Melodías Desordenadas

Cinco

Ellen.

Salir a correr con Magnus a mi lado no solo es una rutina diaria que tengo, sino también es una manera de distráeme cuando no quiero pensar en cosas que no quiero pensar. O mejor dicho, en persona en las que no quiero pensar.

Esta mañana al entrar a mi propio departamento me sentí como una intrusa al no hacer ningún ruido para no despertar a mi hermana que dormía plácidamente mi cama. Mientras yo pasé la noche en el departamento de Vicky, debatiéndome si debía responder al mensaje de Jou. Al final, lo ignoré y propuse descansar un poco más.

Magnus corría a mi lado, como el fiel compañero que es. Esta vez si me recordé traer agua.

En mis audífonos comienza a sonar esa canción que desde el primer momento en que la escuché se volvió parte de mi playlist, lo irónico es que describe exactamente lo que pasó con Joseph.

Last week you didn’t have any doubts

This week, you’re holding space for her tongue in your mouth

Now she’s sendin’ you some pictures wearin’ less and less

Tryna turn the past into the present tense, huh

Suckin’ up to all of your mutual friends

Cambio la canción inmediatamente. Recordar esos momentos amargos donde Rapunzel… digo, donde Joseph decía querer todo conmigo, y al día siguiente sacarme de su vida para continuar con su antigua relación no es bueno. Admito que aún hay un leve sentimiento presente.

Todo lo que tenia que ver con él me hace sentir estúpida.

Seguí corriendo por el parque, acompañada de mi gran amigo Magnus. Al menos hasta que vi que se aparto de mi lado.

Me alarme un poco, arrancando los audífonos de mis orejas.

—Magnus—lo llamé, no me obedeció—¡Magnus, ven acá!

Me detuve abruptamente al entender la razón por la que mi perro salió corriendo en dirección opuesta a mi.

—Elody.

Escucharlo decir mi nombre real me trajo recuerdos que me he esforzado por olvidar. Trate de procesar ese momento de recuerdos con la respiración acelerada.

—Jack.

Mi mascota había corrido su dirección en cuanto lo vió, tal y como hacía siempre.

—Lindo suéter—sonrió al vérmelo puesto.

Había sido un regalo suyo de mi cumpleaños pasado. Un regalo secreto acompañado de una nota deseándome un feliz cumpleaños. Lo que él no sabía era que, ese día la estaba pasado realmente fatal, junto a mi hermana me habían visitado un breve momento solo para felicitarme. Ver la prenda guinda en mi cama junto a la nota me alegro el día.

—Solo tome lo primero que vi en mi closet—sentí la necesidad de aclararlo.

—No tienes que mentir, Elody. ¿Prefieres que te llamé como todo el mundo lo hace ahora?

—Elody esta bien.

—Perfecto.

Nos mantuvimos en silencio. Al menos hasta que comenzó a caminar a mi lado por el parque. Este momento me trajo mucho recuerdos de mi adolescencia.

Siento algo raro al estar aquí, caminado a su lado de nuevo. Tan cerca pero tan lejos.

—Nunca entendí porqué Ellen.

—Significa un nuevo comienzo—respondí, guardando mis audífonos—, no literalmente. Es el significado que le di.

Mi nombre real es Elody Anderson, el que me dieron mis padres, el nombre con el que he sufrido tanto. Cuando me fui de mi casa, decidí que debía enterrar ese nombre con tanto dolor en el pasado. Me prometí a mi misma que cuando publicara mi primer libro no usaría ese nombre, decidí en cambio usar un seudónimo.

Ellen Prescott nació en otro momento difícil de mi vida. Desde entonces, la gente me conoce como Ellen. Incluso Emma me llama así. Jack ha sido el único que me llama por mi nombre real.

—Igual que tu color de cabello.

Asentí.

—¿Por qué Azul?

—Necesitaba cerrar muchos capítulos, el cambiar mi nombre, y cambiar mi color de cabello para mi significa empezar de nuevo.

—Por lo de tus padres—deduce.

—Por todo.

Asiente sin decir nada al respecto. Mi relación con mis padres no es la única razón por la que tomé esa decisión de enterrar a la antigua Elody.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?

— Sabía que estarías corriendo por algún lugar, tienes la misma rutina matutina desde los quince años.

Sonreí recordando aquellos años.

—Cuando salíamos a correr por el pueblo antes de ir a clases—musite.

—Cuanto me obligabas a correr contigo antes de clases—corrigió—. ¿Sabes? Lo irónico es que sigo haciéndolo, y aún sigue sin gustarme, aún después todo lo que pasó.

No dije nada. Mencionar siquiera que pasó eso no es de mi agrado.

—¿Hasta cuando será esa fiesta que dice Emma?—cambie el tema.

Además, quería saber hasta cuando se irían de mi casa. Tener a mi hermana y a mi ex novio juntos en mi aposento no es para nada agradable.

—La fiesta es mañana.

Tendría que dormir en casa de Vicky otra vez. No me malinterpreten, me encanta pasar tiempo con ella. Vicky ha sido como una madre para mi desde que la conocí, y si por mi fuera viviría toda mi vida con ella, pero entiendo que necesita su espacio, y tanto ella como yo estamos acostumbradas a nuestra privacidad.

—¿Dónde pasaste la noche?

—En mi casa, ¿Dónde más?

—Te fuiste y no volviste hasta esta mañana.

—Estabas dormido cuando llegue—mentí.

—No puedes mentirme a mi, Elody, sé cuando dices la verdad y cuando no. Y sé perfectamente que anoche no volviste.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo sé por que no dormí en toda la noche pensando en donde podías estar—soltó de golpe.

Así mismo, mis pasos se detuvieron enseguida. Jack me imito, alcanzado la correa de Magnus y ganchandolo al collar.

—Deberías estar más preocupado por Emma que por donde paso la noche.

Le arrebate la correa de mi perro, comenzando a caminar a paso rápido para alejarme de él.

Por eso no me agrada que me visiten, de alguna u otra manera Jack siempre se las ingenia para hacerme volver a sentir todo lo que alguna vez sentí. Todos esos sentimientos de amor, todos esos sentimientos de dolor regresaban consigo al mencionar o si quiera decir algo como lo que dijo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.