Aiden acaricia las teclas, haciendo que la sala de estar se inunde de emociones.
De pronto, suena mi móvil, por lo que Aiden deja de tocar y lo miro con una disculpa. Niega la cabeza con una sonrisa.
—Responde, no pasa nada. —dice amablemente.
—¿Sí?
—¡Elisa, nena! —se escucha la voz de la pelinegra al otro lado de la línea. Suena muy emocionada.
—¿Qué pasa?
—¿Estás con tu alucinante novio?
Me da un poco de vergüenza que lo llame así, pero decido dejarlo pasar, principalmente debido a que no quiero que Aiden escuche.
—Si, ¿por qué?
—Elías quiere tener una cita doble. ¿Qué piensas?
—¿No tienes clase?
—Sería otro día, queremos ir a bailar. Hay un club fabuloso que abre el jueves.
—Bien, le preguntaré. No cuelgues.
Miro a Aiden mientras bajo el móvil y lo cubro con la mano.
—¿Qué pasa, Elise?
—Angele y Elías quieren invitarnos a salir, en una especie de cita doble.
—¿Cuándo?
—El jueves, en un club de St. Julians.
—Dile que sí.
—Ya le digo.
Vuelvo a colocarme el móvil al oído.
—Dice que está bien.
—¡Estupendo! ¿Me acompañas de compras mañana?
—Claro. Hace varios días que no salimos.
Aiden me mira frunciendo un poco el ceño.
—¡Vale! Paso por tí mañana temprano.
—De acuerdo. Nos vemos.
Cuelgo y mel inglés me mira fijamente con el ceño aún fruncido. Su labio inferior se asoma ligeramente en un gesto triste.
—¿Por qué esa cara?
—¿Vas a salir con Angele mañana?
—Justamente. Vamos de compras.
—Pero… —se ruboriza un poco y tengo que aguantar la risa que me genera verlo tan adorable. —No quiero compartirte. —confiesa y me abraza, haciendo que ambos caigamos en el sofá.
Finalmente no puedo evitarlo y suelto una carcajada.
—Aiden, nos hemos visto todos los días, a todas horas. Sólo iremos de compras un rato.
—Pero ya ha pasado la mitad del verano, quiero pasar todo el tiempo que pueda contigo. —dice y me llena la cara de besos mientras río a carcajadas.
—¡Me haces cosquillas!
Aiden para y me da un corto beso en los labios.
—Bien. Ve y diviértete. —y me da otro beso ahora en la punta de la nariz, haciendo que no pueda evitar sonreír de oreja a oreja. —Y extrañame.
—Eso ni lo dudes.
♫♫♫
Después de pasar el resto de día con Aiden en su departamento, regreso a mi casa y el móvil comienza a sonar.
<<Seguramente es Angele para corroborar la hora a la que pasará mañana.>>
—¿Sí?
—¡Elisa! —se escucha la voz ansiosa de Lucía.
—¿Lucía? ¿Todo bien? ¿Qué pasa?
—No quiero decírtelo por teléfono, pero no puede esperar a que vuelvas.
—Explícate, Lucía. Me estás asustando.
—¡Estás comprometida!