Melodía de Verano

Capítulo 22

Miro la ciudad camino a uno de los clubs que Angele eligió. Esta parte de Malta es muy distinta a la Valeta. Hay cientos de luces de colores, y parece muy turístico. Cada calle está repleta de establecimientos como bares, restaurantes y claro, clubes. 

 

Después de haber terminado las compras, nos hemos dirigido a su departamento para arreglarnos y esperar a que sea la hora de irnos. Hemos pedido pizza mientras nos hemos colocado mascarillas y nos pintamos las uñas. Me ha ayudado a ondular un poco más mi cabello y yo he alisado el suyo. Nos maquillamos al hablar de cosas tontas y de algunas anécdotas locas de la adolescencia. Fue en definitiva muy divertido. 

 

—Hemos llegado. 

Angele aparca el automóvil y salimos. La fila parece ser larga, pero me toma de la muñeca y saluda amistosamente al hombre que vigila la puerta. Entramos rápidamente. 

—Pensé que tardaríamos mucho en entrar. 

—Pero vienes conmigo. Mi padre es socio de algunos lugares en St. Julians, por lo que puedo entrar sin tener que hacer fila. 

—Ya veo. 

Caminamos por un pasillo con algunas luces rojas, verdes y azules. Al llegar al final, se encuentra una cortina roja que Angele mueve con facilidad, y ante nosotras se muestra el amplio espacio lleno de personas bailando y bebiendo. La música es bastante fuerte, por lo que mi amiga se acerca. 

—Ven, bajemos. 

Descendemos por unas escaleras de caracol y llegamos a la barra, decorada con luces azules y violetas. 

—¡Angele! ¡Qué gusto verte! Hace rato que no pasabas por aquí. —saluda un chico de cabello negro alborotado y barba de tres días. 

—¡Elias! ¿Me has extrañado? 

—Por supuesto. Un fin de semana sin verte no es igual. 

—Mira. Te presento a Elisa. 

—Hola. 

—Un placer. Cualquier amiga de Angele es amiga mía. ¿Qué les sirvo?

—¡Sorpréndenos! 

El chico asiente y se va. 

—¿Te agrada el lugar? —pregunta mi amiga a mi lado. 

—Sí. Es muy grande. 

El club tiene distintos niveles, que van formando una especie de escalinata hacia la mesa del dj. 

—¿Cuánto bebes? 

—Depende del día. 

—Bueno, pues… ¡empecemos! ¡Salud!

 

Comenzamos a beber mientras bailamos. Después de un par de canciones, siento como el alcohol hace efecto. Me siento más desinhibida, y las preocupaciones de anoche se han disipado. 

—Hey, chicas. —se acerca Elias. —Ha terminado mi turno. Un par de amigos están en una de las mesas, ¿quieren venir? 

—¡Sí! —responde mi amiga entusiasmada. 

«¡Pero claro!»

 Tomo a mi amiga del brazo mientras caminamos detrás de Elías. 

—¡Te gusta!

—¡Silencio! Podría escucharte. 

—¡Imposible! El volumen de la música es muy alto. 

—Vale, es lindo. Pero no digas nada. 

—Por supuesto que no. Aunque deberías aprovechar la oportunidad. —Mi amiga sólo sonríe en respuesta.

Llegamos a la mesa y hay un par de chicos sentados. La combinación de alcohol y luces multicolor hace que me resulte difícil enfocar los rostros. 

—¡Chicos! He traído a un par de amigas. Angele y Elisa. 

—¡Hola! ¿Quieren sentarse? 

—Si, gracias. —respondo. Angele sigue hablando amenamente con Elías, mientras los otros dos chicos siguen en su conversación de antes. 

Después de un rato de beber prácticamente por mi cuenta, Angele se sienta a mi lado. 

—Tengo algo que decirte. Y no sé si te agrade mucho. 

—¿Qué pasa? 

—Mira, antes que nada debes saber que si no quieres quedarte, podemos bajar de nuevo, o ir a otro club si quieres. Siempre puedo ver a Elías en otra ocasión. 

—Ve al grano. 

—Es que viene…

—¡Hasta que has llegado, Swayze! —Los chicos saludan a alguien que ha subido a nuestra mesa. 

—Muy tarde...

—¿Qué pasa, Angele? 

Pero antes de que mi amiga termine de hablar, la mini multitud se abre y puedo ver por qué se ha alterado.

—¿Elise? 



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En el texto hay: musica, romance, amor de verano

Editado: 22.03.2020

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