En un principio parece sorprendido, sin embargo, después de unos segundos responde el beso. Siento cómo dirige una de sus manos a mi cintura, para acercarme más a él, mientras la otra se enreda en mi cabello.
Es un beso dulce, y lleno de emoción. No sé si es por haber terminado la canción, pero algo hace que este beso sepa aún mejor que el anterior.
Nos separamos por falta de aire y Aiden deja su frente pegada a la mía. Su aliento de un embriagante aroma a café se mezcla con el mío. Me mira profundamente a los ojos.
—Elise, yo… —le doy un corto beso.
—Por favor, no me alejes. —susurro con los labios apenas separados de los suyos.
En sus ojos es posible apreciar el conflicto en su interior.
—Tengo que hacerlo. No podría funcionar. Hay miles de razones por las que no podría resultar.
<<Es ahora, Elisa. Es el momento.>>
—Te quiero. —le digo sin esperar un instante. —Es la única razón que necesito. —Me mira y vuelve a besarme tomándome por sorpresa.
—También te quiero. —murmura en medio del beso.
♫♫♫
Despierto en los brazos de Aiden en el sofá. Después de un par de besos y sonrisas, nos hemos sentado en la sala de estar y simplemente nos quedamos en silencio, con mi cabeza sobre su pecho y sus brazos alrededor de mi cuerpo, disfrutando la presencia del otro. En algún momento me he quedado dormida.
Miro al inglés que yace profundamente dormido. Sus labios ligeramente entreabiertos y un par de rizos sobre los ojos hacen que se vea como toda una obra de arte digna de la envidia de Miguel Ángel.
A los pocos minutos despierta y me mira.
—¿Disfrutando la vista?
—¿Cómo podría no hacerlo? —respondo con una sonrisa. Se acerca y me da un corto beso.
<<Podría acostumbrarme a esto.>>
—Creo que debemos hablar. —le digo amablemente. Me mira con seriedad, pero al poco tiempo suaviza su mirada.
—Supongo que sí, debemos.
Se acomoda en el sofá y me siento en el extremo contrario.
—No quiero que pienses que no te quiero, lo que dije hace unas horas es verdad. Te quiero, Elise. Tal vez más de lo que es humanamente razonable por el tiempo que nos conocemos, y siento que de alguna forma has llegado a mi vida no por azar.
—¿Pero...?
—No hay peros. Es decir, sé que el día de Saint Julians no resultó bien del todo, y acepto que fuí yo quien te rechazó en esa ocasión, pero estaba asustado. Me parecías bellísima -er, me pareces bellísima- y me intrigabas demasiado, pero estoy roto, y tú eras tan sólo una turista hermosa que había salido de la nada, me resultó fácil besarte, pero me asusté de mis propios sentimientos al hacerlo.
—Aiden…
—Tú debes volver a España a administrar el viñedo de tus padres, y yo volveré a Inglaterra ahora que la canción está completa. No sé qué vaya a pasar, pero tenemos todo el verano para averiguarlo. No quiero pensar en ello ahora, sólo quiero dejar de intentar apagar esto que siento y disfrutar el estar contigo.
Sus palabras me han dejado atónita. Ni siquiera sé bien qué debería responder, por lo que dejo que mis acciones hablen por sí solas y me lanzo de un extremo del sofá al otro para besar apasionadamente al hombre tan maravilloso que tengo frente a mí, quien ríe durante el beso mientras coloca sus manos suavemente en mi cintura.
—Sólo que, debo decirte algo antes de que esto siga. —dice cuando nos separamos. —Penny…
—No tienes que explicarme nada.
—Te lo debo. Cuando yo entré a la academia, Penny fue la encargada de explicarme cómo funcionaban las clases antes de la partida del instructor anterior. Su interés se hizo evidente conforme pasaban las clases. Una noche, después de la clase, me besó, y como te había contado antes, no estaba acostumbrado a recibir atención, mucho menos de alguna chica. Cuando comencé a experimentar en Inglaterra lo que se sentía ser el centro de atención, salía con una chica cada semana, y Penny me resultó el mismo caso.
No estoy orgulloso de mis actos, cabe recalcar. No esperaba que me buscara después, es decir, me daba la impresión que no es de las que se enamora después de un beso, y, sin que me malentiendas, ella podría fácilmente buscar a otro chico. Con esa suposición en mente, me sorprendió mucho que aún fuera insistente respecto a un “nosotros”, y muchas veces se lo dejé claro, diciéndole que no quería nada serio con nadie, pero no lo entiende. Es posible que pase mucho tiempo hasta que se dé por vencida, y aunque esté encima mío, quiero que entiendas —dice seriamente mientras coloca sus manos a cada lado de mi rostro —que a la única a la que quiero es a ti. —Termina su narración con un beso suave y romántico.
—Te quiero.
—Dilo de nuevo, me encanta escucharte decirlo.
—Te quiero, Aiden. Te quiero demasiado.
—¿Te gustaría salir conmigo, Elise Villamar? —dice con una sonrisa pronunciando mi apellido con su maravilloso acento inglés, antes de darme un beso corto en la punta de la nariz.