Ellen.
Observó fijamente la página en blanco en la pantalla del portátil, esto de escribir un manuscrito no es para nada fácil, aunque debería serlo para mi. Teniendo en cuenta que ya lo he hecho antes, un par de veces, no debería ser tan complicado como suena.
En cambio aquí estoy, intentándolo de nuevo… otra vez…
La rayita esa que aparece y desaparece esta comenzando a causarme un tic nervioso en el ojo.
He intentado de todo para salir del famoso bloqueo escritor, sin embargo nada funciona. Intenté relajarme, no funcionó.
Intenté escuchar música suave, tampoco.
Intenté hacer yoga por sugerencia de mi vecina, y no.
Nada me devuelve la inscripción para escribir.
Ni siquiera sentarme en el balcón de mi habitación, sentir el aire fresco en el rostro, con una taza de café en mis manos, mirar el paisaje…
Lo único que he logrado son historias inconclusa qué deje botadas. Historias sin terminar.
Como esta.
El cuello me duele, los ojos me arden de tanto ver la pantalla. Las gafas caen por el puente de la nariz a cada nada.
Es inútil.
No sale nada de esta cabecita.
No hay nada.
Cada que intento acomodar mis ideas, y creo tener todo pensado para un relato, al momento de plasmarlo, no hay nada. Es como si no tuviera mi voz propia para hacerlo.
Magnus estaba sentado frente a mi, observándome curioso.
Como si mi perro lograra comprender mi dilema.
Magnus es más que mi acompañante de vida. Es mi mejor amigo. Un Husky Malamute de Alaska, qué me regalo Jack, y desde hace un par de años es mi único amigo cercano, además de mi hermana que viene a visitarme de vez en cuando. Cada que tiene tiempo de venir a la ciudad. Cada que se acuerda de mi existencia.
Su pelaje esponjado gris blanco es hermoso, además del color de sus ojos, lo hacían parecer un lobo. Magnus es mi apoyo emocional. Todas las veces que he llorado, por diversas razones el es el único que me acompaña. Es con quien comparto mis logros, mis fracasos. Magnus siempre esta a mi lado.
El móvil suena, es una llamada. Al ver de quien se trata, mi estrés aumenta. No conforme con no poder escribir, tengo la constante presión de mi editora, aún así me hayan cortado un brazo, solo le importa que termine mi trabajo, par hacer el suyo.
Y fin.
Respondo a la llamada antes que se corte.
—Hola, Linda.
—¿Terminaste el manuscrito?
—Sí… ya casi lo termino.
Mira el tamaño de tu mentirota.
—Vale. La editorial quiere algo nuevo para mitad de mes…
—Eso es en menos de dos semana.
—Lo sé, por eso necesito que me mandes ese archivo cuanto antes— de linda no tenía nada.
—¿Cuándo?
—Tres días.
—¡¿Tres días?!
—¿Ya esta casi terminado no? Sabes que me tomo mi tiempo para hacer mi trabajo excelente. Necesito como mínimo una semana para leerlo, editarlo, resaltarte tus errores…
—Ya entendí.
—Programare una video llamada con la gente de Bidika—la editorial—para que nos cuentes un poco de que va el nuevo libro.
Que estrés.
—Esta bien.
—Vale, te dejo para que termines cuanto antes.
Y sin más colgó.
En mi vida me había propuesto retos tan grandes como saltar de un paracaídas, viajar al fondo del mar a ver el Titanic, levantarme todos los días antes del amanecer para empezar el día lo más saludable posible… Por Dios santo, escribir un libro entero en tres días… era imposible. Lo menos que había tardado en escribir un libro entero eran cuatro meses.
Meses que estuve tanto tiempo frente a una pantalla que incluso la vista se me dañó. No veía la luz del sol, solo por estar escribiendo, estructurado, y desarrollando una historia. ¿Cómo haría lo mismo en tres días?
Surgió la idea de enviarle alguno de los borradores que mantenía guardados. Alguno de aquellos que jamás pensé que verían la luz.
Era la opción más fácil que tenía en este momento.
Linda desconocía por completo qué guardaba estos escritos, algunos completos, otros incompletos que jamás concluí. Y siguen ahí, esperando a un día ser concluidos.
Entre ellos estaban algunos que si había concluido, pero que no me gustaban tanto como para publicarlos. Carecían de una buena edición, tanto en trama, como en personajes, como en literalmente todo. Eran solo cosas bobas que escribía, sin ningún sentido.
Ah, ahora uno de esos escritos sin sentido sería mi salvación a mi contrato con la editorial.
Entre a los archivos de mi computadora, buscando cual seria el desafortunado escrito que sufriría conmigo estos tres días.
Dios, hasta los títulos me parecían ridículos.
Amor en el aire.
Love and Game.
Resiliente.
Química entre nosotros.
Detrás de una sonrisa.
Ugh, ¿Qué pasaba por mi cabeza al escribir estos títulos? . Al menos este último era uno de los que no había terminado. Ese libro era tan complicado que jamás llegué a terminarlo. Tocaba temas sensibles los cuales temía qué saliera a la luz.
Seguí leyendo los títulos, para ver cual me convencía más.
Solo una mirada.
Hasta que desaparezcan las estrellas.
Olvídate de mi.
Dios, esos tres ni siquiera pasaban del primer capítulo. Uno de ellos era la secuela de uno de mis libros publicados qué jamás llegué a concretar.
Solo una vez más.
Uhg. Ese que solo contenía un capitulo y medio, que escribí en inspiración a alguien con quien salí, de quien quedé muy enamorada, pero no sirvió de nada estar hablando por dos meses como si fuéramos novios. Al final regresó con su ex novia, y jamás lo volví a ver.
Estaba tan afectada, que quise desahogarme escribiendo “nuestra historia”. Lo dejé. Me hacia tanto mal recordar lo vivido, sobre todo porque jamás lo volví a ver. La ironía es, que el tipo me llamaba de vez en cuando y yo, como estúpida respondía.
Editado: 16.10.2025