Ayer, después de nuestro divertido día en la playa, hemos acordado que iría a su casa antes de la clase para que empecemos a trabajar en su canción. Luego de salir del mar, hemos vuelto a los departamentos. Yo fui a recorrer Sliema, y él se ha ido a dar la clase de Matteo. Me pregunto por qué razón no ha ido. He intentado comunicarme con él, pero no responde.
Camino a casa de Aiden después de haber desayunado y al tocar la puerta, éste me abre con una sonrisa.
—Hola, Elise.
—Aiden. ¿Listo?
—A decir verdad… —dice mientras pasa la mano por detrás de su cuello.
—Tranquilo. Yo confío en ti. Verás que las notas comenzaran a fluir antes de que te des cuenta.
Señala la banqueta del piano con la mano y me siento. Él se queda de pie y me observa.
—Bien, toca lo que has agregado.
Comienzo a tocar la pieza sin necesidad de ver mis notas. Intento no mirar a Aiden ni de reojo, porque me pone aún más nerviosa de lo que ya me siento. Es decir, es su canción, a fin de cuentas.
Termino y finalmente lo miro.
—¿Y bien?
—Es estupendo. Jamás hubiera pensado en esa combinación de notas.
—Perfecto. Tu turno.
Aiden estudia la partitura en mi cuaderno por unos instantes y después se encuentra tocando la canción a la perfección.
—¿Qué sientes?
—Estrés.
—¿Acaso necesito llevarte de vuelta a la playa?
—Podríamos ir después, pero no entiendo la relación...
—Aiden, ven aquí. —le digo mientras me siento un poco más en el extremo a fin de que tome asiento. —Cierra los ojos.
—Muy graciosa, Elise.
—Aiden…
—De acuerdo, de acuerdo.
—Escucha la canción.
Vuelvo a tocar la canción y lo observo al finalizar.
—¿Y bien? ¿Qué has escuchado? —comienza a mencionar las notas hasta que lo golpeo ligeramente en el brazo.
—¡Auch! ¿Qué te sucede?
—¡No estás escuchando!
—¡Claro que sí! He dicho cada una de las notas que has tocado.
—¡Y ese es el problema!
—No te entiendo.
—Tienes que sentir la canción. ¿Qué imaginas cuando la escuchas? ¿Qué sientes? ¡Y en cuanto digas estrés, te voy a…!
—Tócala de nuevo.
Interpreto de nuevo la pieza y Aiden me pide que repita algunas partes un par de veces.
—¿Entonces?
—Creo que en principio es bastante triste, ni siquiera sé porque lo he escrito de tal manera.
—No importa en este momento. Sigue.
—Creo que hay un conflicto librándose. Es como si me sintiera confundido. Como si no supiera a qué lado mirar.
—Bien, sigue.
—Lo que has agregado, es como la resolución del conflicto. Incluso parece alegre.
—¿Qué te gustaría que pasara en ese conflicto que se resuelve? Deja que tus dedos toquen lo que sientes. Diviértete.
En un principio parece un tanto forzado.
—No puedo.
—No estás sintiendo. —canturreo.
—Elise… —responde notablemente irritado.
—Aiden…
—Esto es inútil. —dice mientras coloca sus codos sobre el piano y hunde la cara en las manos.
—Apaga tu cerebro obstinado y concéntrate en tu corazón, ¿quieres?
—Pero…
—Aiden…
—Bien, bien.
Después de varios intentos crea una secuencia que se adecúa maravillosamente a la canción. Aiden toca algunas notas agudas con soltura, y el tono de la canción se vuelve divertido, juguetón.
«Se ha tomado el “diviértete” muy en serio, pero me encanta»
Repite dicha secuencia y me tomo la libertad de tocar en la parte central un par de notas que complementan bien lo que ha agregado. Se gira a mí y sonríe ampliamente. Seguimos practicando un pequeño rato hasta que faltan un par de horas para que se vaya a la academia.
—Yo.. eh… gracias.
—No hay de qué.
—En serio. No podría estar haciendo esto sin tí.
—Ya, me harás llorar. Te veo mañana.