11.Embuste
Easton
—¡Pero que está loca carajo!¡Esta loca! ¡Ayúdenme ¡—grité luego que me diera el segundo batazo y ese si lo sentí justamente en donde me había dado el ultimo golpe
—¡Que no grites más Easton! —mi mama estaba histérica, pero también quería parecer muy tranquila
—¡Pero mama! ¡Quítenla de encima! ¡¡Enrique!!
—¡Que te calles Easton! Pareces un niño. ¡Dios mío tu cara!
—¡Estas viendo y no vez!
—¡Traigan a seguridad y amarren a esta loca!
—¡PERO QUE NO ME PEGUES MAS!
—¿Qué no te pegue mas cucaracho? De aquí no salís vivo pendejo. —empecé a correr cuando miré que June venia hacia a mi con un bate de beisbol en la mano —¡No seas un descarado hijueputa y ven para acá!
—¿Eso es español?
—Cariño podemos…….
—¡Que te dije que no me hablaras en español que no te entiendo un carajo! ¿Solo cálmate vale? Podemos hablar y resolver……
—¡Es que no necesito hablarte en otro idioma para saber que te quiero pegar con esta mierda!
—¡Seguridad! ¡llévense a esta loca de aquí! —escuchaba como a lo lejos gritaba alguien a la puerta.
—¡No quiero seguridad Tobías! ¡Si quieres conservar tu trabajo mas te vale que sigas mis putas indicaciones! —escuchaba como gritaba de un lado a otro —¡Cariño! June cariño. ¿Podemos hablar?
—Solo a nosotros nos ocurren estas cosas.
Empecé a correr otra ves en círculos cuando miré que June me había alcanzado.
June Edwars
Ese era su nombre
La primera pregunta que me hice fue
¿Esta chica es atleta o qué?
Yo ya estaba exhausto, sentía que mi respiración estaba fuera de control, tenía días de no hacer cardio, además que solo iba a al gimnasio unas dos veces por semana para desestresarme y no perder la rutina que llevaba, pero desde que Sali de la preparatoria llevaba mucho tiempo no que salía a correr.
En cambio, June, parecía que había corrido un maratón y no tenía nada de sudor en la frente.
Sentía que se podía desmayar nuevamente
En realidad, no sabía porque estaba más preocupado.
A que fuera y me reventará la cabeza con ese bate de beisbol.
O que ese mismo bate de beisbol estaba firmado por Mickey Charles Mantle quien jugo en los Yankees de New York en 1951.
¿Acaso esta chica no sabía que habían más de 10, 000 dólares en sus manos y prefería quebrármelo en la cabeza?
Que desperdicio
Encontré un escondite en el cuarto siguiente al que nos encontrábamos, cuando abrí la puerta me di cuenta que se trataba del cuarto de limpieza donde estaban guardados los utensilios de limpieza. Entre rápidamente y bloquee la puerta con seguro para que no fuera entrar.
Aunque cabía la posibilidad que botara la puerta a punto de batazos.
Quien diría que me encontraría en esta situación a esta edad. Estaba seguro que ni siquiera en los Simpson había visto un episodio como este en la vida real.
Estaba adentro en mis pensamientos mientras rezaba para que esto se acabara de una vez, cuando seguido escuche como la puerta se abría nuevamente.
—¿¡Donde se supone que estas?¡ ¿Piensas que te tengo miedo? ¿Ah? —escuché como su voz se quebró cuando dijo la última palabra e inmediatamente sentí algo feo en mi pecho. Solo había pensado por unos momentos en mí y no en ella, sabía que la estaba pasando mal. No me quería ni imaginar lo que tuvo que pasar para que estuviera aquí. — ¿Pues sabes qué? ¡No te tengo miedo! ¡Ni a ti ni a tus malditos abogados rico de mierda ¡
¿Me había llamado rico de mierda?
Las ganas de salir que tenía eran inmensas, pero era muy seguro que el bate todavía estuviera en sus manos, y quería tener mi cabeza intacta, además que no quería manchar mi bate con mi sangre.
Sabia que mi camisa o mi cara estaba un poco manchada ya, debido al primer golpe que me había dado, pero no iba doler tanto como batazo en la cabeza. Me lleve las manos a la cara y cuando la pase cerca de mi ojo sentí un líquido viscoso.
Sangre
—Pero si te diré algo, y querido que me escuches muy bien, mas te vale que te mantengas alejado de mi familia y no que no les hagas daño —¿Hacerles daño? ¿Por qué rayos querría hacerles daño yo? —¡Porque te juro jamás te olvidaras de……!
Para ese momento sabia perfectamente que las lagrimas corrían por su cara, debido a como tenia amortiguada su voz y como sorbia con la nariz. Me sentía de la mierda con solo pensar todo lo que esa probe chica había pasado.
De la nada empecé a escuchar silencio, la frase que iba a decir no la termino, pero sentí peor cuando un estruendo se escuchó detrás de la puerta, seguido de respiraciones muy agitadas, tos seca y gimoteos horribles.