Añado sal y pimienta al filete que yace sobre el sartén. Termino de preparar un poco de souffle de papa para acompañar y me dispongo a hacer un poco de limonada mientras pienso en lo que ocurrió la noche anterior.
Después de que Matteo terminara su breve llamada con Angele, quien había llegado a la exposición sin encontrar rastro de nosotros, volvimos a la galería sin decir palabra. El italiano parecía un poco incómodo, pero después de un par de bromas de Angele, se relajó. Terminó la exposición y volví a casa.
♫♫♫
Llego a la academia y saludo a la recepcionista antes de entrar al salón de baile. Dejo un pequeño bolso en el suelo después de sacar la libreta en la que anoté la canción. Tomo asiento y comienzo a tocar.
En un principio, tengo que leer las notas y tocar la misma secuencia repetidas veces para poder familiarizarme con la melodía, pero después de un rato, mis dedos la tocan por su propia cuenta.
Las notas graves, luego cambian a agudas. Arpegio desde el centro. Grave contra agudo.
Comienzo a experimentar un poco con algunas notas, pero nada parece resultar. Y entonces, me dejo llevar por la música.
«Siente, Elisa. No pienses, siente.»
De pronto, empieza a fluir la música. Agrego un poco más de esperanza a la melodía y decido jugar con la parte aguda, sin dejar del todo de lado a las notas que son un poco más graves, pero la emoción de la canción ha cambiado. La esencia sigue presente, pero en lugar de seguirse desarrollando una batalla, ambas partes del piano colaboran y generan algo un tanto más alegre.
Regreso a mi lado más racional a la luz, y escribo las notas que acabo de tocar.
Repito mi nueva adición varias veces hasta que falta poco para la clase de principiantes y guardo la libreta en el bolso.
♫♫♫
Regreso al salón después de haber ido a una pequeña cafetería por un caramel macchiato y un trozo de pastel. Han pasado las dos horas de clase de principiantes y en ese buen rato del que disponía hablé con mi madre y un poco con mi padre. No he dado muchos detalles acerca de mis vacaciones, y tampoco es como que pregunten mucho al respecto.
Mis amigos se encuentran dentro, charlando amenamente. Cerca de ellos se encuentra Penny, quien como es de esperarse, me mira con desprecio.
—Hola, chicos. ¿Qué tal la clase?
—Bastante tranquilo, hemos seguido con la coreografía de la semana pasada. —responde Angele.
—Ya vuelvo. —dice Matteo al momento que se levanta y se dirige con otros chicos de la clase.
—¿Todo bien?
—No sé. Empezando la clase estaba bien, pero al terminar se quedo mudo como un mimo. ¿Pasó algo anoche?
—¿Por qué lo dices?
—Cuando llegaron no hablaba mucho tampoco.
—Hablamos un poco acerca de su padre.
—Debe ser eso.
«Eso espero. Odiaría que las cosas se tornaran incómodas entre nosotros.»
Aiden entra y se quita la chaqueta mientras habla.
—Hoy bailaremos algo en parejas. —Enciende la música. Es una canción lenta pero con algunos toques latinos, lo que la vuelve muy sexy. —Bailaremos tango. —añade al poner pausa a la canción.
«Santo Dios.»
—Penny parece cachorro abandonado. Sólo falta que mueva la cola. —susurra Angele a mi lado.
—Shhh. —le señalo mientras intento no reír. Y es que tiene toda la razón. La pelirroja mira a Aiden con ansia dando pequeños pasitos al frente.
—Siempre es ella su pareja, no entiendo por qué se…
—Elise. Vas a bailar conmigo.
«¡¿QUÉ?!»
Penny da un paso al frente mientras yo me quedo estática en mi lugar.
—Pero yo soy tu asistente en los bailes de pareja.
—Ella es de España, y aunque el baile es argentino, es popular allá. Seguramente ha tomado diversas clases, ¿cierto? —pregunta al momento en que me mira.
—Algunas…
—Decidido. Penny, ve con Matteo. Elise, no sé por qué aún no estás acá.
Camino al frente mientras Aiden organiza las parejas. Si las miradas mataran, no reencarnaría en mis próximas vidas.
«Penny me va a asesinar en cuanto me dé la vuelta.»
Al estar al frente miro a Angele, que parece estar teniendo el mejor día de su vida. Matteo me mira, pero no logro descifrar lo que hay detrás.