Melodía de Verano

Capítulo 27

—¿Qué haces aquí? 

—Yo he preguntado primero. 

—Es una larga historia. ¿Cómo la conoces? 

«No puede ser que todos seamos vecinos sin saberlo, ¿no?»

—Es mía. 

Sus ojos color moka recién preparado me miran a la distancia, como tratando de descifrar qué es lo que está pasando. Y lo entiendo, creo. Ni yo misma sé que está ocurriendo. 

—Pero tú… No pensé que fueras tú, es decir…

—No has respondido a mi pregunta. ¿Por qué la evades? —me mira seriamente. 

—No es eso, es sólo que… No imaginé que tú...

—Bueno, yo no imaginé que alguien conociera esa canción, por lo que estamos a mano. 

—Diablos… estoy atónita. 

—Lo mismo digo. 

Se hace un silencio abismal y la tensión en el aire es palpable.

—Tengo que dar la clase, y falta poco para que llegue la gente. Pero, claramente tenemos que discutir esta situación. Te veo al finalizar. 

Salgo del aula sin decir palabra y me dirijo a caminar por los jardines Hastings. Realmente no sé qué pensar al respecto. 

 

♫♫♫

 

Pasan un par de horas y mi móvil suena. 

—¿Sí? 

—He terminado. ¿Dónde estás? 

Le indico la dirección del café en el que me encuentro y le pregunto si quiere que le ordene algo mientras llega. 

—Creo que necesitaré algo más fuerte que café para discutir esto. Pero, gracias. Llego en unos minutos. 

 

Después de un par de minutos, que sienten como eternidades, llega y su mirada es la misma de hace unas de horas. Toma asiento frente a mí y se queda en silencio durante unos largos segundos. 

—Bien, explícame. Porque realmente no entiendo cómo es que has podido escuchar, memorizar, y mucho menos tocar una pieza que nadie conoce.

—Al parecer somos vecinos. Escuché las veces en las que tocabas, pues siempre tengo la ventana de la sala de estar abierta. Y debido a la claridad con la que te escuchaba, diría que tú también. 

—De acuerdo… —dice con la mirada fija en mí, y sin embargo, luce perdida. —¿Cómo es que has podido tocar cada nota con facilidad? 

—Toco el piano desde muy chica. Conozco el sonido de cada tecla de memoria. Y bueno… tocabas la misma canción diariamente ¿qué esperabas? 

—Claramente esto no. 

—¿Puedo hacer las preguntas ahora yo? 

—¿Preguntas? 

—Claramente estoy tan confundida como tú. Necesito saber la historia detrás de esa canción.

—Ni hablar. Es precisamente esa la razón por la que nadie sabía que toco el piano. Nadie debe saberlo. 

—¿Por qué no? 

—Es una historia larga y bastante patética. Y créeme que no quieres escucharla. 

—Por favor. Necesito saberlo. 

—¿Por qué eres tan insistente? 

—¡Porque la canción es maravillosa! Tienes mucho talento. 

—No sabes de lo que hablas. 

—Entonces permíteme saberlo. 

Se mantiene un rato en silencio y de pronto su mirada se torna confundida. 

—¿Aquello que tocaste al final..? 

—Se lo he agregado yo…

—¿Cómo lo has hecho? 

—Me parecía que quedaba bien… ¿te desagrada? 

—En realidad es bueno. 

Se queda pensativo y le da vueltas con el dedo al borde de la taza. Suelta un largo y pesado suspiro. 

—Sí te lo cuento, ¿me… Olvídalo ¿qué estoy haciendo? 

—Por favor. Haré lo que quieras. 

—¿Me ayudarías a terminarla? 

—¿E-en serio? ¿Por qué querrías mi ayuda? Créeme que no soy ni lo mitad de buena que tú.

—Quiero tu ayuda porque has logrado lo que llevo mucho tiempo intentando. 



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En el texto hay: musica, romance, amor de verano

Editado: 22.03.2020

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