Capítulo 4

En ocasiones nos sentimos insignificantes o nos hacen sentir eso. Que no somos nada y que no valemos la pena. Cuando en realidad es todo lo contrario. Somos más de lo que demostramos y valemos más de lo que creemos. Somos ese tesoro valioso que pocos pueden ver y tocar.

Antes era una persona común y corriente, ahora resultaba que era una salvación. Que loco ¿no? 
 

Parpadeo varias veces, sin poder creer lo que ha dicho. ¿Yo? ¿Una salvación? Apenas puedo conmigo misma. Él me mira y espera alguna reacción. Sin embargo, no doy ninguna. ¿Qué se supone que diga? Un simple "gracias por tenerme en cuenta" y luego me voy. Necesito un manual de instrucciones en estos momentos; en realidad siempre lo necesito, pero ese no es el punto. Deberían de en las escuelas enseñarnos a tomar decisiones o qué decir en momentos como estos. En vez de enseñarnos a encontrar cuanto vale x y que nos de dolor de cabeza. 
 

Trato de hablar pero la palabras se me quedan atacadas. 

Tal vez esté equivocado y no soy esa chica que busca. Quizás, hasta esto no es real. Llevo mi mano a mi antebrazo y me pellizco.

Mala idea. 

—¡Ay!—me quejo. 

—Ya le dije que no es un sueño—dice en tono burlante.

—Perdón, pero no soy la chica que busca—digo, sintiendo el dolor del pellizco que me di.

—¿No?—niego—Si es así, me puede explicar porqué tiene el collar que creé para identificar a la chica o es que se lo robó a ella.

El collar, la clave de sol; mi amuleto de la suerte.
 

Mi mente va a años atrás. Aquel día que estaba en el jardín de la escuela, apenas tenía seis años. Recuerdo que estaba triste y angustiada por alguna razón. Alguien, un niño, se sienta a mi lado. Creo que tenía un o dos años mayor que yo. Sus ojos, eran deslumbrantes, llamaban la atención de cualquier manera; de un color que no cualquier puede tener. No me recuerdo de su nombre, si es que me lo dijo. Solo que me da el collar y me dice algunas palabras, esas que trato de recordar pero que no llegan a mi mente. Veo lo hermoso que es y su forma. Como brilla, sin ser de oro. Al levantar la cabeza para pedirle gracias, veo que ya se ha ido. 
 

Entonces mi mente va a las palabras que dijo anteriormente Harrelson.

" Él príncipe tenía que ir al otro lado del mundo y entregarle a la niña un collar que creé".
 

El niño...
 

—El niño que me dio el collar—él escucha con atención.— Ese niño era el príncipe. 
—Así es, señorita Parker. 
 

Soy la niña de sus sueños. Soy lo que dicen ser su salvación. Lo que tanto esperan.
 

Otra vez, me quedo sin palabras.

¿Qué voy hacer? Me pregunto varias veces. No me puedo quedar así, sin hacer nada. Por un motivo aparecí en sus sueños. Por alguna razón soy su salvación. Tengo que hacer algo, aunque se escuche arriesgado. Pero, ¿por dónde empiezo? Sé que debo salvar a Lightland pero...

—¿Cómo?—pregunto.
—¿Qué?—pregunta él.

—¿Cómo puedo salvar a Lightland?—el me mira sorprendido; su rostro se ilumina de esperanza. 

—Es es la respuesta que quería escuchar—sonrío serena—Obviamente, no la podría haber traído en seguida a Lightland sin tener ningún tipo de plan. Durante esos 4 años, estuve investigando al rey y a los habitantes. Me costó al principio, pues a las semanas de lo ocurrido ya había guardias por todas partes. Luego de usar mis métodos, logré encontrar ese algo que nos tenía estancados en la oscuridad, lo que nos hacía falta para brillar—pausa—. Música, melodías, letras; que nos hagan sentir vivos. Que nos haga recordar lo que alguna vez fuimos. 

Y sí que la música nos hace vivir, pienso.

Música.

Para eso necesitamos instrumentos y por supuesto, alguien que sepa tocar.

Claro, ahora lo entiendo todo.

—Me necesitan para que toque una canción, para que escuchen una que realmente los ayude—él asiente.— ¿Nadie sabe tocar instrumentos musicales?

—Sabían, Lightland estaba llena de personas que les encantaba la música. Él nuevo rey eliminó todos los instrumentos musicales y como dije anteriormente, prohibió cualquier tipo de música.

Estoy empezando a odiar a ese rey.

—Si eliminó todos , ¿Cómo voy a poder tocar?

—Eliminó todos—sonríe—;todos los que estaba a su vista.

—Reduzco que tiene uno—el asiente.—Perfecto, entonces vamos a buscar el instrumento. Llame a todos los habitantes y vayamos a un lugar donde todos puedan estar. Luego toco una canción, todos se ponen felices y cantan; y todo vuelve a la normalidad. Después usted me envía a mi mundo y sigo mi vida. Y todos vivieron felices para siempre—digo, haciendo al final un mano de jazz.

—Cree que es fácil—dice incrédulo.

—¡Claro! Más fácil de lo que pensé.

—Es fácil, claro; si quiere que nos maten a todos al avisar que nos viene a salvar. En cuanto uno de los guardias nos vea nos aniquilará.

Tiene un buen punto.

—¿Qué haremos?—digo ya rendida.

—Lo que tenía planeado desde un principio. Hacer las cosas lentas y a su vez rápidas, sin levantar ninguna sospecha. Al final, cuando ya tengamos todo lo que necesitamos, atacaras—mis ojos se salen de órbita.—Al atacar me refiero a cuando toques la canción—me relajo.—Nadie se lo esperará, será un buen golpe. Si las cosas salen exactamente bien, terminará más rápido y usted podrá volver a su mundo.

—Me gusta, creo que todo saldrá bien —sonrío, una sonrisa sincera.—Entonces, ¿Cuándo comenzamos?

—No queremos que nadie sospeche, por lo que no podré ir con usted. Levantaría sospechas, además estoy un poco viejo y atrasaría el plan.

—No iré sola por ahí, no sé nada de este mundo.

—Para eso alguien irá con usted. La ayudará y no la dejará sola, se lo prometo.

—¿Y quien es...?

Mi pregunta se queda en el aire, pues en ese instante alguien entra por la puerta, interrumpiendome.

El entorno se vuele lento, veo como sus pasos son firmes y seguros. Como se quita unos guantes y deja ver su piel. Pues está vestido de una camisa blanca, un poco ajustada que deja ver su cuerpo trabajado, acompañada de un leather jacket de color negro; igual que sus pantalones.