Cuando me desperté, Ryan no estaba a mi lado, me senté y me froté los ojos, me dolió un poco el dedo, pero no me importó mucho, me puse de pie y vi que sus maletas aún estaban ahí, me dispuse a ir al baño, llegué con pasos torpes y frotándome los ojos. Conocía esa casa como la palma de mi mano, entré al baño y cerré la puerta.
Me lavé la cara y me miré al espejo, aun tratando de despertar. Mis ojos estaban hinchados, estaba horrible, traté de arreglar mi cabello, miré mi mano por el espejo, se veía mejor, me había dejado de doler un poco, a comparación de ayer, se veía mucho mejor, arreglé lo más que pude mi cabello, pero fue imposi...
—¿No miras antes de entrar al baño?
Me sobresalté y miré horrorizada al chico que estaba ahí parado, en medio de MÍ baño.
¿Qué…?
Lo miré de arriba abajo con el corazón en la garganta, y los ojos tan abiertos que me daba miedo que se me fueran a salir en cualquier momento.
—¿No vas a decir nada? —Habló acomodando el cuello de su camisa, vi un reloj en su muñeca derecha, era carísimo.
Ya. Creo que entendía.
Me compuse, eché mi cabello para atrás con la mano buena y lo miré, esta vez, sin ningún tipo de sorpresa, ni en mi rostro, ni en mi postura, ni en mis ojos, quería creer que demostraba seguridad por cada poro de mí, igual que siempre.
—¿No miras que este es MÍ baño? — Le dije cruzándome de brazos.
—No veo que tenga tu nombre por algún lado… preciosa. —Sonrió de medio lado y metió sus manos en su pantalón. Carísimo, obviamente.
¿Me acaba de llamar “preciosa” ?, pero, ¿Quién se creía?
—Eres un completo idiota —Me crucé de brazos. —Nolan, ¿no?
—El mismo. —Confirmó con una sonrisa petulante. — Tu debes ser Alayah, ¿no?
También sonreí con seguridad y le respondí.
—La misma.
Asintió un poco con la cabeza y me miró. No dejé que un tipo de casi dos metros me intimidara con su mirada, me mantuve firme, y aproveché para verlo yo también.
Lo cierto es que había cambiado mucho desde la última vez que lo había visto hasta ahora que tiene veinticinco, está más alto, con rasgos más marcados, esa voz firme masculina, esa sensación de que tenías que estar alejada de él, porque te iba a volver pedazos en cualquier momento, pero también esa energía que hacía que sintieras la necesidad de acercarte, de intentar estar lo más cerca posible de eso que tu sentido de alerta te decía que no hicieras.
En ese momento, mi sentido de alerta, estaba bien posicionado, sabía que Nolan solo era el amigo de mi hermano, no tenía la necesidad de estar cerca de este chico, aunque, siendo honesta, sí que me había causado una buena impresión, solo sentía curiosidad, ver si solo había cambiado físicamente o si también había tenido cambios en el aspecto emocional.
Me fijé en unos cuantos detalles más, el cabello oscuro, la mirada desafiante, la sonrisa engreída que decoraba sus labios, el pantalón negro, camiseta negra, el reloj en su muñeca, una cadena sencilla y un par de anillos en los dedos, entre esos, el que compartía con Ryan, hicieron eso cuando Nolan cumplió los veinte y quisieron tener algo juntos.
Notaba que él también me observaba, cada detalle, mis ojos, mi cabello, que en contraste con el suyo, era muy diferente, había heredado el cabello rojizo de mi padre, igual que Ry, solo que el mío era más oscuro que el de él, el mi hermano era un rojo muy claro, el mío era super oscuro, sentí la mirada de Nolan en mi rostro, yo hice lo mismo, miré sus ojos con curiosidad, eran claros, en perfecto contraste con su aspecto oscuro, definitivamente Nolan había tenido un gran cambio en estos años, eso era indiscutible.
Aunque, viéndolo mejor, parecía uno de esos tipos engreídos, su sonrisa me lo decía, su mirada me lo decía, cada parte de él me decía que sabía que era guapo y que lo utilizaba a su favor. Ryan me había dicho que no había estado con muchas chicas, lo cual es raro, viniendo de Nolan, empresario, con dinero y guapo.
—¡Nolan! —Gritó Ryan desde el piso de abajo.
Ambos dejamos de observarnos y miramos a la puerta.
Nolan me miró, aumentó un poco su sonrisa, sacó las manos de sus bolsillos y se dirigió a la puerta, yo lo observé en todo ese proceso, abrió la puerta y antes de salir se dio la vuelta para mirarme.
—Nos vemos en un rato, Alayah.
Asentí con la cabeza, sin dejar mi sonrisa segura, al momento en que cerró la puerta volteé los ojos, solo lo aguantaría porque quería que cuidara a mamá, pero no dejaría que un egocéntrico, arrogante e iluso como Nolan se diera el derecho de si quiera pensar que podía decirme la más mínima cosa de cómo manejar mi vida en la ausencia de Ryan.
Terminé de lavarme los dientes, me limpié la cara y fui a mi habitación a ponerme una sudadera encima de mi pijama, bajé las escaleras y vi la hora en mi móvil, faltaban tres horas para que Ryan se fuera.
Al bajar, de inmediato escuché risas, era mamá y Ryan, los miré reír, con una sonrisa que les llegaba a los ojos, sonreí yo también, hasta que vi a Nolan riendo con ellos, ¿él reía? Sin darme cuenta, Ryan ya me había pillado, sonreí inocentemente y salí de mi escondite.
—Buenos días, mamá— La abracé por atrás y dejé un beso en su mejilla.
Ella sonrió más, si es que eso era posible.
—Buenos días, cariño, ¿Cómo has despertado?
—Bien, mamá, dormí con Ryan.
Nos miró y pasó su mano por la mejilla de él, luego me miró con cara de preocupación.
—Escuché ruidos en el baño, ¿estaba todo en orden?
Abrí un poco los ojos e, instintivamente miré a Nolan, él soltó una pequeña sonrisa y me miró desafiante, quería ver hasta donde podía llegar. Lo que él no sabía, es que no iba a caer en su juego.
—¿Sí? — Fingí confusión— Yo no oí nada, debió ser Nolan, cuando entré a mí baño él estaba saliendo, ¿Qué hacías, Nolan? — Le devolví la sonrisa desafiante y esperé a que contestara.
—Yo no hice nada, seguro te caíste y no te diste cuenta, Alayah, debes tener más cuidado, asustas a tu madre. De hecho, ese moratón que tienes en la pierna…— Señaló con el dedo índice mi muslo.