Melodías de sombras (cinco sentidos)

Capítulo 19

La sala de grabación había quedado en un profundo silencio tras la partida de Min-Soo. Ji-Yeon permanecía de pie junto al micrófono, inmóvil, como si temiera que cualquier movimiento pudiera deshacer lo que acababa de ocurrir. Hyun-Woo, aún sentado frente al piano, la observaba en silencio, sin saber si debía acercarse o darle espacio.

La energía en el aire había cambiado. Donde antes se sentía la opresión del espíritu de Min-Soo, ahora había una calma diferente, casi pesada, como el eco de un suspiro aliviado.

La chica alzó la vista hacia el lugar donde el espíritu había desaparecido. Una lágrima solitaria recorrió su mejilla mientras murmuraba:

—Finalmente es libre.

Hyun-Woo se levantó lentamente y caminó hacia ella. No había necesidad de palabras; el vacío que Min-Soo había dejado era tangible. Sin pensarlo demasiado, la tomó de los hombros y la atrajo hacia él en un abrazo.

—Lo hiciste —le dijo en un susurro—. Lograste algo que pocos podrían siquiera imaginar.

Ji-Yeon se dejó llevar por el abrazo, permitiendo que su frente descansara contra el pecho de él. Su presencia era cálida, sólida, un ancla en medio del torbellino emocional que la invadía.

—Pero... ¿y ahora qué? —preguntó ella con voz quebrada—. He vivido tanto tiempo con esta carga, con este miedo... No sé cómo seguir adelante sin él.

El productor se apartó lo suficiente para mirarla a los ojos.

—Ahora vives para ti, Ji-Yeon. Min-Soo quería eso para ti. Y yo también.

Ella lo miró con una mezcla de vulnerabilidad y gratitud. Había algo en él que la hacía sentir segura, incluso cuando todo en su mundo parecía estar al borde del colapso.

—No es tan fácil como suena —dijo con una sonrisa triste.

Él negó con la cabeza, con expresión decidida.

—No dije que fuera fácil. Pero no tienes que hacerlo sola. Estoy aquí, y no voy a irme.

Esas palabras la golpearon como una ola de calor inesperada. La joven había pasado tanto tiempo construyendo muros a su alrededor, convencida de que nadie podría comprenderla o quedarse a su lado. Pero él... él no solo la entendía, sino que había demostrado que estaba dispuesto a cargar con parte de su dolor.

—Gracias —susurró, con la voz apenas audible.

Hyun-Woo sonrió, acariciándole suavemente el cabello.

—Siempre, Ji-Yeon.

Esa noche, la chica no pudo dormir. El apartamento se sentía más vacío de lo habitual, como si la partida de Min-Soo hubiera dejado un hueco tangible en el espacio que antes llenaba su presencia. Se sentó en el borde de la cama, mirando el cuaderno donde guardaba las canciones que habían escrito juntos.

La canción que lo liberó estaba allí, pero ahora las palabras tenían un significado diferente. Ya no eran un recordatorio de la culpa, sino una despedida llena de amor y perdón.

Decidió escribir algo nuevo, algo que representara lo que sentía en ese momento. Las palabras fluyeron con facilidad, una mezcla de melancolía y esperanza que reflejaba su estado emocional. Por primera vez en mucho tiempo, escribir no era una forma de exorcizar demonios, sino de encontrar consuelo.

Cuando terminó, cerró el cuaderno y se permitió un momento de tranquilidad. Tal vez la música sería su forma de sanar, de encontrar un nuevo propósito.

A la mañana siguiente, Hyun-Woo la llamó temprano.

—¿Cómo estás? —preguntó, con genuina preocupación en su voz.

—Un poco perdida —admitió ella—, pero también... en paz, de algún modo.

—Eso es un buen comienzo —sonrió al otro lado de la línea—. ¿Te apetece salir un rato? Creo que necesitamos un descanso después de todo lo que pasó.

Ji-Yeon aceptó, y unas horas más tarde se encontraron en un parque cercano. El aire fresco y el sonido de los pájaros contrastaban con la intensidad de los días anteriores. Caminaron en silencio al principio, simplemente disfrutando de la presencia del otro.

Finalmente, él rompió el silencio:

—¿Sabes? No puedo evitar pensar en todo lo que hemos pasado juntos en tan poco tiempo. Es como si el universo hubiera decidido lanzarnos en medio de una tormenta para ver si sobrevivíamos.

Ji-Yeon rio con suavidad y contestó:

—Bueno, creo que hemos demostrado que somos más fuertes de lo que pensábamos.

Se detuvieron junto a un lago, observando cómo el sol se reflejaba en el agua. El productor se volvió hacia ella, con expresión más seria.

—Ji-Yeon, quiero que sepas algo.

Ella lo miró, intrigada.

—¿El qué?

—No solo estoy aquí porque creo en tu talento o porque quiero ayudarte a superar tu pasado. Estoy aquí porque me importas, más de lo que debería.

El corazón de la chica dio un vuelco. Había sentido esa conexión crecer entre ellos, pero escuchar las palabras de él la desarmó por completo.

—Hyun-Woo...

Él levantó una mano, interrumpiéndola.

—No tienes que decir nada ahora. Solo quería que lo supieras. No espero nada de ti, solo quiero que sepas que no estás sola, y que nunca lo estarás mientras yo esté aquí.




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