Melodía Nocturna

V parte

Al día siguiente desperté en el sillón de la sala, algo muy extraño dado que no recuerdo el hecho de haber ingresado de nuevo. Quizá todo aquello en verdad fue un sueño. Me levante y fui al baño en donde tome una ligera y relajante ducha, me vestí y, como ya empezaba a volverse costumbre, salí a dar un paseo con rumbo al mismo sitio: el parque y, ¿a qué punto?: es más que obvio: el precipicio. Al asomarme cuidadosamente por allí detalle casi de inmediato la ausencia de los cuerpos. Probablemente ya los había descubierto y por consiguiente los levantaron, así que su posible nuevo lugar de estadía seria la morgue o la tumba. Bueno, ¡qué sé yo! De que me preocupo si no sé nada. Al no hallar más interés en aquel viejo y desolado parque opte la decisión de volver a mi punto de partida, solo que esta vez quise variar un poco la rutina y tome el camino más largo en el cual tuve un pequeño desvío hacia la cafetería cercana al cementerio, en donde estuve la última vez.

Al igual que la vez pasada, esta se encontraba escasa de clientela lo que reflejaba un bajo presupuesto que atentaba con la atmosfera, generando un gran desgaste a su alrededor. Era sorprendente el hecho de que todavía continuase en pie y funcionando, aunque bueno, si permanecían en el mismo camino es seguro que no durarán mucho. Una vez fui atendido y tuve la taza de café caliente entre mis frías manos, recordé la conversación que tuve con Ángela. Di un sorbo al líquido fantasmal y sonreí. Aquel recuerdo ya no me generaba nostalgia, por el contrario, me invadía de tranquilidad. Al terminar mi pedido me acerque a la caja y cancele lo correspondiente para ir camino a casa. Llegando al pórtico, decidí ignorar el atravesar las salas y, caminando por el rededor, fui directo al patio y, como si de una cama se tratase, me acosté sobre el verde prado y aprecie las nubes en el firmamento.

-En este momento quisiera ser una masa flotante.- Pensé.-Estoy seguro de que ellas no tiene problemas que les impidan seguir su rumbo. Fluyen libres con el viento.

Perdí la noción del tiempo y así llego la noche. Manteniendo mi cómoda posición, acerque la muñeca de mi mano izquierda hacia mis ojos y observe con calma la hora. El reloj acababa de marcar las 7:30 pm. Sin mucho afán me levante e ingrese a la casa por la puerta de vidrio trasera y subí las escaleras hallando a mano izquierda mi habitación. Entre en ella y camine hacia la mesita de noche decidido a encender la radio, sin embargo, algo me detuvo.

Estaba a punto de encender la radio. Tenía curiosidad de saber si esta noche habría más muertes o, al menos, un reportaje del hallazgo de los cuerpos que desaparecieron del precipicio el día de ayer. A pesar de mis motivos, no la encendí, ello me detuvo. No supe con certeza si fue mi imaginación o sucedió en realidad. De lo único que estaba consciente era de que la hermosura de esa melodía lograba atormentarme ¿Qué era lo que buscaba de mí? ¿Acaso yo era el único o habría más víctimas de este placentero sufrimiento? No podía entender mis sentimientos, pero algo que era claro era el hecho del gran temor que ello infringía en mí.

¡Es suficiente! Era hora de poner fin a esto de una vez. Sí, admito que ese masoquismo me agradaba, pero no podía soportar ser conducido hacia una locura sin fin. Con determinación tome mi chaqueta y me asome por la puerta. No lo note al instante, tarde un rato en percatarme pero, sorprendido, vi como todo alrededor había cambiado. En ese momento lo entendí.




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