Temprano por la mañana me despierto ansiosa y entusiasmada. Me siento como una adolescente nerviosa por su primera cita. Aiden no me ha dicho a dónde vamos a ir, por lo que opto por ponerme un vestido color rosa pastel con tenis blancos.
Coloco un poco de mousse en mi cabello para que mis rizos rebeldes sean más dóciles y me maquillo ligeramente..
Me miro en el espejo y creo que luzco bastante bien.
<<Espero que a Aiden le guste.>>
Tocan la puerta y la abro, revelando a un hermoso hombre con camiseta blanca y pantaloncillos cortos color caqui. Me da un corto beso y me sonríe.
—Hola, Elise. Luces preciosa. —dice sin una pizca de timidez.
—Gracias. —y de inmediato siento como mi rostro se torna de otro color.
<<Sabía que no debí haberme colocado rubor…>>
—He traído el desayuno. —dice mientras levanta su mano con una bolsa de cartón de una cafetería francés que he visto durante mis caminatas por la ciudad.
—Prepararé un poco de café. —le indico mientras cierro la puerta.
Aiden ha traído un par de crepas exquisitas.
—Ha sido el desayuno más delicioso que he tenido.
—Me alegra que te haya gustado.
—¿A dónde vamos a ir?
—Es una sorpresa. —me dice con una de sus maravillosas sonrisas.
♫♫♫
Llegamos a Sliema después de un buen rato en autobús. Caminamos durante algunos minutos en los que, Aiden tomó con dulzura mi mano en todo momento.
Finalmente llegamos a un centro comercial.
—¿Qué hacemos aquí?
—Eres un poco desesperada, ¿no crees, Elise? —me dice con una pequeña risa. Yo sólo ruedo los ojos y le sonrío.
Entramos y subimos las escaleras eléctricas. Justo al llegar al final se encuentra un lugar con muchos juegos de tickets, luces de colores y niños corriendo de un lado para otro.
—¿Te gusta?
—¡Por supuesto!
—¿Has ido a alguno?
—En algún cumpleaños que tuve de niña mi nana me llevo a uno. Fue un día fantástico.
—Supuse que no habías ido, o que habías ido muy pocas veces. Decidí traerte para que te diviertas como niña.
Es lo más considerado que alguien ha hecho por mí. Es consciente de mi situación familiar, y lo que ha planeado para nuestra primera cita es algo que no pude tener cuando niña. Siento como se humedecen ligeramente mis ojos y lo abrazo con toda la fuerza que me es posible.
♫♫♫
—¡Dale! ¡Dale! ¡Se acaba el tiempo!— le grito a Aiden quien golpea con un mazo las marmotas mecánicas que salen de sus agujeros.
Suena una alarma y comienzan a salir tickets de a montón. Los recojo y los doblo para acomodarlos en mi bolso.
Aiden deja el mazo en su lugar y se acerca para tomar el bote de rosetas de maíz que hemos comprado hace un rato. Toma una y la acerca a mi boca, para luego comérsela. Le doy un ligero golpe en el pecho y suelta una carcajada.
♫♫♫
—¡Vamos, Elise! ¡Aún quedan 2 intentos! —dice Aiden a mi lado mientras intento tirar las figurillas que quedan de pie con una de las pelotas que me quedan.
La lanzo y logro derribar una de las que valen 50 puntos.
Lanzo las 2 restantes y logro derribar otras figurillas de menor puntaje. Al final salen muchos tickets de la máquina.
—Con estos llevamos alrededor de 180. —le digo mientras los guardo junto con los demás.
—Nada mal, ¿eh? —responde con una sonrisa al levantar su ceja.
—Nada mal…
♫♫♫
—¡Vamos a aquel juego!— le digo entusiasmada señalando un juego típico de carnaval, donde se golpea con un mazo y se levanta entonces, dependiendo de la fuerza un metal del suelo. Mientras más alto, más tickets.
—No estoy seguro de que…
—¡Oh, vamos Aiden! Con esos brazos es imposible que no ganemos muchos tickets. —digo rápidamente -y claramente sin pensar- para después darme cuenta de lo que he dicho.
Mi cara se torna de colores y miro a Aiden quien sonríe con sorna después de que se le ha escapado una ligera risa.
—¿Y has pasado mucho tiempo admirando mis brazos para llegar a esa conclusión?
—Yo… oh, cierra la boca.
Me da un corto beso y nos dirigimos al juego.
Inserto una ficha y Aiden toma el mazo. Lo coloca detrás de su hombro y admiro la imagen frente a mí. Sus músculos, ya previamente marcados en la camiseta, se hacen aún más presentes cuando se flexionan.