Melodia perfecta

Capítulo 5

- Vamos Jules, se me hace tarde.- le decía a la chica de la fotocopiadora del instituto. Estaba muy apurada para poder llegar a la clase de ET*, el maestro me castigo por estar comiendo goma de mascar en su clase, y ahora debía entregarle un informe con todo lo relacionado a esta.

Nuestro maestro era viejo, feo, calvo y con panza, es la clase de maestro que no te inspiran nada de ganas para venir a clases.  Y si le sumas lo idiota que era, pues un fracaso total.

- Lo sé, Mel, pero debo terminar este fotocopiado para el maestro Martínez. - ¡Oh genial! esto es para ese mismo maestro.

- Termina que ya ha sonado la campana, por favor.- prácticamente le rogué.

- Genial, así le llevaras su folleto.

- ¿¡Qué!? No, no. Yo odio a este maestro, no quiero llevarle su maldito folleto.-¡Oh, Dios! Perdóname, ya estoy nuevamente maldiciendo. Mi tía me mataría si me escuchara hablar así, por hoy he roto el récord. Solté un largo suspiro resignandome a lo que tendría que hacer. - Apurate, ya estoy castigada, y no quiero otro informe.

Luego de esperar unos diez minutos salí corriendo de la copiadora, otro punto a mi contra era que este estaba en el ultimo edificio de todo el instituto, y mi edificio era el primero. ¡Espectacular!

A la entrada de mi edificio había un grupo de chicos, mientras más rápido corría, más podía distinguirlos. Era el grupo de amigos de Job, a excepción de que él no estaba. Ángel estaba con ellos, com0 siempre demasiado guapo para ser verdad.

Cuando iba a pasar por su lado corriendo Ángel, mi querido Ángel de la muerte, así debía llamarlo, el que me ha jodido las ultimas semanas estaba agarrando fuertemente mi brazo. Intente zafarme de su agarre, lo que hizo que se intensificará más y una marca roja con sus dedos aparecieran en mi pálida piel.

- ¿Po-podrías soltarme estoy llegando tarde?- le dije intentando modelar un poco más mi respiración. Sentía como si mi corazón se saldría de mi pecho.

- Ven, queremos hacerte algunas preguntas, enana.-dijo él ¿Alguien podría explicarme que quiere el hablándome así?

Me acerco a él y los demás chicos me miraban de arriba abajo, mi respiración ahora estaba más acelerada y apretaba fuertemente el folleto del señor Martínez junto a mi informe muy fuerte contra mi pecho. Estaba realmente aterrada, me sentía como si estuviese siendo atacada por una manada de lobos, aunque en la situación que estaba si creía que lo estaba siendo.

- Bien querida Melody,- dijo Ángel- queremos saber si estas enamorada de Mi.

¡GUATAFAC! sí, así,  sin una pizca de emoción, sin ningún tipo de agrado. Todo mi cuerpo sintió el abandono de mi alma y seguro estaba más blanca que un puto papel, esto era realmente vergonzoso. ¿En verdad el me hizo esa pregunta?

Los chicos me miraban divertidos, como si yo fuera un chiste. Lo miré a los ojos y pude ver demasiada diversión para mi gusto. Era un maldito canalla, quiera Dios y el infierno sea su próxima casa.

Lo peor de todo es que era verdad, no podía negar eso, mucho menos que aunque este pendejo ha tomado como su nuevo hobby pisotearme cada que quiere, no dejo de sentir algo por él.  Más masoquista no podía ser.

Es como leí una vez algo en un libro. "Amar es destruir, y ser amado es ser destruido" algo así. Al fin y al cabo terminas en destrucción, o te la hacen, o la haces. Pero, él no me amaba y aún así me destruía solo por pura diversión.

- Pasas todos los días por mi salón para verme, ya sé que soy guapo linda, pero no te hagas ideas.- dijo poniendo su mano en mi hombro. Lo miré y quité su mano de mi hombro con delicadeza. Suspire.

-Tu salón está cerca de la entrada al instituto, es una obligación para mi pasar por ahí.- dije intentando hacer que los pedazos de mi corazón roto no hicieran eco a través de mis palabras.

- Si claro, y por eso tu amiga Rose dijo que me amabas.- recordar que ella por bocona me había puesto en esta situación dolía más que sus palabras, ella era mi amiga y no debía hablar, pero caray, ella era así de tan impulsiva.

Sentí como una lágrima rodó por mi mejilla, la limpié muy rápido y miré a todos y con la poca dignidad que tenía dije.- Estoy enamorada del pianista de la iglesia central, del pianista que con su mirada me hizo no sé qué diablos. Lo siento, pero cuando seas él te diré que estoy enamorada de ti.

- Pero sí soy el mismo...

- No, no lo eres.- dije interrumpiendolo y con la voz más suave pero a la vez firme que pude tener en estos momentos para poder ocultar que moría por llegar a mi habitación y llorar a mares.

- No te enojes, no quiero que te hagas ilusiones. Tengo novia.- Sí, lo mejor que pudo decir, acaba de joderme.

- Sí, a la mejor de todas. Esa puta que se tira a todos los del instituto y tú aquí de engreído, creyéndose la ultima coca-cola del desierto y ella seguro follando como conejo bajo las gradas del campo. Creí que yo era la idiota, pero alguien más me ha superado. Ahora con tu permiso tengo una clase a la que asistir.

Todos estaban sorprendidos, hasta yo, ese fue el último día que seguí pensando en él, que sienta algo por él no quiere decir que me deje humillar, lo siento pero ya era hora de cambiar.

Al entrar a la clase todos me veían raro, ya sé que he llegado tarde, pero con el genio que me cargaba si me pinchaban ni lo sentía.
 



#11022 en Joven Adulto

En el texto hay: primer adios, primermor

Editado: 02.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.