—¿Todo bien? —me pregunta, a lo que genuinamente no sé qué responder.
—Supongo.
—Estás rara.
«Es broma, ¿no?»
—¿Por qué lo dices? —respondo bastante seca.
—Estás muy rígida, los movimientos los haces muy tensa.
Lo miro incrédula y entonces, suspira.
—Sí es por lo de la otra noche, yo… mira, lo lamento ¿sí? No había querido tocar el tema para no hacer más incómoda la situación. Sé que estás molesta, lo que te dije no estuvo bien. Pero no me gustaría que por ello dejáramos de tratarnos como siempre. También fue mi culpa, y lo acepto. La bofetada estuvo merecida, así que ya estamos a mano. ¿Amigos?
Lo miro no muy segura, pero la verdad es que tiene razón.
—Bien.
—¿Quieres bailar nuestra coreografía una vez más?
—Me parece que sería injusto para las demás parejas…
—Bien, entiendo. Nos vemos mañana entonces.
—Adiós.
♫♫♫
Regreso de la tienda con algunas provisiones para la semana. Aún es bastante temprano, por lo que posiblemente vaya un rato a la playa.
Hablé con mi madre por la mañana, y parece que las cosas en casa van bastante bien. La verdad no he hablado con mi padre, pues para variar, está ocupado. No me molesta, a decir verdad. Sin embargo, no creo que quiebre la empresa si se toma un par de minutos para preguntarme por mis vacaciones.
Mientras abro la puerta del departamento, observo a alguien entrando a una de las casas más alejadas de la mía.
Distingo una cabellera rubia bastante familiar, pero antes de que pueda gritar, la puerta se cierra.
«Pero ¿qué hace aquí?»
Decido ignorarlo y sigo con mis planes por el resto del día.
♫♫♫
—Y entonces Elías dijo “Me alegra tanto que hayas aceptado, estaba preocupado porque rechazaras mi invitación.” Y yo le dije “¿Bromeas? He estado esperando a que me invites a salir.”
Angele me ha invitado a tomar un helado antes de la clase, mientras me relata todo acerca de la cita que tuvo por la mañana con el chico del club. Parece realmente emocionada, y eso me alegra mucho.
—Después de que caminamos a mi casa, me ha besado. ¡Ha sido tan dulce! Llevaba mucho tiempo esperando ese beso. Lo conozco desde hace un par de años, y siempre me ha resultado encantador.
—Me alegro mucho por ti, Angele. Parece ser buen chico.
—¡Lo sé! La verdad estoy muy contenta.
Continúa con su relato y nos dirigimos a la academia después de un rato.
Aiden ha llegado temprano e incita a lo más pecaminoso de mi alma a pedirle perdón al cielo por mis pensamientos. Lleva una camiseta negra sin mangas, y un deportivo negro. Su cabello está más alborotado de lo normal y no puedo evitar recordar lo ocurrido la semana anterior.
«Tranquila Elisa, son amigos nada más. Recuerda la manera en la que te rechazó. Conserva tu orgullo intacto. Eres una Villamar.»
La clase comienza y algunas parejas comienzan a pasar, de acuerdo a una tómbola hecha por Aiden.
Sin embargo, algo resulta extraño. Matteo no ha venido. Y Penny tampoco. Sus parejas de baile se han quedado solas en esta clase, y Aiden ha acordado que pasarán el viernes próximo a bailar con sus respectivas parejas.
Por fin, y después de un largo rato, es nuestro turno.
La música suena y repetimos la secuencia de la semana anterior. Pese a mi propia incomodidad, mezclada con el deseo que siento de besarlo en este momento, y un toque de rabia por lo de la semana anterior, lo miro fijamente a los ojos, mientras bailamos con gran sincronía.
«¿Qué estará pensando? »
Continuamos con algunos pasos más elaborados, algunas vueltas y secuencias con los pies que aumentan de velocidad. Aiden me levanta y me hace bajar lenta… MUY lentamente de frente a sí… más lentamente de lo que habíamos acordado.
«Esto es tortura. Vil tortura medieval. »
Hacemos contacto visual y su mirada es enigmática.
Terminamos la canción y me separo de él. Acto seguido, me da la mano y dice:
—Buen baile, Elise.
—Igualmente.
Suelto su mano y le dirijo una sonrisa, que si bien no es del todo sincera, logra que al final de la clase, no me interrogue de nuevo.