Me desperté en la madrugada porque había escuchado un ruido, venía de la habitación de mamá, me levanté con rapidez y fui corriendo a su habitación, abrí la puerta y la vi sentada en su cama, estaba llorando.
—Mamá, ¿Qué pasa?, ¿Estás bien? — Entré en la habitación, no fue hasta que me senté a un lado que vi que tenía uno de mis libros en las manos.
Fruncí el ceño y me acerqué.
—Es que… Se murió.
—¿Quién, mamá? — Pregunté.
—Ronald murió, es injusto—Sollozó. —No lo merecía.
Sonreí y miré que el libro que había escogido, era uno ambientado en tiempos de guerra.
—Ay. —La abracé, ella sollozó más y mi camiseta de dormir quedó empapada por sus lágrimas. —¿Qué hacías leyendo a esta hora?
—Es que lo tomé de tu habitación y lo empecé esta tarde, me enganché y no medí el tiempo.
—¿Qué pasa? —Dijo Nolan, entrando a la habitación con el cabello revuelto, la respiración agitada y buscando a mamá con la mirada.
Fue la primera vez que vi una expresión en sus ojos aparte de desafío y seriedad, estaba preocupado.
—Oh, Nolan, cariño, ven acá—Dijo mi madre, pidiéndole con la mano que se acercara, separándose de mí.
Nolan se acercó y mamá le pidió que se sentara a un lado de la cama, a mi lado.
—¿Qué pasa, Norma? —Preguntó Nolan, viendo las lágrimas en el rostro de mi madre.
Me miró de reojo, esperando una respuesta de parte mía, pero no pude hacer otra cosa que encogerme de hombros y sonreír.
Creo que eso lo tranquilizó un poco, al ver que yo no estaba preocupada.
Mamá tomó su mano y le mostró el libro.
—Léelo, cielo.
Nolan pareció confuso, pero aceptó el libro y leyó una parte, al entender por qué mamá estaba así solo le devolvió el libro con una sonrisa comprensiva.
—Te entiendo, Norma. La muerte de Ronald duele siempre.
Lo miré sorprendida, mamá solo le sonrió dulcemente, Nolan se acercó y le quitó las lágrimas con el pulgar.
—Espera, Nolan, ¿Lo leíste? —Pregunté sorprendida, mirándolo.
Él me miró y sonrió, esa sonrisa que había visto desde el primer día, llena de arrogancia.
—Claro, Alayah, ¿No lo sabías? Me encanta leer.
—Por algo te gustan las chicas lectoras…—Solté sin pensar.
Nolan me miró y se acomodó mejor, su pierna rozaba la mía.
Miré a mi madre y ella nos miraba con dulzura.
Puse los ojos en blanco y miré a Nolan con la cabeza ladeada.
—Me gustan las chicas que comparten lo que me gusta, ya te lo dije. Alayah.
Lo miré, me di, por primera vez, el descaro de admirarlo bien, la leve luz de la lámpara de mamá alumbraba su rostro, vi su mandíbula, marcada, sus labios, delgados, pero eran bonitos, ¿Unos labios podían ser bonitos? Luego vi su nariz, recta, sus ojos, eran oscuros, me atrevería a decir que son casi negros, claro que con la poca luz del lugar donde estábamos los hacía ver más oscuros de lo normal, eran marrones oscuro, a diferencia de mis ojos, que eran verdes y expresivos, los de Nolan eran oscuros e inexpresivos, no mostraba emociones por medio de ellos, miré su cabello, negro, revuelto, tragué saliva y volví a sus ojos nuevamente, sabía que él había notado mi pequeña inspección, pero no me esforcé en mostrar vergüenza alguna por ello.
—Deberías dormir, mamá—Dije, un poco para desviar el tema y evitar a Nolan.
Había quedado en un acuerdo conmigo misma. No iba a romperlo.
—Tienes razón, cariño. — me concedió.
Me entregó el libro y se acomodó, me levanté, la cubrí con la manta y Nolan apagó su lámpara, ambos salimos de la habitación, cerré la puerta y al darme la vuelta, vi a Nolan parado en el pasillo.
—Tengo…una pregunta—Hablé antes de siquiera pensar en qué le iba a preguntar. Genial, no pude mantener mi propia palabra.
Él se centró en mí.
—¿Sí?
Lo pensé un momento porque no se me ocurría nada que preguntarle. Al final, decidí preguntar lo único que se me vino a la cabeza
—¿Cómo trabajas si te estás quedando aquí?
Frunció el ceño por unos segundos muy cortos y luego avanzó un poco hacia mí.
—Lo hago desde mi portátil, a veces recibo llamadas de los empleados, mi padre dijo que me ayudaría mientras no voy a la empresa.
Asentí con la cabeza, haciéndole entender que le estaba escuchando.
—¿Y no vas a ir hasta que pasen los seis meses?
—A la empresa no, pero hay eventos a los que me es necesario asistir. Dentro de un mes tengo que asistir a una ceremonia, de hecho.
Sonreí y él me devolvió la sonrisa, me froté los ojos, cansada.
—Deberías ir a dormir— Dijo cuando bostecé.
Asentí y me di la vuelta, sin embargo, antes de entrar a mi habitación, lo miré de nuevo.
—Descansa, Nolan.
Sonrió, una sonrisa sincera.
—Tu igual. —Respondió.
Entré a la habitación, cerré la puerta y me apoyé en ella, suspiré y me tumbé en la cama, no sé en qué momento me quedé dormida, hoy había sido un día agotador.
Me desperté de buen ánimo, lo primero que hice fue llamar a mi hermano.
—Hola, Ali. —Saludó con alegría.
Sonreí.
—Hola, Ry, ¿Qué tal todo por Londres? —Pregunté con emoción.
—Todo muy normal, la verdad, aún no empieza la verdadera tortura.
—Eres muy inteligente, seguro que un semestre no es nada para ti, Ry.
Soltó una risa.
—Sí, seguro que sí, ¿cómo van las cosas por casa?, ¿cómo está mamá?
—Bien, todo muy normal, mamá está bien.
—¿Y Nolan?
Suspiré.
—Bien, ha estado muy pendiente de mamá.
No eran mentiras, Nolan había cuidado bien de mamá.
—¿Y de ti? —Preguntó, casual, pero noté algo en su voz, no sabía qué era. —¿Cuida de ti?
Suspiré.
—Le dejé claro que no quería que se metiera en mis asuntos. Obedeció.
Ryan rio.
—No te obedeció, le pedí que te cuidara, y estoy seguro de que lo hace, y lo hará. De eso estoy seguro.
Puse los ojos en blanco.
—Ha cambiado mucho— Solté de la nada.
—Sí, ha cambiado mucho en estos años. ¿por qué lo dices?