Suena mi móvil en la mesita de noche.
<<Las personas tienen que dejar de despertarme de esta manera.>>
—¿Si?— y suelto un gran bostezo.
—Vaya, buenos días, Elise.
—¿Por qué me has llamado tan temprano?
—¿Temprano? Son las 11 de la mañana. ¿Por qué has dormido tanto?
Miro el reloj y compruebo la hora.
<<Diablos.>>
—Claramente dormí de más. Sin embargo, eso es culpa tuya.
—¿Mía?
—Anoche la clase ha estado brutal. ¡Estaba exhausta!
Suelta una carcajada y ruedo los ojos.
—He puesto coreografías peores. Yo estoy fresco como lechuga.
—Bueno, chico lechuga, ¿por qué has llamado?
—Hoy vamos a salir. Paso a tu departamento en un par de horas. Es sorpresa. Te recomiendo no llevar falda. Oh, y lleva algo para la playa.
—Espera, ¿a dónde vamos?
—Sorpresa.
—Aid— y corta la llamada.
<<Hora de levantarse, Elisa.>>
♫♫♫
Coloco un pequeño collar en mi cuello y suena el móvil.
<<Demonios…>
—¿Si?
—¿Cómo has despertado? —pregunta Matteo con demasiado entusiasmo.
—Agotada, adolorida... ¿Tú?
—La clase ha estado cansada, pero no estoy tan mal…
El viernes Matteo apareció en clase y se ha comportado extremadamente tranquilo. Aiden y él no se han dirigido la palabra más allá de lo estrictamente necesario, pero no ha sido tan incómodo como esperaba.
Penny ha ido, y la verdad, me siento terrible por ella. Su rostro, pese a neutral, luce triste. No sé si sería mejor fingir que no lo he notado o hablar con ella, pues podría empeorar las cosas. Lo bueno es que este fin de semana la clase ha sido de jazz, así que no tuvimos que bailar en parejas.
—Hey, en un rato hay una exposición de paisajistas callejeros, ¿estás libre?
—En realidad, yo…
—Aiden… cierto…—suelta un suspiro y carraspea.— Tranquila, estarán toda la semana en exposición, ¿te parece si vamos otro día?
—Por supuesto. ¿Martes? —sugiero alegre. Me agrada la actitud que ha tomado respecto a esta situación.
—Excelente.
—Bien, nos vemos.
—¿Elisa?
—¿Si?
—Diviértete.
—Gracias.
♫♫♫
—¿Ya casi llegamos?
—Tranquila, falta poco.
Aiden y yo caminamos tomados de la mano. Llegamos a una parte de la Valeta cerca de la costa. Hay un muelle y un ferry donde la gente hace una larga fila.
—Llegamos a la primera parada.
—¿A dónde vamos?
—A Gozo.
—He escuchado que es precioso.
—Es lindo. Te va a gustar.
Subimos al ferry y vamos al segundo piso. Al poco tiempo este comienza a moverse y la brisa agita mi cabello y humedece ligeramente mi piel.
Aiden se coloca detrás de mí y me abraza por la espalda, recargando su rostro en el espacio que se forma entre mi cuello y mi hombro.
♫♫♫
Llegamos a una zona de la playa de Gozo donde no hay muchos turistas. El mar es extremadamente tranquilo, de un turquesa magnífico. El cielo está totalmente despejado y la arena refleja los rayos del Sol con tonos dorados brillantes. Hay rocas enormes por todas partes con diferentes formas, decorando el mar.
Aiden y yo tomamos algunas fotos, del paisaje y de nosotros. Intento tomar una foto de ambos con el mar detrás y entonces me besa. Comienzo a reír durante el beso y Aiden coloca rápidamente su mano sobre la mía y da algunos clicks a la cámara.
Las fotos lucen divertidas y realmente románticas.
Me quita la cámara de las manos y la deja con el resto de nuestras cosas.
Levanta la mirada y puedo ver el destello de maldad mientras sonríe de lado.
—¡No, no de nuevo! —exclamo al tiempo que comienzo a correr lejos de él.
Ríe y corre detrás de mí. Suelto un pequeño chillido seguido de una risita cuando siento sus manos alrededor mío. Por la rapidez con la que venía, caemos en la arena.