Pasados unas semanas, Oliver regresó para hablar con Sammuel sobre el diseño de la academia. Sin embargo, tras un breve análisis que había hecho la última vez Oliver concluyó que lo mejor era hacer el edificio nuevo, ya que había visto manchas de humedad en el tercer piso, algunas grietas en las paredes y algunas habitaciones no estaban en condiciones de ser utilizadas. Era muy probable que tuviera goteras en el techo o las tuberías estuvieras herrumbradas. Por lo tanto, para evitar problemas mayores y accidentes con los docentes y los estudiantes.
Sammuel preocupado por la situación decidió aceptar la propuesta de Oliver. Así que el fin de semana que no había nadie en el local lo desalojarían y se instalarían en su casa que después de todo era muy amplia. Por lo que, pensando en la seguridad de los niños y las niñas y sus instructores tendrían sus clases en la mansión Brown por un largo tiempo; al menos hasta que la construcción termine.
Cuando la reunión terminó Oliver quiso pasar a la habitación de Nathaly, quien estaba concentrada en su piano tocando una composición de Chopin, Romanza Larghetto. Oliver aún estaba impresionado con su fluidez, su pasión por la música llegaba al corazón al extremos que sentías ganas de llorar sin razón alguna. Era simplemente fascinante. Le gustaba escucharla tocar el piano. Al verla parecía tan fácil como respirar. Su cabello se movía al compás del movimiento de su cabeza mientras tocaba cada nota. Nunca nadie sintió la música como ella la vive. Tal vez era por su pasión. Tal vez porque creció con ella. Tal vez era su condición que le ayuda a sentir las ondas sonoras vibrar en su piel con más intensidad, lo que le produce una excitación profunda por todo su cuerpo.
Oliver escuchaba con atención. Su cuerpo se movía involuntariamente, como si estuviera poseído por la música. Se sentía como en un trance. Un hermoso y relajante trance. Se acercó a ella y tomó asiento en el sofá para admirar su esplendorosa interpretación. Admirar su belleza. Admirar sus expresiones. Admirar el hermoso paisaje frente a él. La luz que emanaba de ella es digna de contemplar. Sus parpados cerrados le impedían disfrutar de esos ojos tan azules como un cielo sin nubes. Sin tormentas, llenos de paz. Eso sentía cada vez que ella tocaba el piano. Paz.
Al terminar de tocar la hermosa melodía sin querer se le escapó un suspiro haciendo que Nathaly se exaltara. Oliver le hizo saber su presencia disculpándose con ella. Nathaly lo disculpó y luego lo saludó con una amigable sonrisa. Estuvieron hablando sobre los planes de Sammuel y la academia. Durante una hora hablaron sobre tonterías como si fueran amigos de toda la vida. Él la hacía reír con sus ocurrencias. Después él le habló acerca de sus sospechas. Creía que la había visto antes en el pasado, pero no recordaba de dónde ni cuando la vio. Después ignoraron ese pequeño e insignificante de detalle y Oliver le preguntó si iba aceptar su invitación a cenar algún día. La pregunta tomó a Nathaly desprevenida. Sus mejillas se tornaron rojas, lo que evidentemente le gustaba a Oliver.
- Nunca vas a desistir, ¿cierto? -bajó la cabeza. Lleva tiempo insistiendo en que salieran, pero ella siempre se negó.
- No soy de los que se dan por vencidos, de eso puedes estar segura -presumió-. Nunca sé cuando darme por vencido.
Nathaly recordó las palabras de Ethan. "¿No crees que es una buena oportunidad de conocer nuevas personas?". Siguió su consejo.
- Esta bien -dijo con una sonrisa en el rostro y luego se mordió el labio inferior con nerviosismo.
- ¿Qué? -dijo confundido.
- Acepto salir contigo -concedió-. Esta noche.
Oliver estaba feliz de escuchar esa respuesta que no esperaba tan pronto. ¿Qué le había hecho cambiar de opinión? Eso no importaba en ese momento. Sólo estaba complacido, emocionado. Ella dictó la dirección de la mansión O'Donell y le dio su número de teléfono. Antes no estaba segura y no es que lo estuviera ahora, pero sabía que debía hacerlo si quería olvidar a Ethan. Aún no confiaba en Oliver del todo ni en las personas, pero debía hacer un esfuerzo por hacerlo. Oliver era una buena persona que se merecía esa consideración. Por lo que decidió darle una oportunidad de demostrarle que valía la pena su cambio de opinión. Que no se había equivocado y que no arrepentiría después.
Al caer la noche Nathaly estaba lista para su cita con Oliver. Su padre la vio bajar por las escaleras y casi llora de la alegría de ver a su nena tan hermosa. Quería conocer al hombre que la hizo cambiar. Que le hizo salir por primera vez en mucho tiempo de su voluntario encierro para una actividad social. La tomó entre sus cálidos brazos y le dio un beso en la frente. Le dijo lo hermosa que estaba y ella sonrió por amabilidad. Ella sabía perfectamente que para un padre sus hijas siempre serán hermosas aunque no lo fueran. Ella nunca se había visto en el espejo por lo que no sabía como era en la vida real. Siempre trató de imaginar su propio rostro ideando uno que no sentía como suyo.
Oliver hizo sonar la campana y una de las mucamas abrió la puerta. Al entrar estaba muy impresionado por la mansión. No sabía de qué familia provenía Nathaly hasta que vio la enorme casa. Era una familia realmente importante y adinerada; lo que lo intimidaba un poco, pero trató de ocultar su nerviosismo. Encontró a Arthur O'Donell de pie junto a su bella hija Nathaly O'Donell. Él saludó al joven con un apretón de manos y con toda la seriedad del mundo para hacerle saber que era un hombre a quien temer, pero por dentro estaba agradecido con él. Algo que nunca admitiría en voz alta.
Oliver le dijo a Nathaly que le había comprado unas flores. No sabía cual traerle, así que se decidió por unos lirios blancos porque le recordaban a ella. Nathaly agradecida las tomó, las olfateó y se las dio a la mucama a su lado para que las pusiera en agua y luego las llevara a su recamara. Ella le dio las gracias y le dijo que le gustaban mucho. Su celoso padre lo interrogó con las típicas preguntas: <<¿Dónde trabajas? ¿Dónde vives? ¿Quiénes son tus padres? ¿Dónde estudiaste? ¿Cómo se conocieron mi hija y tú?>> Nathaly avergonzada le dijo a su padre que ya se iban antes que cancelaran la reservación del restaurante.