Leah
A pesar de que ayer las cosas parecían estar bien, había una distancia que anteriormente no sentía entre ambos. Estaba realmente preocupada por él, no podría ir con él a menos que los reporteros se fueran por completo. Pero parecían querer vivir enfrente de la casa. Lo cual, sinceramente, no me sorprendería.
Constantemente le estaba mandando mensajes, los respondía con bastante diferencia de tiempo, no me molestaba en absoluto, pero sólo hacía que me sintiera peor por él. La noticia debió sorprenderlo mucho y había cambiado muchas cosas. Especialmente porque eran casi diecinueve años pensando que era real todo lo que sabía.
El silencio le ayudaría a pensar más las cosas, creo que era bueno que se diera un poco de tiempo para él. Cuando sucedían cosas realmente inesperadas, lo mejor es asimilarlo antes de actuar, podría llegar un punto en que se lastime a sí mismo o a las personas que lo rodean. Sí bien, quería estar a su lado y apoyarlo, si él no sentía que fuera lo necesitaba en ese momento, respetaría su decisión.
Era un poco aburrido permanecer en casa sin asistir a clases, creo que podría ayudarme a distraerme. No sabía con certeza cuando se calmarían las cosas y en cierta manera eso me preocupaba. Deseaba que esto durara el menor tiempo posible. Era horrible ver cómo las redes sociales de Christopher se llenaron de comentarios negativos y que asecharan tanto su casa como la nuestra.
La mayor parte del día escuchaba las noticias, para saber si todo había pasado. Pero en ellas sólo decían cómo este escándalo se convirtió en uno de los mayores en la industria del entretenimiento.
Las horas pasaban, sin poder evitarlo mi porción de comida había disminuido por todas las emociones que sentía. Entre Charles, Christen y yo nos turnamos para mandar las comidas de Christopher a partir de hoy y hasta que fuera necesario.
El sonido de la televisión se escuchaba de fondo en la habitación, ya era de noche y comenzaron las noticias de última hora. Estoy sentada en el sofá y bebo un poco de café, hasta que escucho la voz de la presentadora decir.
-Hace tan sólo unos momentos ha sido publicado un vídeo de Christopher H. peleándose frente a un bar. Recordemos que no es la primera vez que lo hace, pues tan sólo un par de meses atrás golpeó a Emmett Cisneros. Actualmente muchas personas están pidiendo al estado que lo detenga por su violencia, pero en el vídeo se puede observar como el otro joven también golpeó al artista…-
Me pongo en pie y el dolor comienza a recorrer mi cuerpo. Tomo mi teléfono y llamó a Charles, luego de unos segundos, contesta la llamada.
-Buenas noches, Charles. ¿Dónde se encuentra Christopher?- mi voz era baja.
-Buenas noches, Christen y yo lo hemos traído a su departamento- responde.
-Iré en un momento- le digo.
Me coloco ropa abrigado porque el día estaba nublado y con aire frío. Cubro mi rostro y salgo de la casa acompañada del chofer. Logramos perder a los pocos reporteros que nos siguieron y recorremos las calles y avenidas hasta llegar al edificio donde se encontraba Christopher.
Bajo del auto y subo en el ascensor hasta llegar a su piso. Camino por el pasillo y cuando llego a la puerta, la toco. Charles me abre y permite mi entrada. Mi corazón estaba latiendo desenfrenadamente y mi mirada estaba cristalizada.
-¿Cómo está?- le pregunto.
-No se ha dejado curar, tiene distintos golpes en su rostro y en el abdomen, sus manos están heridas en sus nudillos y su nariz estaba sangrando- responde.
-¿Puedes darme un botiquín para ir a verlo?- él asiente y me lo tiende luego de tomarlo de la mesa de café.
Camino hacia la habitación, toco la puerta de madera antes de entrar y cuando paso el umbral, observo a Christopher en el suelo, recostado contra la cama. Las lágrimas comienzan a caer de mis ojos al ver la sangre en su cara. Me acerco a él y me arrodillo a su lado. Pongo el botiquín en el suelo y tomo un antiséptico y unas gasas. Respiro profundamente y luego de mojar la telita con el líquido la acerco a sus heridas.
Abre sus ojos abruptamente y su ceño se frunce con el dolor. Mis manos tiemblan ligeramente al verlo sufrir y las lágrimas siguen recorriendo mis mejillas. Limpio su rostro y le pongo algunas banditas en las heridas que quedaron abiertas, que se encontraban sobre su ceja derecha, su labio del lado inferior izquierdo y en el lateral de su frente. Había algunos moretones en sus mejillas y su nariz se veía un poco roja. Tomo una de sus manos y la coloco en mi regazo, limpio con el antiséptico y luego procedo a vendarla, repito el mismo procedimiento con su otra mano.
Cuando termino levanto mi mirada y me encuentro con sus ojos cafés, limpio mis mejillas y dejo lo que tenía en mis manos. Mi corazón dolía, realmente lo hacía.
-¿Por qué lo hiciste?- cuestiono en voz baja.
-Estaba ebrio- responde.
-¿Por qué has estado tomando?- le pregunto.
-Necesitaba dejar de pensar- su mirada se aleja de la mía. –Mi mente estaba llena de tantos pensamientos que me sentí abrumado y decidí que iría a un bar donde no me reconocieran para olvidarme un momento de todo-
-¿Y pudiste hacerlo?- pregunto con mi voz rota.