Melodía Nocturna

X parte

Ahora era capaz de entender todo, el porqué de tantas muertes, el porqué de mis sentimientos. Esperanzado de verla o escucharla de nuevo, camine hacia el parque en la hora significativa y me senté en un banquillo, en donde estruje mi cerebro con todas las ideas, incluso las más irrelevantes e ilógicas, que me permitiesen salvarla. Transcurrieron alrededor de tres horas en las cuales no hubo alguna novedad por ninguna de las partes: de ella o de mí. La tristeza dominó todos los demás sentimientos obligándome a caminar, como si de una procesión se tratara, hacia el precipicio en el cual había sido arrojada.

-¡Ah! Claro… eso es. Ella todavía se encuentra en ese precipicio. Por supuesto, ya sé cómo puedo ayudarla.

Procurando no resbalarme y sujetándome con fuerza de las piedras salientes que se asomaban en el descenso, baje por el precipicio hasta llegar al fondo y allí me puse a excavar en la tierra a mano desnuda. Pasaron horas en las que el sentimiento de impotencia me acompañaba al no hallar nada que sostuviera mi hipótesis y la nostalgia asomaba su cabeza al recordar que no pude ayudarla en aquella época y en esa ocasión no parecía ser diferente. Las esperanzas me abandonaban poco a poco y estaba a punto de desistir hasta que, llegada la media noche, un acorde mágico introdujo de nuevo toda la convicción que poseía en un inicio. No tarde en animarme, sabía que estaba en el camino correcto y solo era cuestión de tiempo, por ello continúe excavando con mis congeladas y arenosas manos. Como un rayo de luz en la penumbrosa noche, supe que toda esta búsqueda había valido la pena al hallar unos huesos en perfecto estado. Considerando que ese lugar había sido testigo de muchos decesos, esos huesos podrían ser de cualquiera, pero tenía la plena certeza de que le pertenecían, pues así mi corazón lo decía.

Tan pronto desenterré todo su esqueleto, ella apareció ante mí. Me retire la chaqueta y, con su aprobación, guarde todos sus huesos dentro de la misma atándola como lo haría con un zurrón para evitar que alguno pudiera caerse. Posteriormente salí del precipicio con su ayuda y, una vez pise tierra firme, ella desapareció. Visualice toda el área y recordé los instantes que pase a su lado, camine hasta la banca en la que nos sentamos la primera vez y bajo ella empecé a cavar un hoyo en donde la enterré. Hecho esto, junte unas cuantas piedras y las puse formando un circulo, al igual que un ramo de flores de lino blancas que crecían por el rededor.

-¡Gracias!- Pronuncio una dulce voz detrás mío. Por instinto, dirigí mi mirada y atención hacia su origen.- Algún día nos volveremos a ver, no lo olvides.

-No te vayas por favor, ¡Hannyu!

-Hasta la próxima.

Esa fue la última vez que la vi. A partir de ese periodo no han vuelto a ocurrir más suicidios de carácter misterioso e inexplicable. Ni siquiera en mis sueños soy capaz de escuchar la armonía de su interpretación. Han transcurrido tres años en los cuales no he podido olvidarla y, en cuanto a mi amor por ella, puedo afirmar con total seguridad que no ha disminuido nada, por el contrario. No olvido sus últimas palabras: “Hasta la próxima”. No me importa cuanto tenga que esperar, pero en el fondo quisiera que esa próxima vez este cercana ¡Quiero verla de nuevo aunque sea un santiamén!

He llegado al final de mi historia, depende de cada uno el creer o negar todo lo que les he relatado. Al menos yo estoy seguro de que todo lo que les conté es real y quiero creer que algún día volverá. Ahora bien, no siendo más, agradezco que hayas escuchado todo hasta el final, me despido de ustedes y partiré a cualquier lugar. Quizá algún día nos volvamos a encontrar, ¡hasta la próxima!

La función nocturna y sabatina de este reconocido bar marcaba su fin, así como el ápice de mi relato y el recuento de mis memorias. Me dispuse a irme antes que todos por la salida de emergencia, aquella que queda cercana a las canecas de basura. Echando mis piernas a andar en busca de nuevos escuchas, fui retenido por el sonido que hizo eco en mis oídos. Sin dudarlo un segundo di media vuelta y allí la vi, con la sorpresa reflejada en mis ojos tan solo pude decir:

-E-eres tú…

FIN




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