-¡Deme trabajo, jefe! ¡Estoy listo para todo! -exclamó Hiro, su tono cargado de entusiasmo, como si estuviera pidiendo una oportunidad para demostrar su valía.
Hiro había cambiado mucho en los últimos diez años. Ahora, convertido en un joven de gran estatura y fuerza, se dirigía hacia el anciano al que todos conocían como "Jefe". Aunque su rostro reflejaba la madurez de la juventud, aún mantenía la energía y la impulsividad que lo caracterizaban. Caminó hasta el Jefe con la confianza de un hombre que aún buscaba su lugar en el mundo.
El Jefe, un hombre de apariencia cansada y sabia, no pudo evitar un suspiro. Con una expresión indiferente, le entregó un papel a Hiro, que ya lo tomaba con ansias.
-Está bien... Aquí tienes algo... -murmuró, su voz grave resonando en el pequeño cuarto.
Hiro, ansioso, desdobló el papel y sus ojos se iluminaron al ver las grandes letras en la parte superior: "SE BUSCA". Por un momento, pensó que se trataba de una misión importante, algo que pondría a prueba sus habilidades. Pero cuando sus ojos se posaron en la imagen del "criminal" que debía buscar, su entusiasmo se desvaneció en un instante.
-¿Buscar una mascota? -preguntó, frunciendo el ceño y con una mueca de desagrado en su rostro. El papel parecía más un cartel de búsqueda de un criminal, pero la imagen de un animal lo hizo dudar.
-¿No lo quieres hacer? -respondió el Jefe, sin cambiar su postura, como si ya estuviera acostumbrado a la reacción de Hiro.
Hiro, sin poder controlar su frustración, corrió hacia el Jefe, su voz cargada de incredulidad.
-¡Claro que no! ¡Vaya trabajo más estúpido! -exclamó, su rostro enrojecido por la molestia-. ¿Cómo puede alguien perder una mascota? ¡Es una locura! ¿Acaso no se dan cuenta de lo ridículo que suena?
Liam, que había estado apoyado en la puerta, observando en silencio, se acercó con calma para intentar calmar a su amigo. Había crecido también, pero mantenía la serenidad que siempre lo había caracterizado.
-Hiro, no es para tanto -dijo Liam, con un tono tranquilo pero firme-. A veces las cosas simplemente pasan. No tienes que enojarte por algo tan... trivial.
Pero Hiro no se calmaba. Su enojo seguía creciendo, y su tono se volvió más áspero mientras hablaba.
-¿Quién diablos pierde a un animal? ¡Es una idiotez! -dijo, caminando de un lado a otro-. Además, ¿quién tiene un animal de mascota en primer lugar? Para mi, como un "semihumano", ver a un pariente mío atado con una cuerda y paseando por ahí... ¡Es simplemente raro!
De repente, la puerta se abrió con suavidad y una joven entró en la sala. Su presencia fue inmediata, como una brisa fresca en un día caluroso. Tenía el cabello rubio como el sol y un par de hermosas alas blancas que brillaban a la luz. Aunque su apariencia era angelical, había algo en su mirada que delataba su naturaleza semihumana. Hiro, al verla, se quedó en silencio. Su enojo desapareció de inmediato, y su postura cambió rápidamente, como si intentara ocultar su frustración.
La joven se acercó al Jefe con una expresión preocupada.
-Señor... ¿Ellos encontrarán a mi mascota? -preguntó, su voz llena de ansiedad y preocupación. Sus alas temblaron levemente, reflejando la inquietud que sentía por su querida mascota.
El Jefe miró a la chica, con una expresión que reflejaba algo de preocupación.
- Oh, Yuna... ellos no aceptaron el trabajo...
Hiro, al escuchar esto, reaccionó de inmediato, interrumpiendo al Jefe con energía.
- ¡Espera un momento! ¡Nadie ha dicho que no lo haremos!
Liam, que había estado observando todo con una sonrisa irónica, se acercó a Hiro.
- ¿Lo haremos? Pero si tú querías ir a hacer una misión para ganar dinero y... -intentó decir, pero Hiro no lo dejó terminar.
- ¡Lo haremos! -respondió Hiro, sin dar importancia a lo que Liam estaba a punto de decir, mientras se dirigía rápidamente a Yuna.
- ¡Yuna! ¡Nosotros buscaremos a tu mascota! -exclamó, mostrándole una sonrisa confiada, mientras olvidaba por completo su enojo inicial.
Yuna, algo tímida por la actitud tan impulsiva de Hiro, sonrió de manera nerviosa.
- Bueno... gracias -respondió, aún preocupada por el bienestar de su mascota.
Hiro, al notar la expresión aliviada de Yuna, volvió a mirar al Jefe, pero esta vez con determinación.
- ¡Jefe! ¡Déjanos el trabajo! ¡Nosotros lo haremos!
El Jefe frunció el ceño, claramente dubitativo.
- Mmh... no estoy tan seguro. Enviar a los dos a buscar una simple mascota no tiene mucho sentido... -dijo, mirando a los dos jóvenes con una leve desaprobación.
Liam, aún pensativo, intentó expresar su duda.
- Es cierto... no sé si eso... -comenzó, pero Hiro, con un gesto rápido, lo interrumpió de nuevo.
- ¡Claro que sí! Los amigos siempre vamos juntos, ¡en las buenas y en las malas! -dijo Hiro, sus palabras llenas de entusiasmo y convicción mientras se acercaba a Liam, casi suplicándole con la mirada.
Liam, entre divertido y resignado, no pudo evitar sonreír ante el descaro de Hiro.
- Está bien, está bien... lo que tú digas, Hiro -dijo, un poco derrotado ante la tenacidad de su amigo.
Al escuchar la respuesta de Liam, Hiro no pudo ocultar su alegría.
- ¡Perfecto! ¡Lo tenemos! -exclamó, dirigiéndose a Yuna con una sonrisa aún más amplia.
- ¡No te preocupes, Yuna! ¡Nosotros nos encargamos de todo!
Yuna, visiblemente más tranquila al escuchar la promesa de Hiro, asintió con gratitud.
- Está bien... muchas gracias, chicos. Por favor, busquen a mi mascota, su nombre es Susy. -dijo, saliendo de la habitación con una expresión de alivio, pero aún con algo de preocupación en sus ojos.
Una vez que la puerta se cerró, Hiro no pudo evitar soltar un suspiro mientras se volvía hacia el Jefe.
- ¡Vaya, qué chica tan bonita! -comentó con una sonrisa traviesa, antes de girarse rápidamente hacia el Jefe.
- ¡Jefe, por favor! Déjenos hacer este trabajo. ¡Nosotros lo haremos mejor que nadie!