólogo; pero solo fue a cambio de que no me hiciera regresar a casa. 
La señora García se acomodó en el asiento y bajó sus lentes con la intención de verme mejor, aunque eso pudiera provocar el efecto contrario. 
—¿Creés que tu cerebro quiso censurar ese recuerdo porque fue una ocasión traumática?— me miró fijamente. 
—No soy de censurar las situaciones... ¿traumáticas? 
Quité la vista de ella con incomodidad y tras unos segundos en silencio volvió a llamar mi atención. 
—¿No querés hablar sobre el fallecimiento de tu amiga? 
La miré nuevamente y permanecí en silencio, contestando su pregunta. 
—¿Creés que recordarlo refleja de una forma u otra la desaparición de tu hermano?— insistió. 
La miré en silencio. 
—Son cosas distintas— murmuré. 
—¿Por qué? 
Se inclinó hacia adelante. 
—Porque mi hermano era con quien amanecía todas las mañanas después de tener pesadillas, la persona más cercana a mí y se fue sin aviso. 
—¿Y tu amiga? 
—Inna— aclaré. 
—¿E Inna?— repitió su pregunta. 
—Solo la conocía hace dos semanas— sentí la necesidad de remarcar—. Fue la persona con la que más tiempo pasé acá adentro, pero no era como mi hermano... 
—Y se fue sin aviso— completó—. Tan diferente no es— me repitió. 
Rasqué mi ojo disimuladamente para tratar de evitar que las lagrimas cayeran y guié mi mirada al ventanal. 
 
 



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En el texto hay: misterio, internado, romance

Editado: 01.06.2022

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