Entro a mi departamento después de que me he quedado un buen rato llorando bajo la lluvia. Me ha costado mucho encontrar la fuerza para levantarme.
Me coloco una sábana encima y me siento en la orilla de la cama con algunas lágrimas corriendo por mis mejillas.
<<Aiden se ha ido, y todo es mi culpa.>>
Miro el pequeño piano de cristal que yace sobre la mesa de noche y mi corazón se encoge.
Tomo la cámara del mueble y la enciendo. Es algo que tal vez no debería hacer en este momento, pero si se ha ido y me voy a casar, al menos quiero tener los recuerdos de que fuí capaz de ser feliz, conmigo.
Las primeras fotografías son de lugares bellísimos de los primeros días que estuve aquí.
Recuerdo lo soberbio que me pareció Aiden la primera vez que lo conocí. Como disfrutaba hacerme rabiar al llamarme Elise, en lugar de Elisa, sin saber que me terminaría encariñando con ese mote.
La sorpresa que me llevé cuando lo vi entrando a la academia, pensando que discutiríamos cada clase, cuando en realidad aprendí demasiado.
Aquella vez que lo encontré en la biblioteca y al día siguiente cuando me ha invitado a almorzar; lo privada que mantenía su vida siempre…
Recuerdo, con una pequeña sonrisa que acompaña al llanto, las veces que escuchaba al pianista por la ventana del salón. ¿Quién hubiera pensado que terminaría enamorándome de él?
El día que bailamos tango, y comencé a sentirme diferente con cada movimiento, atraída por la manera en la que nuestras almas conectaron cuando bailamos juntos por primera vez.
La noche en St Julians, cuando fuí incapaz de reprimir la atracción que sentía por él... nuestro primer beso… la discusión… la disculpa…
Cuando me descubrió tocando la melodía y me habló de su vida, presentándose tan vulnerable frente a mí…
El día de la playa, las comidas, cada sesión de música cuando sin darme cuenta me iba enamorando más de él.
La visita a Mdina… tantas fotografías.... Luzco feliz… y él también. En mi rostro es posible ver los sentimientos que intentaba negar con desesperación…
El día en que terminamos la canción, y me di cuenta que realmente lo quería. Cuando lo besé...
Miro las fotografías de nuestras citas. A veces fuera de casa, a veces simplemente quedándonos a tocar. Las fotografías que le tomaba mientras estaba sentado en el piano, y las que él tomaba mientras dibujaba en el sofá.
Mis ojos se humedecen más con cada fotografía, y la cámara de desliza de mis manos hacia la cama. Pongo el rostro entre las manos y me suelto a llorar con fuerza.
Recuerdo la noche en que hablamos acerca de nuestros mejores recuerdos… nuestros secretos…
La canción en la avenida… los bailes...
La noche en que hicimos el amor…
El día en que me dijo que me amaba...
Tal vez debería cambiar mi ropa, secarme… pero no tengo fuerza. Mi corazón se ha roto y no tengo forma de arreglarlo, porque Aiden se ha llevado los pedazos consigo.