El sonido constante de las teclas del ordenador llenaba la pequeña oficina de Hye-Jin. La periodista había pasado las últimas semanas siguiendo cada pista que conectara a Min-Soo con su trágico final. Aunque los fragmentos del rompecabezas parecían desordenados, una imagen más clara empezaba a emerger.
Una llamada nocturna de Hyun-Woo la había convencido de profundizar aún más en la historia, y ahora se encontraba revisando documentos olvidados, contratos antiguos y recortes de prensa que, a simple vista, no decían mucho, pero que, juntos, narraban una historia devastadora.
Min-Soo no solo había sido un músico talentoso; también había sido una víctima de un sistema corrupto.
—Aquí está —murmuró, señalando la pantalla.
El productor se inclinó hacia adelante para mirar. Estaban en su estudio, donde Hye-Jin había llevado sus hallazgos. Frente a ellos, un contrato brillaba en la pantalla, firmado por Min-Soo y un productor llamado Kang Jae-Hyun.
—Ese hombre... —el chico frunció el ceño—. Recuerdo haber escuchado su nombre. Era conocido por explotar a los artistas emergentes.
La periodista asintió con expresión grave y añadió:
—Lo peor es que hay registros de que Min-Soo intentó renegociar su contrato poco antes de morir. Según estos correos electrónicos, estaba descubriendo irregularidades en los pagos de sus regalías. Parece que Jae-Hyun no solo lo traicionó, sino que también lo presionó para que abandonara la industria cuando comenzó a hablar.
—¿Presionarlo? —preguntó el chico, con el ceño aún más fruncido.
La chica bajó la mirada y contestó:
—Hay rumores... de que alguien manipuló su accidente.
Un silencio pesado cayó entre ambos. La idea de que Min-Soo no solo había sido traicionado, sino posiblemente asesinado, era difícil de aceptar.
Hyun-Woo compartió los descubrimientos con Ji-Yeon esa misma noche. Al principio, ella permaneció en silencio, con sus ojos fijos en el contrato que él había impreso.
—Siempre sospeché que algo no estaba bien —dijo al fin, con la voz apagada—. Min-Soo nunca habría perdido el control de esa manera. Él era cauteloso.
Él tomó su mano, un gesto que se estaba volviendo cada vez más natural entre ellos.
—Hye-Jin cree que hay pruebas suficientes para abrir una investigación. Podríamos buscar justicia para él.
—¿Justicia? —soltó una risa amarga—. ¿Cómo puedes hacer justicia por alguien que ya no está aquí?
—Ji-Yeon...
Ella apartó la mano al ponerse de pie de repente.
—Min-Soo no solo perdió su vida. La familia quedó destrozada. Mi madre nunca se recuperó, y yo... —Su voz se quebró—. Yo fui demasiado débil para enfrentar la verdad.
Hyun-Woo se levantó y se acercó a ella.
—No eras débil. Hiciste lo que pudiste para sobrevivir. Pero ahora tienes la oportunidad de enfrentarlo, de luchar por él.
Las palabras del chico parecieron calar hondo. Ella lo miró, con los ojos llenos de determinación mezclada con miedo.
—Si hacemos esto, será todo o nada. No quiero medias tintas.
Él asintió, con su resolución igual de firme.
—Entonces, vamos a hacerlo.
Con la ayuda de Hye-Jin, Ji-Yeon y Hyun-Woo comenzaron a recopilar pruebas para enfrentar a Kang Jae-Hyun. Buscaron a antiguos amigos y colegas de Min-Soo, algunos de los cuales aún temían hablar, pero otros estaban dispuestos a ayudar.
Uno de ellos era Lee Sung-Chul, un exmúsico que había trabajado con Min-Soo en su último proyecto. Sung-Chul recordó las tensiones entre Min-Soo y Jae-Hyun, especialmente cuando el primero comenzó a exigir cuentas claras.
—Jae-Hyun no lo tomó bien —dijo Sung-Chul, sentado en una cafetería donde Hyun-Woo lo había citado—. Lo llamó ingrato, le gritó que ningún artista sobrevivía sin él.
—¿Crees que podría haber estado involucrado en el accidente de Min-Soo? —preguntó el productor al tomar notas.
Sung-Chul dudó, pero finalmente asintió.
—No tengo pruebas, pero lo que sí sé es que Min-Soo estaba asustado las semanas antes de morir. Me dijo que había recibido amenazas veladas.
La información solo reforzó la teoría de Hye-Jin.
El siguiente paso fue confrontar a Kang Jae-Hyun. Con ayuda de la periodista, consiguieron una reunión bajo el pretexto de una propuesta para un nuevo proyecto. Jae-Hyun los recibió en su lujosa oficina, con una sonrisa falsa y calculadora.
—Hyun-Woo, es un placer verte. ¿Qué puedo hacer por ti? —preguntó, con sus ojos brillando con interés.
El aludido, acompañado de Ji-Yeon, no se dejó intimidar.
—Estamos aquí por Min-Soo —contestó sin rodeos.
La sonrisa de Jae-Hyun se desvaneció ligeramente, aunque mantuvo la compostura.
—¿Min-Soo? Eso fue hace años. No entiendo cómo puedo ayudarte con eso.
—Tal vez puedas explicarnos por qué lo presionaste tanto para que abandonara la música —intervino Ji-Yeon, con su voz firme.