Melodías y Ambrosías [saga Poesías 2]

Capítulo 61: ♫ Recomposiciones y Aficiones ♥

Aira

Las caricias que le prodigaba eran más inusuales que antes. La había abrazado y acariciado en incontables ocasiones, cierto. Pero hoy, por algún motivo desconocido, Rodrigo parecía no reparar en contenerse con besarla... con tocarla... con electrizarla...

No solo había sido su primer beso... No solo había sido su primera caricia... Sino que hoy, por primera vez, toda la tristeza, toda la nostalgia, toda la soledad que la habían carcomido por dentro, durante casi diez años, daban la sensación de haber desaparecido por completo de su ser.

Cada fibra de la que estaba hecha parecía haber sido rehecha gracias al leve de él sobre su piel. Cada molécula de su cuerpo volvía a formarse gracias a la conjunción de nuevos átomos que él le prodigaba al dejar su huella sobre su piel. Cada sensación de vacío dentro de ella era colmado por el amor inmenso que él le demostraba con besos y caricias, aunque no con palabras.

Porque así era cómo se sentía ahora: llena, completa, pero sobre todo, recompuesta. Porque su corazón, que se había quebrado en cientos de pedazos con la partida de su padre, ahora habían sido juntados por él... de manera paciente... de manera constante... de manera perseverante... para ayudarla a reconfortarse, a levantarse, pero sobre todo, a recomponerse para poder ser capaz de, por fin, mirar hacia adelante, y saber que existía otra vida con la que podía soñar, pero sobre todo, ansíar...

Aira todavía no era consciente de lo ilegal de la situación. Por ahí pensó que lo que estaban haciendo no era indebido. Por breves segundos, como un sonido casi imperceptible, recordó lo que había conversado con Xico sobre revelarle su verdadera edad antes de consumar lo que estaban por hacer. Sin embargo, prefirió callar. Se sentían tan bien... se acoplaban tan bien... se fundían tan bien... que prefirió callar, para solo poder amar...

Finalmente, la razón desapareció momentánea de la habitación para solo dar paso a lo que le dictaba el corazón. Porque ella solo era pasión, ebullición y explosión pura. Aunque tenía poco tiempo de saber besar, gracias a Rodrigo, rápidamente sus labios aprendieron a adherirse a los de él con avidez, a responder a sus caricias con rapidez, a acomodar su cuerpo a los de él con fluidez.

Su cuerpo se estremeció cuando percibió que él dibujaba tenues líneas de luces de felicidad sobre la sombra de su pasado, las cuales bajaban de su boca hacia su oreja, cuello y hombros. Su alma se electrizó cuando sus besos seguían el camino de la ternura, para dar paso al surco de la pasión y de la locura que se veía en donde nacía su escote. Sus temores, sus sueños, pero sobre todo, sus anhelos, deseaban fundirse a los de él, para partir de un pasado familiar tortuoso que los unía y tratar de construir algo más puro, algo más eterno, algo más duradero

Por breves instantes se le pasó por la mente preguntarle para confirmar si, de verdad, la quería. Porque, aunque era sabido que él todavía no era capaz de formular en palabras lo que ella tanto ansiaba escuchar, se preguntó si los Asperger solo eran capaces de decir con hechos lo que por dentro sentían. Porque Rodrigo, con todo su ser, en esos instantes, parecía, efectivamente, manifestarle que la amaba.

Abrió sus ojos para preguntarle y que le respondiera lo que su corazón tanto ansiaba oír. No obstante, cuando sus ojos se cruzaron con los de Rodrigo, entrecerrados, y contempló cómo los suyos se perdían en los de él, se dio cuenta de que no necesitaba hacerlo. La miraba con tanta ternura, con tanta calidez, pero sobre todo, con tanto amor, que se dio cuenta de que, en momentos así, no era necesario decir con palabras lo que con hechos se manifestaba. Y era que, ahora, dejadas atrás su baja autoestima, su inconmensurable soledad, y lo que creía hasta ese instante, su infinito vacío; no había paso para inseguridades, para temores o debilidades. Ella se daba cuenta de que él la amaba. Otra Aira era la que estaba naciendo dentro de ella y eso le gustaba.

Pero, cuando sonrió complacida por aquellos sentimientos tan positivos que la embargaban, y contemplaba totalmente enamorada al hombre que tenía encima de sí, el cambio brusco que ocurrió a continuación y los ojos de terror con los que él la observó, la trajeron de nuevo a la triste y sombría realidad...

—¡¿Qué estamos haciendo?!

Dando un grito, él se separó de inmediato y aterrorizado de la joven, que todavía se hallaba emborrachada de placer y de lujuria. Rápidamente, se sentó al otro borde de la cama, al tiempo que se aseguraba de marcar la distancia correspondiente entre ambos para no seguir tentando a lo que le instinto le dictaba hacer.

—¿Eh...? —respondió ella frunciendo el ceño y recién volviendo a la realidad.



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En el texto hay: comediaromantica, amor, novelacontemporanea

Editado: 04.03.2019

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