Melodías de sombras (cinco sentidos)

Capítulo 9

La curiosidad de Hyun-Woo había crecido como un fuego imposible de contener. Desde que Ji-Yeon le confesó su temor a que su voz estuviera maldita, no había podido dejar de investigar. Su intuición le decía que las sombras que la rodeaban eran más que simples supersticiones.

Pasó noches revisando archivos en línea, utilizando contactos en la industria para buscar pistas. Finalmente, encontró algo en un antiguo artículo de un periódico local, fechado cinco años atrás. La noticia relataba un trágico incendio en un pequeño pueblo cerca de la frontera con Corea del Norte. Varias casas quedaron reducidas a cenizas, y entre los nombres de los sobrevivientes, uno le llamó la atención: Park Ji-Yeon.

El chico se quedó mirando la pantalla, con el corazón acelerado. El artículo mencionaba que Ji-Yeon había desaparecido poco después del incendio y que las autoridades locales habían considerado la posibilidad de que hubiera muerto en el siniestro. Sin embargo, un testigo anónimo aseguraba haberla visto huir esa misma noche.

—Así que has estado huyendo —murmuró para sí mismo.

Esa noche, decidió confrontarla. Ella había acordado reunirse con él en un café poco concurrido, lejos de los bulliciosos barrios de Seúl. Cuando llegó, estaba sentada en una mesa junto a la ventana, con sus manos envueltas alrededor de una taza de té.

—Llegas tarde —dijo, sin levantar la vista.

Él se sentó frente a ella, apoyó un sobre en la mesa y contestó:

—Encontré algo, Ji-Yeon.

Ella levantó la mirada, y su expresión cambió de inmediato.

—¿Qué es eso?

Hyun-Woo empujó el sobre hacia ella, observando cómo lo abría con dedos temblorosos. Sacó las copias del artículo y las fotos del incendio, y su rostro palideció mientras las leía.

—¿Por qué has hecho esto? —preguntó con voz temblorosa.

—Porque no confías en mí. Y porque quiero ayudarte, pero no puedo hacerlo si no sé qué está pasando.

Ella cerró los ojos mientras sostenía las fotos como si fueran pesadas.

—No debiste haber buscado.

—¿Por qué no? —La voz de Hyun-Woo se endureció ligeramente—. ¿Qué pasó esa noche, Ji-Yeon? ¿Qué te hizo huir?

La joven dejó las fotos sobre la mesa, mirando por la ventana como si estuviera buscando una salida.

—No quiero hablar de eso.

—No puedes seguir evitando esto —insistió él al inclinarse hacia ella—. Si no enfrentas lo que pasó, nunca vas a poder seguir adelante.

La joven suspiró, con la mirada perdida en la oscuridad más allá del cristal.

—El incendio fue un accidente. Al menos, eso fue lo que dijeron. Pero… creo que fue mi culpa.

Él frunció el ceño, confundido.

—¿Tu culpa? ¿Cómo?

—Esa noche, canté en el festival del pueblo. Había algo en el ambiente, algo que no puedo explicar. La gente estaba emocionada, pero a medida que avanzaba la canción, empezaron a cambiar. Algunos comenzaron a discutir, otros a llorar… y después… el fuego comenzó.

El productor la escuchó en silencio, procesando sus palabras.

—¿Estás diciendo que tu voz provocó el incendio?

—No lo sé. Pero todos me miraban como si fuera yo la responsable. Incluso mi familia… —hizo una pausa cuando su voz se quebró—. Huyeron de mí.

El hombre sintió una punzada de compasión.

—Ji-Yeon, eso suena como una coincidencia. No puedes cargar con toda la culpa.

—Pero lo hago. Y por eso no puedo quedarme en un solo lugar. Cada vez que canto, temo que algo malo ocurra.

Antes de que él pudiera responder, el ruido de un claxon rompió el momento. Un camión perdió el control en la calle frente al café, derrapando hacia la acera.

—¡Cuidado! —gritó el productor al tirar de la joven hacia el suelo mientras el vehículo se estrellaba contra la fachada del café.

El impacto fue ensordecedor, seguido por el sonido de cristales que se rompían y gritos de los otros clientes. Hyun-Woo cubrió a Ji-Yeon con su cuerpo, sintiendo los escombros caer a su alrededor.

Cuando el polvo comenzó a asentarse, él levantó la cabeza, evaluando la situación. Nadie parecía gravemente herido, pero el lugar era un caos.

—¿Estás bien? —le preguntó a ella, ayudándola a levantarse.

La muchacha asintió, aunque su rostro estaba pálido.

—Sí… pero esto… —Sus ojos estaban llenos de terror—. Esto es lo que pasa.

—Esto no tiene nada que ver contigo —dijo con firmeza, aunque una parte de él no estaba tan seguro.

Horas después, mientras esperaba a que un médico revisara a la chica por cortes menores, el chico se sentó en la sala de espera del hospital, con su mente trabajando a toda velocidad. El accidente parecía una coincidencia, mas después de escuchar su historia, no podía evitar conectar los puntos.

Cuando ella salió, lucía agotada, no obstante, físicamente estaba bien. Él se levantó y la ayudó a ponerse el abrigo.




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