Ana. Era demasiado simple y dócil para Lucy. En los dos años de relación
que llevaban, había intentado hablarlo con ella, pero estaba embelesada por
aquel guapo joven que trabajaba con su padre. No había nada que hacer.
—Sólo tienes veintiún años, Nana. ¿Por qué tanta prisa por casarte?
—Porque quiero ser una novia joven, guapa y divina.
A Ana no le sorprendió esa contestación, así que, tras poner los ojos
en blanco, prosiguió:
—Todavía estás estudiando. No has viajado, no has vivido. ¿Por qué
casarte tan pronto?
—Pero ¿tú has visto ese vestido de Balenciaga? ¿Te parece poco
cortarte las alas por un vestido así?
—¡Oh, Dios, Nana..., no tienes remedio!
—Venga, va..., lo quiero, quiero mi grandiosa fiesta, el viaje de
novios, el vestido espectacular, mi independencia de los papis, ¿te parece
poco?
—¿Y él te quiere a ti?
Sin tener intención de ofenderse, la futura novia se levantó de la cama
y, señalándose a sí misma, siseó:
—¿Cómo no me va a querer? ¿Tú me has visto? ¿Has visto cómo me
quedan estos vaqueros de Versace con los zapatos Jimmy Choo?
—Sí, hija, sí. Yo te he visto, pero ¿quieres hacer el favor de contestar
a lo que te estoy preguntando?
Retirándose su sedosa melena, tan diferente del pelo corto de su
hermana, la orgullosa y futura señora Edwards respondió:
—Te voy a contestar como yo lo veo. Soy la hija del director general
de la BBC, Frank Barners. Mis medidas son perfectas. Soy guapa, joven y
estilosa. Mi cutis es terso y sin un solo poro abierto. Mi pelo, sedoso y
cuidado. No tengo piel de naranja, ni estrías, ni nada que desentone con mi
estilizado y cuidado cuerpo. Utilizo la 34 de los mejores modistos, y soy
divertida y locuaz. ¿Qué más puede pedir?
Sin sorprenderse por la perorata, Ana pensó eso de «Modesto baja...
que Nana sube», pero, tocándose el apósito de su frente, sonrió. Iba a
contestar cuando la puerta se abrió y aparecieron sus padres, Frank y
Teresa. Lucy, olvidando la conversación que mantenía con su hermana,
corrió hacia su progenitor y gritó:
—¡Papá, mañana voy a estar despampanante. El vestido de Balenciaga
es el traje de novia más bonito que he visto en mi vida!