Aiden comienza a tocar.
En principio las notas son graves, pero rápidamente cambian a agudas. Hay una transición hacia lo agudo desde el centro del piano ligeramente más lento. Una combinación de notas agudas y medias se desarrolla con soltura. Vuelven a sonar las notas graves, y hay una especie de batalla entre lo medio y lo agudo del piano, es triste y sumamente apasionante. Su mirada se desplaza por las notas del cuaderno y las teclas del piano. Lo miro y no puedo dejar de pensar que las notas lo representan a la perfección. Comenzó tan intenso, en una batalla contra sí mismo, y poco a poco logra hacer la paz consigo mismo...
Comienza la parte aguda, sin dejar del todo de lado a las notas que son un poco más graves. Dejan de oponerse y colaboran generando una melodía más alegre.
La estancia se aliviana con notas agudas y divertidas. Aiden sonríe mientras sus dedos bailan sobre las teclas. Toco en la parte central un par de notas que complementan lo que toca.
Toca una secuencia aguda y muy dulce, seguida de graves y agudas trabajando en conjunto de forma tan contundente que estremece el alma. Después acaricia diversas teclas similares a la melodía anterior; agudas y graves creando una sensación maravillosa al escucharla. Una combinación de agudas y medias se desenvuelve, con detalles graves dándole un toque sutil esporádicamente, donde las agudas son protagonistas y suena una combinación de sonidos parecida a la base, pero con su propia esencia.
Sigue con un sonido agudo y una secuencia grave compuesta por diversas notas. Repite dicha melodía tres veces, termina con una nota aguda y de inmediato vuelve a inundar la sala con las notas contundentes, compuestas por agudas y detalles graves esporádicos. Las notas son decisivas, y las emociones son más intensas. Hace arpegio desde lo grave hacia lo agudo.
Estoy tan absorta en la melodía que me tomo la libertad de tocar la misma secuencia de notas contundentes en la parte más aguda del piano, tornándolas suaves, acariciando lentamente las teclas cuando siento la mirada de Aiden sobre mí. Mientras toco las últimas notas, me giro a él y lo miro a los ojos, etéreos y fascinantes. Mi mano se mueve automáticamente sobre las teclas y él me sonríe, y es cuando veo esa sonrisa, que después de tocar la última nota, tomo su cuello y no dudo en cerrar la distancia entre nosotros.