Leah
Lo veo alejarse y posteriormente se une a un círculo de chicas, escucho sus risas, y siento un poco de enviada por como ellas sí pueden acercarse a él. El profesor llega y todos toman asiento, la habitación rápidamente queda en silencio. Mantengo mi mirada hacia el frente, respiro profundamente, sin embargo, los latidos de mi corazón no bajan su ritmo.
-Primero que nada, quiero presentarme ante ustedes. Soy el señor Dante, seré su profesor de música este año y me encargaré de todo lo relacionado con su canto y los instrumentos que toquen. Les doy la bienvenida a todos- escucho los aplausos de los demás, el ruido me incómoda un poco, pero puedo soportarlo. –En esta primera clase, quiero observar sus habilidades, así que cada uno presentará algo, puede ser cantar una canción o tocar, tienen la libertad de elegir. Comencemos con la señorita Winter- la chica castaña se pone de pie y camina por delante de los estantes donde estaban ordenados los instrumentos musicales, antes de tomar una guitarra.
Cuando comienza a cantar, sé que es una canción de Christopher. Su voz estaba entona y era, obviamente, más aguda que la de él. Cada rasgueo en la guitarra era casi tan perfecto como los suyos, lo que significaba que había practicado bastante o simplemente era talentosa. Cuando termina, una ola de aplausos resuena en la habitación y siento un ligero dolor en mi cabeza.
Después de Winter pasan varios estudiantes más, algunos cantan a capela, otros simplemente tocan un instrumento y algunos otros realizan las dos cosas. Cuando es el turno de Christopher, me acomodo en mi asiento y suspiro lentamente. Reconozco la canción, era la más reciente que tenía y hablaba sobre una pérdida, escuchar su suave voz acompañada del piano, era realmente increíble. Cada nota que tocaba y cada nota que cantaba mostraban su experiencia. Cuando la canción termina, el profesor lo felicita.
-Señorita Leah, pase por favor- me pongo en pie y camino hacia el estante, observo los instrumentos, sabía tocar el piano, el violín y un poco la guitarra. No quería arriesgarme a equivocarme así que me decido por el piano.
Me siento en el banco de madera y respiro profundamente antes de comenzar a tocar las notas de “Saturn” de Sleeping At Last, muevo mis dedos por el largo del piano y comienzo a relajarme. Mantengo mi postura recta y toco cada tono a la perfección, tal como me enseñó mi profesor. Y casi al final de la canción escucho un susurro. Escuché que sólo está en esta universidad porque su tío le ayudó, creo que es injusto, todos estamos aquí porque han visto talento en nosotros, pero ella simplemente tiene que decirle a su padre que desea algo y se lo daré. El movimiento de mis dedos flaquea y cometo un error. Suspiro antes detenerme por completo y me pongo en pie.
Camino con pasos firmes hasta mi lugar y después de tomar asiento nuevamente, escucho la voz del profesor decir.
-Ha sido una de las mejores que he escuchado, si no hubiese sido por el error que cometió, entonces habría sido una presentación perfecta- había algo que me había enseñado mi tutor de piano y era en buscar la perfección.
Asiento a las palabras del señor Dante y continúo escuchando las presentaciones. Cuando las dos horas de clases terminan, salgo rápidamente del aula. Camino hasta la cafetería donde me encontraría con mi hermana. Cuando la encuentro visualmente, camino hacia ella. Me siento frente a ella y sus ojos me observan detenidamente.
-Estás molesta- dice. -¿Quién te ha hecho enojar? ¿Alguien te ha ofendido?- cuestiona.
-Alguien ha dicho que he entrado con ayuda del tío- digo.
-Déjalos que digan lo que quieran, nosotras sabemos lo que hemos logrado, sabemos cuánto nos esforzamos. No necesitamos que nadie más lo sepa- su rostro muestra una sonrisa gentil y eso me ayuda a sentirme mejor.
Escucho un par de gritos y posteriormente mi oído capta un par de risas, giro mi rostro sutilmente para encontrarme con la mirada café de Christopher, una sonrisa en su rostro aparece al verme y levanta su mano moviéndola en forma de saludo. El miedo me invade y giro mi rostro rápidamente, la sonrisa de Stephanie había cambiado, era el tipo de sonrisa que exigía que respondiera todas sus preguntas.
-Veo que estás feliz- dice y noto sus mejillas ligeramente sonrojadas.
-No lo estoy- respondo.
-Puedes decir lo que quieras, Leah. Pero no puedes engañar a tu hermana mayor, te conozco mejor que nadie, incluso podría decir que mejor que tú misma- su pequeña burla casi me hace sonreír. –Tengo que volver a mis clases, te veré más tarde, ¿está bien?- asiento y la veo ponerse en pie.
Había mucha gente que temía a la soledad, pero yo no era así. La soledad me había acompañado por toda mi vida y con el tiempo, llegué a disfrutarlo. Cuando termino mi almuerzo, camino de regreso al salón. Noto que estaba vacío, así que me acerco al piano. Me siento en el banquito de madera y comienzo a tocar, era el inicio de una canción de mi autoría, estaba incompleta y probablemente aún no sonaba bastante bien, pero me ayudaba a relajarme. Cuando termino de tocar. Escucho unos aplausos que hacen que me sobresalte. Mis dedos se apartan del piano como si tocara fuego y giro mi cuerpo.
-Te hace falta seguridad al momento de tocar, lo haces mejor cuando estás sola- la voz de Christopher estaba un poco ronca.