Melodía de Verano

Capítulo 38

—¿Angele? ¿Qué haces aquí? —pregunto a la pelinegra que yace frente a mi puerta. 

—Hablé con Matteo, yo… quería saber cómo estabas…

—Ven, pasa. ¿Quieres un café? Recién estaba haciendo un poco. 

—Si, gracias. —responde mientras cierra la puerta de mi departamento. 

—¿Cómo has entrado? 

—Me he topado con Aiden en la puerta. Justo iba a llamarte y al verme me invitó a pasar. 

—Ya veo… 

Le entrego su taza y me siento en el sofá junto a ella. 

—¿Qué te ha contado? 

—Todo. Sobre su padre, su madrastra y hermanastro, la conversación que ha tenido contigo… y sobre Aiden…

—Sé que es tu mejor amigo, y tienes todo el derecho de estar enfadada pero… —le digo rápidamente. 

—Elisa, detente. —me interrumpe. —No vine a reclamarte. Teo es mi mejor amigo, pero tú también eres mi amiga, y si, está destrozado, pero no es obligación tuya sentir lo mismo que él. Además, sé que puede ser un tanto impulsivo, y no debió besarte así, mucho menos debió haberse confesado estando tan vulnerable. Es un cabezota a veces… —cierra los ojos y niega con la cabeza.

—Es buen chico, es sólo que… bueno, no puedo explicar lo que siento por Aiden. —pasan un par de segundos en silencio y de pronto, una duda que no sabía latente brota de mis labios. —¿Por qué Matteo detesta tanto a Aiden? 

 Angele mira el café y levanta la vista. Acerco la taza a mis labios esperando su respuesta. 

—Por Penny. 

 Me atraganto con el café y toso un poco. 

—¿Cómo dices? —pregunto verdaderamente sorprendida.

—Verás, Penny y yo éramos amigas desde el instituto. Valeta es un lugar pequeño, por lo que desde la escuela básica fuimos compañeras. Penny no siempre fue lo que es ahora. Tenía frenillos y estaba sumamente baja de peso. Algunas personas la molestaban, pero ahí estaba yo, dispuesta a defenderla. 

Tomábamos clases de baile juntas. No había nada que disfrutáramos más que bailar juntas. Era algo… nuestro. 

Durante las vacaciones de verano, antes de entrar al bachillerato se metió al gimnasio y fue con un nutriólogo. Le retiraron los frenillos. Lucía despampanante. Todos estaban tras de ella. 

Pero cambió. 

Se volvió distinta, superficial, frívola y calculadora. Dejó de hablarme. Perdí a mi mejor amiga, y aunque tenía muchos amigos, sentía su ausencia. 

Después de algunos años apareció Matteo. La clase de principiantes estaba a mi cargo, pero debido a la universidad, fue necesario dar mi posición como instructora, y sólo ayudar de vez en cuando. Nos volvimos amigos rápidamente. Y entonces, la vio. 

Quedó anonadado, créeme. Ella lo sabía, y disfrutaba la atención. En verdad parecía que le atraía. Pero luego llegó Aiden y Penny decidió cambiar de juguete. 

Sin embargo, Aiden siendo Aiden, como seguramente te habrás dado cuenta, no le da entrada, y ella pasa sus días intentándolo. Algunas personas de la clase creen que salieron una vez, pero no creo que Aiden sea de esos. —Recuerdo el día del club, pero permanezco callada. —En fin, Matteo quedó herido y culpa a Aiden por ello.

Permanezco en silencio procesando lo que me ha relatado la morena. 

—Vaya… es algo que definitivamente no esperaba escuchar. 

—Lo sé. Pero, hey, en algún momento se le pasará. Eres diferente de Penny, y él lo sabe. Sólo tiene que entender que no siempre que quieres a alguien, este alguien te quiere de vuelta. 

—Espero que tengas razón, porque en verdad lo estimo mucho. 

—Tranquila, necesita tiempo, es todo. —Pone la taza en la mesita frente a ella y me mira con una sonrisa. —¿Y bien? ¿Qué pasa con Aiden? 

—Creo que realmente siento algo por él, aunque estoy un poco confundida. Cada vez que lo veo siento como si me perdiera en sus facciones, y cuando ríe, de pronto todo tiene sentido. Cuando me sonríe… cuando me fastidia… cuando me llama Elise… de pronto no quiero volver a Madrid. 

—Wow…  —la morena me mira con una cara de sorpresa y una gran sonrisa en su rostro. —¡Qué romántico! ¿Se lo has dicho? 

—¡Por supuesto que no! 

—¿Por qué? 

—Me rechazaría… Además… yo debo volver a Madrid en 5 semanas, lo nuestro es completamente imposible. 

—Elisa, nena, escúchame. La vida es impredecible, efímera. Debes arriesgarte por lo que quieres, aun sabiendo que no es para siempre. No te limites de disfrutar algo sólo porque estás consciente que va a terminar. Y aunque después duela, al pasar el tiempo lo recordarás con cariño, y te sentirás feliz de que pasó, aunque sea un instante. 



#36816 en Novela romántica
#6023 en Chick lit

En el texto hay: musica, romance, amor de verano

Editado: 22.03.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.