Llamo a mi padre a una velocidad impresionante. Mis dedos se estrellan con furia contra la pantalla. Siento cómo se acelera mi respiración y la opresión que siento en el pecho hace que mis síntomas anteriores se exacerben.
El escozor de mis ojos quema, pero nada es tan intenso como el dolor de la puñalada por la espalda que me han dado mis propios padres.
Después de la cuarta llamada, en el tercer tono, mi padre responde.
—¿Qué es tan urgente que no has llamado a tu madre? Estoy ocupado, Elisa.
—¡¿Cómo has podido?!
—¿De qué diabl-
—¡No puedes comprometerme contra mi voluntad!
—No pienso discutirlo.
—¡Eres mi padre! ¿Cómo puedes hacerme esto?
—Elisa, date cuenta! ¡Sin Santiago a tu lado la empresa se va a caer a pedazos!
—¡Ni siquiera me has dado la oportunidad de demostrarte lo contrario!
—Llevas un mes allá, Elisa. Y no has podido decidir qué carajos vas a hacer con tu vida. Santiago ha estado trabajando sin parar para lograr aumentar el negocio.
—Acordamos que me darías todo el verano.
—¡No hay tiempo! Al frente de la empresa las decisiones se toman en el momento, no en un lapso de 2 jodidos meses.
—No pienso casarme.
—No voy a discutir contigo, Elisa. Tienes el resto del verano para calmarte, pero en cuanto vuelvas vas a preparar tu boda, así que no te preocupes, puedes firmar la clase que quieras.
—¡Te odio!
—En algún momento te darás cuenta de que lo que estoy haciendo lo estoy haciendo por la empresa.
Tomo aire y siento el nudo en mi garganta evitar que pueda seguir gritando y antes de cortar la llamada con la voz entrecortada articulo aquello que jamás he pronunciado.
—¿Y cuándo vas a hacer algo por mí?
—ELIS-
Lanzo el móvil al otro lado y me deslizo por la puerta con la cara empapada.
Es increíble que mis propios padres se comporten así.
Realmente estoy sola.
Terminando estas vacaciones volveré a estar sola.
Y es que no importa cuánto le ha gritado Lucía a Santiago que no lo hiciera, que se alejara de mi padre y tirara ese anillo por la ventana.
Al final mi padre ha hecho lo que lleva haciendo durante todos los años de mi vida; tomando decisiones sin consultar mi opinión.
Manipulando mi vida a su antojo.
Y todo “por el bien de la empresa”.
Hundo la cara en mis rodillas y las abrazo mientras lloro lo que no he llorado en 22 años.