Melancolía nocturna: del saber prohibido
Humeante, al rojo vivo,
Entrañas revueltas de hierro
Marcan tus estribos
Y dentro una gran oxidación
Todo se quiebra, cada yerro,
Cada hebra de cordura.
Un gran precipicio,
Un temor propicio
A inclinarse,
A caer en sacrificio
Para que más
No deban inmolarse.
Tú eres quien ya
No podrá salvarse.
Pesa la humedad,
Sabes que serán libres,
Libres, ¿para qué?
Para no ser felices.
La cadena se corroe,
La rueda empieza a girar
Y el ciclo vuelve y vuelve.
Sobre sí mismo, sobre el abismo:
Al borde de sí mismo, al borde del abismo.
La felicidad termina
Cuando lo podemos notar,
Las gotas caen y corroen,
No queremos saber
Sino lo que nos gustaría escuchar
¡En verdad nada queremos saber!
Gotas, gotas,
Vuelven a caer,
Notas, notas,
Que no llegarás a leer.