—Se ha puesto como loco.
Penny me ayuda a vendar mi muñeca, pues Matteo me ha dejado lastimado al tomarme con tanta fuerza.
—Voy a matarlo. —dice Angele en un murmullo.
—Gele…—dice Penny intentando tranquilizarla. Aún me resulta extraño que se comporte así, pero no puedo quejarme. Es agradable.
—No puede ir por la vida comportándose como un maníaco porque su padre sea un cabrón.
—Tiene mucho dolor, en su corazón…—digo intentando que se tranquilice.
—¡Mira cómo te ha dejado el brazo! Voy a golpearlo.
—No pierdas tu tiempo. —dice Penny mientras cierra el vendaje.
Angele se detiene y me mira mientras abre los ojos como platos.
—¡Tenemos que buscar a Aiden! ¡Tenemos que decirle que Matteo ha tergiversado la historia!
—No. —respondo secamente.
—¿POR QUÉ NO? —preguntan al unísono.
—Matteo ha dicho un sinfín de incoherencias, pero en algo tiene razón. Ni siquiera me ha escuchado. Dudoóde mi palabra aunque el que le ha dicho ha sido Matteo. Aún sabiendo que tenía razones para mentirle. No confió en mí en ningún momento. No tengo razones para buscarlo.
—Pero, Elisa… —dice Angele hasta que levanto la mano para que se detenga.
—Tengo algunos días para realizar mi propuesta de vinos y evitar que me casen. Aún cuando Aiden no figure en mi futuro, no pienso vivir atada a una persona por la que no siento nada. Intentar buscar a ese necio sólo me quitaría tiempo. Decidió no escucharme, pues bien.
Me miran en silencio y Angele asiente.
—De acuerdo. Si tú insistes.
—Hora de detener una boda. Y sé exactamente por donde empezar.